Las baldosas hidráulicas de una librería, el mural en la fachada de una vieja iglesia, la vidriera de un mercado o las rejas de una ventana son elementos que, en general, pasan desapercibidos en una ciudad. Para los turistas, porque suelen centrarse en los grandes monumentos y museos. Y para los residentes, porque sus ojos se han acostumbrado a esos detalles y los pasan por alto en sus ajetreadas vidas. "Lo esencial es invisible para los ojos", escribía Antoine Saint-Exupéry en El Principito.
Pero el diseñador gráfico Daniel Muñoz (34 años) se ha propuesto cambiar la dinámica y sacar a la luz la memoria gráfica de Málaga. Para ello, ha desarrollado un proyecto, Málaga patterns, en el que recoge a través de la ilustración digital patrones representativos de la capital de la Costa del Sol. Un bello, paciente y detallado trabajo con el que ha recogido más de un centenar de ejemplos con una característica común: sus formas siempre son geométricas. Una treintena de ellos forman ahora parte de un libro y de una exposición que se podrá ver en el Ateneo de Málaga cada tarde, de lunes a viernes, hasta el 27 de noviembre.
"La idea nace de la observación, de la reflexión acerca de la identidad visual de la ciudad", cuenta este malagueño de adopción con acento de Madrid, donde nació. Fue hace dos años, en uno de sus paseos por las callejuelas malagueñas, cuando se le ocurrió el proyecto. Ocurrió justo delante de la iglesia de San Juan. Se trata de un edificio levantado en el siglo XV, justo después de que los Reyes Católicos tomaran Málaga. En el XVIII, se le dio apariencia barroca y su fachada se decoró con ilustraciones geométricas. Son las mismas que, ya en el siglo XXI, sirven de fondo para los selfis que, turistas y malagueños se toman allí fascinados por la composición. "Ahí me pregunté: ¿Somos conscientes del patrimonio gráfico de esta ciudad?", recuerda ahora Muñoz. Su respuesta fue un claro "no" y, también, el pistoletazo de salida para un proyecto que le ha ocupado el tiempo libre y buena parte de su energía desde entonces.
Un rombo burdeos, un trapecio añil y otro amarillo, acompañados de unas líneas esgrafiadas componen el patrón de la iglesia de San Juan, uno de los más reconocibles para cualquier malagueño. Pero justo en un rincón de la fachada existe otro tan sencillo como atractivo: cinco bolas de colores -azul, roja, amarilla, negra y verde- que están rodeadas de leyendas para explicar su colocación. Según algunas leyendas, se trata de una marca de un antiguo prostíbulo al que acudían nobles. Según otras, las circunferencias de piedra son cinco balas de cañón utilizadas durante la conquista de la ciudad. "A veces las leyendas gustan más que la historia", relata Muñoz, que en el libro del proyecto también repasa la historia de cada uno de los patrones. "Unos y otros son huellas de las diferentes civilizaciones que han pasado por Málaga", subraya el artista, que dice "no discriminar" unos diseños frente a otros, tengan el origen que tenga: "Lo importante es que todos tienen un gran valor estético".
Esa mezcla cultural a lo largo de los siglos se deja notar en el patrimonio gráfico malagueño. Numerosas figuras geométricas recogidas por el diseñador se encuentran en espacios públicos: el pavimento blanco, gris y negro en forma de uve de la calle Sancha de Lara, el mural de la iglesia de San Felipe Neri, las rejas en las ventanas del barrio de la Trinidad, los mosaicos del mercado de Salamanca en la barriada de El Molinillo, las tejas del templete del jardín botánico de la Concepción y el mercado de Atarazanas, el colorido cubo del Centre Pompidou o el pavimento empedrado de la calle Cabello son algunos ejemplos.
"Son lugares que, una vez extraigo el patrón y lo enseño, a todo el mundo le suenan, pero pocos saben ubicar exactamente su localización", cuenta el diseñador gráfico. Son elementos "tan cotidianos que -como el agua para el pez- parece como si no existieran", escribe Francisco José Rodríguez, profesor de la Universidad de Málaga, en el prólogo del libro Málaga patterns. Una identidad visual para la ciudad, en el que también colaboran los artistas Dadi Dreucol, Ernesto Artillo, Pedrita Parker o Emmanuel Lafont.
Muñoz ya ha realizado alguna ruta sobre los rincones de los que extrae los patrones, "que sirven para reivindicar los rasgos que hacen diferentes a las ciudades y que, en este caso, identifican a Málaga y la hacen única frente a otras localidades". Para Muñoz este hecho es importante, más aún con la globalización actual "donde todos los centros históricos se parecen mucho: hay las mismas franquicias, los mismos estilos... hasta la arquitectura es cada vez más similar", subraya. Por eso, el autor reivindica que el proyecto es "una llamada a no perder las señas de identidad en un mundo cada vez más globalizado".
Otros patrones que ahora renacen gracias a este proyecto están escondidos en interiores de edificios, muchos de ellos con gran pasado histórico. Entre las favoritas de Daniel Muñoz está la cenefa de azulejo existente en la barra de la antigua Casa de Guardia, un lugar muy frecuentado por vecinos y turistas para disfrutar de los clásicos vinos dulces de Málaga. Bajo la madera donde los camareros apuntan la cuenta, existe una composición verde, azul, negra y mostaza que ha pasado muy desapercibida a pesar de tener más de un siglo de historia.
Los pavimentos de La Alcazaba malagueña que se empezó a construir en el siglo XI, las baldosas hidráulicas del bar Fonzo o las teselas cerámicas de la librería Proteo -uno de sus mosaicos ha sido trasladado a la exposición- son algunos de estos casos menos conocidos. Entre ellos destacan, además, las baldosas con una ilustración de la rosa de los vientos de la librería Mapas y Compañía.
Dice Muñoz que ahora pasea por Málaga "mirando a todas partes". No está solo. Otras muchas personas se han sentido atraídas por la iniciativa y ahora le envían al correo electrónico o a sus redes sociales patrones que se encuentran en sus paseos por Málaga. "De manera natural el proyecto se ha hecho de la gente", dice mientras planea -a petición popular- la edición de postales y otros objetos de recuerdo a partir de los patrones.
Cuenta también Muñoz que ya le han escrito vecinas de diferentes ciudades animándole a que realice en ellas el mismo trabajo. "Hacer un archivo de patrones por toda España y reivindicar el patrimonio gráfico de las ciudades me encantaría. ¿Te imaginas Granada? ¡Sería increíble!", sueña este diseñador gráfico que, de momento, debe seguir trabajando como director de arte en la agencia de publicidad El Cuartel y dando sus clases de Lenguaje y Creatividad Publicitaria en la universidad privada EADE. Por ahora, más allá de sus patrones, también tiene que comer.
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