Formas de gobierno (y desgobierno) en un piso de estudiantes

Sí, el cuadrante de tareas funciona bien, pero es un rollazo. ¿Has probado la fiesta comunal o la juegocracia?

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Fotograma de "L'Auberge espagnole". Su título en España, "Una casa de locos", dice mucho de lo que es compartir piso.
Fotograma de "L'Auberge espagnole". Su título en España, "Una casa de locos", dice mucho de lo que es compartir piso.

Septiembre se acerca. Las vacaciones se terminan y, con el curso universitario a punto de comenzar, arranca el particular juego de las sillas de las ciudades: es hora de empezar a buscar piso o habitación antes de que sea misión imposible. Una vez asentado, toca preguntarse: ¿qué clase de régimen de convivencia llevarás con tus compañeros? Hay más formas de gobernar (o desgorbernar) un piso compartido de las que parece a simple vista. Aquí van algunas que seguro has vivido. O sufrido.

1. Anarquismo utópico

Sin cuadrantes ni normas: si alguien ve algo sucio, lo limpia, y todos los inquilinos hacen por mantener las zonas comunes en perfecto estado.

Lo mejor: Es maravilloso. Mientras dura.
Lo peor:
En cuanto uno de los cohabitantes no sigue el sistema, el sistema se va al garete. Puede dar lugar a una dictadura o a anarquismo de supervivencia.

2. Anarquismo de supervivencia

Nadie limpia (ni friega, ni pone la lavadora, ni baja la basura) a menos que sea estrictamente necesario. ¿Vas a comer? No habrá vajilla ni cubertería limpia, así que friega un plato, un tenedor y un cuchillo. Al terminar, ni se te ocurra desequilibrar la balanza: vuelve a dejarlo todo sucio.

Lo mejor: Una vez te acostumbras es bastante cómodo y tiene una magia zen incomparable.
Lo peor:
Puede dar lugar a una troika (o a alguna enfermedad infecciosa leve).

3. Dictadura

Uno de los inquilinos –el más limpio o el más mandón– toma las riendas de la limpieza y elige cómo y cuándo se limpia.

Lo mejor: La tranquilidad de no tener que tomar decisiones ni tener iniciativa. Si el piso está sucio, la culpa siempre será de los demás.
Lo peor: a lo mejor esa tarde que pensabas ver una película en el salón te toca limpiar. El baño. Después de dos meses.

4. Troika

Las labores se deciden por (o antes de) intervención de fuerzas extranjeras y que tienen poder sobre el piso: casero, portero o, si el anarquismo de supervivencia ha llegado muy lejos, tal vez incluso Servicios Sociales.

Lo mejor: El único momento en el que el ser humano sabe limpiar debajo del fregadero es cuando van a venir a mirar el contador del agua. Aprovecha.
Lo peor:
Tal vez te echan de casa.
Lo mejor de lo peor:
Tal vez tu nueva casa esté limpia.

5. Visitocracia

La limpieza y las labores del hogar se realizan, por imposición, justo antes de alguna visita. Si vienen los padres de un inquilino a dejarle tuppers, de él dependerá que sus progenitores piensen que su hijo es un gorrino o no. En casos de visitas grupales de amigos o conocidos, las labores pueden repartirse. O no.

Lo mejor: Los demás piensan que sois gente limpia y ordenada.
Lo peor:
Los únicos que disfrutan de tu casa limpia y ordenada son los demás.

6. Cuadrante rotativo

El mítico, las Tablas de la Ley de los pisos compartidos. Consiste en un planning en el que se especifican las tareas que cada inquilino tiene que cubrir. Existen dos modalidades: rotativo total (cada X días, uno se encarga de la limpieza total de la casa) o parcial (cada X días, uno se encarga de Y parte de la casa).

Lo mejor: Opción casi inmejorable cuando los compañeros son completos desconocidos y/o no tienes suficiente confianza como para experimentar formas de gobierno más avanzadas (o divertidas).
Lo peor:
El formato rotativo parcial puede dar lugar al espinoso concepto de “aguas internacionales”: una porción de la casa (un pasillo, trastero, terraza...) que queda sin recoger en el cuadrante y que, obviamente, nadie limpiará. En “aguas internacionales” puede implantarse un microestado de anarquía utópica o de supervivencia, e incluso una troika.

