¿Te has propuesto un reto de lectura para 2021? Estas son sus ventajas y sus inconvenientes

Pueden ayudar a leer más y más variado, pero también pueden añadir una presión innecesaria

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Uno de los propósitos del año para mucha gente es leer más. Y para motivarnos a menudo nos ponemos un objetivo, más o menos ambicioso y más o menos realista: leer 20, 30 o 40 libros al año, por ejemplo. En Goodreads, una web en la que los lectores puntúan y comentan los libros que han leído, uno puede marcarse su propio reto lector. De momento y según datos de esta web, casi dos millones de personas se han propuesto leer una media de 43 libros cada una en 2021.

La cifra está cerca de los 50 libros, que era la meta de un reto que lleva circulando por internet al menos desde 2004, cuando muchos blogs lo popularizaron. Había algunas normas, pero pocas y la mayor parte con la idea de subrayar que era algo divertido y no un trabajo más:

1. No leas para llegar a la cifra.

2. Nada de rellenos. Debes leer libros que te apetezca leer.

3. Vale releer.

4. No hay límites de géneros.

5. Nada de planificaciones previas.

6. Pasa de las reglas.

Con los años, el reto se ha ido flexibilizando. Muchos de los que nos podemos encontrar actualmente en redes sociales no proponen tanto una cifra como ir cambiando de temas. La idea no es tanto leer más como leer diferente (las cifras están por debajo de los 50, entre uno y dos libros al mes).

Por ejemplo, el blog sobre literatura Librópatas propone leer 24 títulos este año. La idea es ir cambiando de género, algo habitual en estos retos: autoficción, crónica periodística o humor, por ejemplo. También hay otras ideas que pueden sonarnos más extrañas y que ayudan a convertir el reto en un juego: un libro cuyo autor haya pasado por la cárcel o un libro con una fruta en el título. Si alguien necesita más ideas, puede consultar los más de 200 retos que enlaza el blog Reading Challenge Addict (“adicto a los retos de lectura)

Raquel Brune, conocida en YouTube como Raquel Bookish y autora de Brujas y nigromantes, explica que algún año ha propuesto retos similares a sus seguidores, aunque no en 2021. “Este año no, porque ha sido muy caótico”. En su opinión, estos retos pueden ser buenos para animarnos a leer algo que se salga de lo habitual. “Yo misma me daba cuenta de que a veces pones el piloto automático y al final del año has leído el mismo tipo de libro todo el rato”. En su último reto, por ejemplo, proponía leer libros ambientados en el futuro, con un protagonista LGTB y un libro publicado antes de 1800, entre otras categorías. Variar lo convierte “en algo más divertido”.

Leer a autores y géneros diferentes tiene además ventajas. En Los ángeles que llevamos dentro, Steven Pinker escribe que la lectura es una tecnología que nos permite acceder a otros puntos de vista. Cuando leemos, entramos en “mundos que solo pueden ser vistos a través de los ojos de un extranjero, de un explorador o de un historiador”, lo que puede llevarnos, por ejemplo, a cuestionarnos normas que damos por sentadas, al acceder a otras ideas y formas de pensar.

¿Un reto o deberes?

La idea de estas propuestas puede ser la de animarnos a leer títulos diferentes o a leer más durante las vacaciones, pero lo cierto es que ponerse un número puede dar la sensación de que son deberes, una obligación más. A lo que se suma la parte social que tienen estos retos, que no siempre es positiva.

De hecho, hay quien piensa que los retos pueden ser contraproducentes. Iván Gómez, que está detrás de la cuenta de reseñas en Instagram @dimeunlibro, opina que “los números generan estrés". En su opinión, "leer es un hábito parecido al de meditar. Necesitas el momento adecuado, relajarte y sentarte a leer. Hay épocas en las que ese hábito se pierde porque vamos más atareados, y entonces el reto anual termina por hacer notar que no leemos. Nos generamos innecesariamente ansiedad. Esa ansiedad hace que en ocasiones leamos por leer, sin prestar tanto tiempo a la investigación de qué libros leer”.

