Las fiestas navideñas son la prueba fehaciente de que los viajes al pasado no son ciencia ficción, sino una ocurrencia normal y corriente. Tantas películas y series televisivas imaginando artilugios llenos de cables y palancas, para luego descubrir que la mejor máquina del tiempo es un trozo de mazapán.
Lo que antaño se comía todo el año (al menos, si tenías la suerte de haber nacido noble) fue quedando relegado a la "isla de conservación festiva" que son las Navidades. De ahí que podamos viajar a tiempos pretéritos y geografías lejanas saltando de polvorón en polvorón… o montados en un roscón,...
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