12 normas de protocolo que no cumplen ni los expertos en protocolo

¿Cuándo tengo que usar cubiertos? ¿Dónde me siento? ¿Cómo tengo que vestirme?

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Tienes una cita importante, una cena formal o una boda con caché. Y llega ese temido momento: ¿Cuándo tengo que usar cubiertos? ¿Dónde me siento? ¿Cómo tengo que vestirme? Toca enfrentarse al protocolo. Pero cada libro dice una cosa y hay miles de normas contradictorias, y algunas absurdas. ¿Hay que seguirlas siempre?

La reverencia de Obama ante el emperador Akihito trajo mucha guasa.

Lo primero en lo que coinciden los expertos es que el protocolo es mucho más flexible de lo que podríamos imaginar. Y que hay una regla que gana a las demás: el protocolo lo elige el que organiza el acto. Así que da igual lo que digan los libros porque el que pone la casa, manda. “Si haces caso a lo que dicen los libros y a la cantidad de reglas de protocolo que hay, vas a una cena y al final no comes”, dice Carlos Fuente, director del Instituto Universitario de Protocolo de la Universidad Camilo José Cela.

Aprendida la regla básica, hemos preguntado a varios expertos* sobre cuáles son las reglas más sorprendentes y las situaciones más absurdas que se producirían que siguiéramos el protocolo en el sentido más estricto. 

Con esta pamela no hay quien coma.

Aquí está este antimanual con las normas que puedes saltarte:
Esperanza Aguirre, Pío García Escudero, Soraya Sáenz de Santamaría, Antonio Basagoiti y Mariano Rajoy, tomando un plato de pepino (con la mano).

1.Cuando se baja una escalera acompañando a una señora, el hombre siempre va delante para que, si ella se cae, no se haga daño. “Esto no tiene sentido en una oficina en la que los dos son compañeros de trabajo y el hombre va lleno de papeles”, dice Gerardo Correas.

2. Llevar la pamela durante toda la boda.  Eso significa que si una invitada opta por el sombrero, le toca aguantar el cóctel, la comida y la tarta con él puesto, aunque sea tan grande que se choque con los vecinos de mesa. “Un ejemplo que demuestra que es una norma sin mucho sentido: la infanta Elena en la boda de su hermana Cristina fue a la iglesia con una pamela enorme. Lo inflexible del protocolo dice que no se la puede quitar. La infanta se llevó a una peluquera y en el intermedio entre la ceremonia religiosa y el banquete se la quitó y apareció perfectamente peinada”, explica Correas.

3. Sentar a los matrimonios separados en la mesa. Pero si son novios, sentarlos juntos. “Es la llamada norma del descanso matrimonial y se hace para intentar que haya más integración entre los comensales. Lo curioso es que tradicionalmente se permitía que si la pareja no estaba casada se pudieran sentar juntos. Algo que no parece tener mucho sentido ahora porque ¿qué más da que estén casados o que no?”, cuenta Carlos Fuente.

4. Usar las tarjetas para enviar un mensaje (más allá de lo que se escribe). “Al igual que existía un lenguaje de los abanicos, existe uno de las tarjetas. Según cómo las dobles quiere decir una cosa u otra: por ejemplo, doblar la esquina superior derecha significa visita, la inferior derecha es de pésame, la superior izquierda de despedida, etc. Hoy en día están absolutamente caducos y sería sorprendente que alguien las usara”, recuerda Bárbara de Senillosa.

5. Esperar en el primer plato pero no en el segundo. Pues sí, sí hace falta esperar en los segundos. “El tópico de que en el segundo plato sí se puede empezar a comer aunque no estén todos servidos es absurdo. Si no se puede en el primero lógicamente tampoco se puede en el segundo”, dice Correas.

6. Hacer reverencias excesivas. “No hay que hacer ninguna inclinación de rodilla ante los reyes. No es necesario y es antiestético. Se hacía antes porque los vestidos de gala eran largos y el gesto era casi imperceptible pero ahora que se les ven las piernas a las mujeres, no tiene sentido y parece incluso algo machista”, opina Fuente. "También son ridículas las inclinaciones excesivas, como las que en ocasiones hacen los mandatarios occidentales ante los orientales. Una ligera inclinación de cabeza basta".

7. Poner fórmulas en francés en las invitaciones. “Por ejemplo: SE RUEGA CONTESTACIÓN, con las iniciales en francés (rsvp). Es una cursilada”, dice Correas.

8. Comer con la mano solo el pollo y los espárragos. “Hay muchas cosas que se pueden comer con la mano. Dependerá del sitio, de con quién estés, de qué se esté haciendo”, explica Correas. Bárbara de Senillosa también está de acuerdo: “Protocolariamente, los palillos no existen. El aperitivo se come con las manos, no hay nada más ridículo que perseguir una aceituna con un palillo. Croquetas, tortilla, minisandwiches… Y, si no, con unas cucharitas especiales para ello”.  

9. Llevar traje oscuro y corbata en todos los actos oficiales. “Yo soy muy defensor de la corbata pero ¿acaso no hay ahora trajes mucho más elegantes que no llevan corbata?”, reflexiona Fuente.

10. Comer los langostinos con la mano. “Si voy a una casa y me ponen cubiertos, digan lo que digan los libros, en ese momento se come con cubiertos. Lo mismo al revés: si no me ponen cubiertos, por mucho que esté empeñado que se puede comer con cubierto, no los pediré para comer”, explica Gerardo Correas.

11. Colocar a los asistentes alternando hombre/mujer/hombre/mujer. “Las posibilidades de que haya el mismo número de hombres que de mujeres en una reunión son bastante pocas”, explica Correas. Fuente resalta otro aspecto: “En teoría, a las esposas de un invitado hay que ponerles ‘señora de’ y el apellido del marido. Pero es absurdo tratarlas solo como esposas de alguien, así que es mejor poner el nombre siempre que se pueda”.

12. Usar solo la tercera persona en una conversación “real”. Aunque probablemente las posibilidades de que te encuentres con un rey o una reina sean pocas, el protocolo estricto dice que a un monarca nunca se le trata de usted, sino que se le habla en tercera persona, refiriéndose a él como su Majestad.

*Gerardo Correas Sánchez, es presidente de la Escuela Internacional y de Protocolo y director de área de Protocolo de la Universidad Europea de Madrid. Carlos Fuente es director del Instituto Universitario de Protocolo de la Universidad Camilo José Cela. Y Bárbara de Senillosa, directora de Relaciones Institucionales de la Escola Superior de Protocol i Relacions Institucionals. 

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