Además, “los retos anuales al ser convertidos a números se usan entonces públicamente y aquí aparece otra de las causas de ansiedad: la autocomparación. Nos comparamos con otros, ¿cuánto ha leído mi amiga?, ¿cuánto leí el año pasado? Leer debe ser algo que hagas porque te apetezca, no por presión ni comparación”.

En lo de la comparación coincide Brune. “Con los números, las cosas a veces se vuelven un poco más oscuras". Explica que, si estamos motivados paara leer, los retos nos pueden animar, pero recomienda pensar "más en el proceso que en el número” y no porque queramos leer más que nuestro vecino. Si nos agobian los números, ella recomienda pensar no tanto en leer 30 o 40 libros al año, sino en reservarnos media hora al día para leer. Brune añade que siempre hay alguien que va a leer más que nosotros y que “no se trata de sufrir”.

El psicólogo Richard Wiseman escribe en su libro 59 segundos que una forma de comprometernos a un propósito (sea de año nuevo o de mediados de mayo) es anunciarlo públicamente. Por ejemplo, más del 70% de los participantes en un estudio de la Dominican University de California cumplieron sus objetivos después de escribirlos y enviárselos a un amigo. De entre los que no se lo contaron a nadie, solo el 35% los alcanzó.

Pero la razón de anunciarlo públicamente no es solo comprometernos de palabra con este objetivo, sino que nuestros amigos nos pueden ayudar en momentos de debilidad (o simplemente recomendándonos un buen libro). Este tipo de relación no siempre se da en Goodreads.

De hecho, y si queremos leer más, Gómez recomienda “leer acompañado”. Es decir, los grupos de lectura: “Apuntarse a un club de lectura de barrio, o virtual como los que yo dinamizo cada mes en @lecturasconjuntas utilizando Telegram, es en mi opinión, el mejor método para adquirir el hábito”. El suyo, por ejemplo, reúne a unas 200 personas, pero hay multitud de librerías y aficionados que organizan sus clubs de lectura. Con la pandemia, algunos han pasado de ser presenciales a virtuales.

Para animar a leer, Brune también sugiere leer teniendo en cuenta nuestro estado de ánimo. Combinar varios libros para que siempre tengamos uno que nos apetezca leer y “no obligarte a acabarlo. Si me obligo a acabar un libro y no me apetece, al final no leo”. En su opinión, es mejor decirnos que no hemos acertado con el libro y pasar al siguiente. El riesgo de obsesionarnos con terminar un libro es entrar en un bloqueo lector. Hay momentos en los que “no leemos porque no nos apetece leer, pero a veces lo que no nos apetece es ese libro”.

Esto depende de cada persona, como recuerda la propia Brune. Por ejemplo, hace unos meses, comentábamos que hay quien prefiere leer los libros de uno en uno. “A veces se me va de las manos -admite Brune-, me gusta tener mucha variedad”.

Todo esto suponiendo que queramos leer. La lectura tiene muchos efectos beneficiosos: ayuda a aumentar la empatía, por ejemplo, además de ser una actividad mental estimulante. Pero también lo es tocar un instrumento y no nos escandalizamos cuando conocemos a alguien que no sabe ni siquiera tocar un par de acordes en la guitarra. De hecho, a menudo hasta lo consideramos una suerte, porque sabemos que al menos esa persona no se llevará su ukelele de viaje y no lo sacará cuando menos te lo esperes, sin ni siquiera avisar.

Leer no tiene que ser una obligación (al menos, no siempre). Al final no leemos para prevenir el alzheimer o para aumentar el flujo sanguíneo en nuestro cerebro. Lo hacemos porque nos gusta y lo pasamos bien. Quizás porque queremos aprender algo. Lo demás son efectos secundarios y poco más.

Si ya te gusta y te apetece leer, a lo mejor estos retos te suponen un aliciente más o una forma de encontrarse con libros diferentes. Por ejemplo, los que tienen frutas en el título, como en el reto de Librópatas. Por si ahora no te sale ninguno, aquí van tres: En azúcar de sandía, de Richard Brautigan; Las uvas de la ira, de John Steinbeck, y La naranja mecánica, de Anthony Burgess. Y si te apetece probar, aquí te ofrecemos el nuestro.

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