7. Listado de tareas

Versión simplificada del cuadrante rotativo, en el que se elabora una relación de las tareas a realizar en el piso y según los gustos de unos u otros –hay gente en el mundo a la que le gusta fregar. En serio– se reparten las tareas.

Lo mejor: Puede que haya alguna tarea del hogar que te guste realizar.
Lo peor: A quién pretendes engañar, no hay ninguna tarea del hogar que te guste realizar

8. Juegocracia

Todas las labores del hogar se deciden apostándolas a juegos de cartas o videoconsola. Entre los primeros, son célebres casos de jugar a la escoba (el que pierda, la coge). Entre los segundos, Tekken, Mario Kart o Mario Tenis.

Lo mejor: Posiblemente, el más divertido. Si eres bueno podrás tirarte largas temporadas sin coger una bayeta.
Lo peor: Si eres malo, tendrás que dejar de ir a clase/trabajo para mejorar. En el caso de las cartas, siempre puede haber tramposos y, en el caso de los videojuegos, trucos. La corrupción también existe en la juegocracia.

9. Fiesta comunal

¿Quién dijo que las labores de la limpieza eran aburridas? Se escoge un día a la semana, se elabora una playlist específica para tal magno día –en Verne recomendamos ésta– y, todos los inquilintos juntos, se ponen manos a la obra. Puede haber cervezas.

Lo mejor: Junto a la juegocracia, la más divertida.
Lo peor: Si se te va de las manos con las latas de cerveza, el piso puede acabar peor que antes de empezar.
Lo peor todavía: A tus compañeros de piso les pueden gustar las canciones del verano.

10. Externalización

Contratar a una persona ajena al hogar para que se dedique a las labores de limpieza. 

Lo mejor: La casa está limpia… ¡Y tú no has limpiado!
Lo peor: Cuesta dinero y hay quien piensa que es muy burgués. Sin embargo, combina genial con el anarquismo de supervivencia.
Lo todavía peor: Aparece el concepto de “el deadline de la roña” (fecha límite). Si, supongamos, el encargado o encargada de la limpieza aparece por casa los miércoles, el martes, después de toda una semana de no-limpiar y no-fregar, la casa se encuentra en una situación que ni en el peor de los anarquismos supervivencia. 

Legislación

Ahora que ya hemos decidido la forma de gobierno de nuestro hogar, es el momento de establecer algunas normas que complementen el sistema político elegido. Aquí van unas cuantas a tener en cuenta:

1. Hucha

Un clásico. Cada vez que algún inquilino no realiza sus tareas, mete una cantidad determinada en la hucha.

Lo mejor: Con lo que se saca se podría pagar una externalización.
Lo peor: Con lo que se saca se suele comprar cerveza. Ay, un momento...
Lo mejor: Con lo que se saca se suele comprar cerveza.

2. La torre de pizza

Una forma creativa y original de elegir quién saca la basura. Se comienza a construir una torre con los desperdicios (cajas de pizza, bolsas de basura, latas de cerveza...) y, el que la tire, la baja al cubo.

Lo mejor: Combina genial con el anarquismo survival.
Lo peor: Arquitectos e ingenieros de obras juegan con ventaja.

3. Tributo por habitación

Cuando uno de los inquilinos se queda con una habitación que es claramente superior al resto, ese inquilino paga un porcentaje más de alquiler o se queda con una actividad doméstica extra. 

Lo mejor: Con suerte, pagas un poco menos de alquiler o te ahorras limpiar un rinconcillo.
Lo peor: Combina fatal con el anarquismo de supervivencia.

4. Invitación con compromiso

Existen ciertas labores del hogar, como hacer la compra o bajar la basura que no es necesario que realicen los inquilinos: es cuestión de organizar las visitas. "Oye, ya que vienes súbeme el pan" y "ya que bajas, tírame la basura" son frases a tener siempre presentes.

Lo mejor: Verás a tus amigos, te subirán el pan y te bajarán la basura.
Lo peor: Puede dar lugar a una visitocracia.

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