9 lecciones de política escondidas en 'Amanece que no es poco'

Todo está en la obra de Cuerda: desde la organización de actos políticos a la austeridad en la campaña, pasando por el 'sorpasso'

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Poco después del anuncio de la repetición de elecciones, la página de Facebook de Amanece que no es poco (con más de 200.000 seguidores) recuperó una escena de la película que se convirtió en un pequeño éxito viral. En ella, el alcalde convoca elecciones para el día siguiente y, cuando un vecino le pregunta por la campaña, el edil contesta: "¡Tampoco somos tantos! El que quiera hacer campaña, que la haga esta tarde. Carteles no quiero ni uno, ¡que ya nos conocemos todos las jetas!". Toda una lección sobre el coste de la publicidad electoral. Y no es la única que esconde la película.

El clásico de José Luis Cuerda es uno de los referentes culturales al que Podemos alude cada cierto tiempo. No es de extrañar: empollándosela se pueden extraer interesantes lecciones sobre política. Repasamos la película buscando sus enseñanzas, desde la organización de actos políticos hasta el sorpasso.

1. Entusiasmo: "Nosotros somos contingentes, pero el alcalde es necesario"

Tal vez los haya habido con más público (la población del pueblo da para lo que da), pero pocos actos políticos se celebran con tanto fervor como la llegada del Alcalde en Amanece que no es poco. Los niños del pueblo salen a cantar, los aldeanos portan ramas de olivo y le sueltan piropazos como "¡viva el munícipe por antonomasia!" o el célebre "¡nosotros somos contingentes, pero tú eres necesario!". Y no es algo excepcional, no: "Si fueran fiestas señaladas, todavía", se queja el cura, "pero le ha cogido el gusto y quiere que se le monte el recibimiento cada vez que vuelve de la capital".

2. Austeridad: "¡Carteles, no quiero ni uno, que ya nos conocemos todos las jetas!"

La crisis debería afectar a todos por igual, y en Amanece que no es poco saben apretarse el cinturón en todos los estratos de la sociedad: ¿que vienen extranjeros? Nada de hostales, la gente los acoge en sus casas. ¿Que hay elecciones? Pues nada de carteles, que ya se conocen todos. Incluso la Iglesia pone de su parte y ofrece su sangre de cristo al borracho del pueblo. "Yo creo que no va a haber bastante para consagrar", se queja el ayudante del párroco –su padre, vaya– cuando ve al borracho empinando el codo. Y el cura responde: "Sí hombre, sí, a poco que haya... En eso estamos muy cubiertos teológicamente". Además, siempre hay que mirar el lado positivo: "La sensación de pobreza que se da, van a pensar los fieles que nos estamos ahorrando en la colecta". De eso se trata, de ahorrar.

3. Orden público: "Lo de dar guantazos es un esquema muy sintético que conviene utilizar poco"

El derecho a manifestarse está recogido en nuestra Constitución, y cualquiera puede utilizarlo: los protaurinos, los antitaurinos... ¡Incluso los pelirrojos! De cuando en cuando, por desgracia, algunas manifestaciones acaban en altercados violentos. Fermín, de la Guardia Civil, le deja bien claro a su compañero cuál es su opinión al respecto: "Lo de dar guantazos es un esquema muy sintético que conviene utilizar poco, y utilizarlo bien, casi en plan poético, diría yo. ¡Guas, guas! como algo prodigioso". Nada de soltar al tuntún, hombre.

4. Relaciones internacionales: "¿Cómo va la invasión?"

Como pudimos comprobar con las reacciones a este anuncio de la marca de ropa Old Navy, todavía existen personas a las que la idea de la multiculturalidad o mestizaje sigue provocándoles rechazo. Que aprendan de la aldea amanecentista: con una población que cabe al completo en el bar del pueblo, cuentan con una amplia comunidad sudamericana,  ocho disidentes rusos y un grupo de americanos. También está Nge, el negro. Bueno, "minoría étnica", matiza su amante, aunque él defiende que "minoría étnica y negro lo mismo son". Por supuesto, vota como un ciudadano más, y se emociona cuando lo hace. "Es que son muchos años de lucha", explica.

En la aldea amanecentista hasta los del pueblo de al lado, que vienen a invadirlos, son bien recibidos. "¿Cómo va la invasión?" Les pregunta el intelectual del pueblo. "Ahí, tirandillo, ya se sabe que las cosas de palacio..." Y antes de que se marchen les desean suerte. Así da gusto.

5. El feminismo: "¡No valéis para nada!"

Mientras que en nuestra sociedad las muestras de machismo siguen patentes en la esfera pública, el feminismo parece haber ganado la partida en la aldea amanecentista: todas las mujeres del pueblo se reúnen en asamblea, y hablan abiertamente desde cómo les va en el sexo. También aprovechan para reírse de un hombre, que acude en representación del género masculino: el argentino del pueblo, que se presta. "¡Que no valéis para nada!", le gritan. "¡Estrafalarios! ¡Aparatosos! ¡Gilipollas!". Además, cuando llegan las elecciones son las mujeres las que eligen entre ellas quién o quiénes ocuparán (solo si quieren) los cargos de prostitutas, adúlteras o monjas...

6. El sacrificio político: "Se ha ahorcado porque la gente joven quiere que la muchacha que ha traído sea comunal"

El alcalde del pueblo, cabreado por el éxito que ha tenido en el pueblo la mujer que le acompaña tras su viaje a la capital, decide solucionarlo por la vía rápida: colgándose en el bar. Lejos de actuar, el Cabo Gutiérrez lo deja pasar. Así se lo explica al párroco: "Después no he intervenido porque lo primero que se me ha venido a la cabeza ha sido el tema del libre albedrío". El cura, lejos de escandalizarse por no impedir un suicidio, le da la razón: "Hombre, es que el tema del libre albedrío viene aquí pintiparado. Con lo bonito que es ese tema".

7. Los americanos: "Usted, alcalde, nos toca las pelotas"

Aunque la multiculturalidad está muy bien vista entre los amanecentistas, el alcalde les coge manía a los americanos... Y la cosa termina malamente con ellos. Marchan, pero clamando venganza: "Cuando seamos líderes, con todo el poder omnímodo, no nos olvidaremos, alcalde, que usted nos toca las pelotas". Si hubiera Amanece que no es poco II, habría problemas. No hay que meterse con los norteamericanos, que la cosa está revueltilla.

8. El sorpasso: "Los electores son veleidosos, les gusta la novedad"

Años antes de que Julio Anguita importara la palabra sorpasso del Partido Comunista italiano, la Guardia Civil de Amanece que no es poco ya lo había sufrido en sus carnes. Después de haber perdido las elecciones contra la secreta, el Cabo Gutiérrez se excusaba así con su compañero: "De entrada nunca pensé que fuera a perder la Guardia Civil, un cuerpo con tanto prestigio y... ya ves, los electores son veleidosos, les gusta la novedad". ¿El drama? Que, al final, todo es lo mismo:

9. No hay quien aguante este sindiós

No hay que tomarse todas estas lecciones muy en serio, porque incluso con su multiculturalidad, su civismo en las manifestaciones y su maña a la hora de organizar grandes actos políticos... La vida de los amanecentistas sigue siendo un sindiós.

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