Dirk Voltz y su novio son una pareja alemana que seguía desde su casa las noticias sobre el drama de los refugiados y un día decidieron hacer algo al respecto. Después de alojar en su hogar desde el pasado mes de julio a 24 personas de Irak, Afganistán y Siria y de conocer sus historias, el martes por la noche Dirk decidió compartir su experiencia en su muro de Facebook. Con cierta ironía, expresó su "decepción" al comprobar que todos sus estereotipos con respeto a estos ciudadanos quedaban desarmados. Más de 4.000 compartidos y eco mediático, primero en la prensa alemana, han servido para viralizar su mensaje de tolerancia.
“Convivimos con musulmanes y en casa no se ha usado un cuchillo para nada más que cortar cebollas y carne -viene a decir su escrito-. Ninguno nos insultó porque fuéramos dos hombres compartiendo una cama a medias”. Voltz explica a Verne desde Berlín estar sorprendido por la “enorme y repentina atención" que ha despertado su carta, en la que reconoce que estos últimos meses han cambiado la vida de la pareja. “Podéis estar ahí para otros. O simplemente podéis seguir teniendo miedo. (…) Siento pena por aquellos que viven instalados en el miedo”, termina el post.
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Gerade in schlechten Zeiten sollte man die eigene Bilanz prüfen. Meine schaut so aus: Seit Juli rund 24 Leute aus...
Posted by Dirk Voltz on lunes, 2 de noviembre de 2015
Dirk Voltz
“Es especialmente en los malos momentos cuando se debe hacer balance. El mío luce así: desde el mes de julio, 24 personas de Siria, Afganistán e Irak se han alojado con nosotros.
Los cuchillos siguen ahí, justo donde los dejé sobre la tabla de cortar, antes de que invitados de Siria o Irak llegaran.
Las llaves de nuestro dormitorio nunca se han usado, a excepción de la vez que un querido invitado de Afganistán las usó como juguete para los gatos. Nuestros cuatro gatos, viejos y gordos, se lo pasaron tan bien como él.
Pero, volviendo a los cuchillos: lo único que se ha “matado” con ellos ha sido un par de cebollas, mucho ajo y todavía más carne.
Mario y yo todavía vivimos. Quizás incluso de un modo más intenso que antes. Sí regresaremos a nuestra “vida normal”.
Por favor, ¿Qué está pasando? Ningún musulmán de los que se quedó aquí intento matarnos mientras dormíamos. Ninguno nos insultó porque fuéramos dos hombres compartiendo una cama a medias. Nadie en ningún caso dijo que prefiriera la ley Sharia sobre la Constitución alemana. Ninguno hasta ahora no ha lamentado haber dejado su país.
Si tuviéramos que contar alguna mala experiencia, solo diría que nuestros nuevos amigos usan demasiada sal y azúcar. Nada que no se pueda solucionar con una compra en el supermercado.
¿Dónde esta entonces el proceso de “islamización” de Alemania? Quizá se quedó en algún lugar de la ruta de los Balcanes -el camino que recorren muchos refugiados hasta llegar a Europa a través de Hungría-. Para los “alemanes preocupados” esa "islamización" llegará, sin duda. Si no ahora, será en 2016, 2017, 2018…
La verdadera decepción para nosotros llega en forma de un SMS cualquiera, de amenazas de muerte en la calle o de cartas insultantes dejadas en la puerta de casa.
O simplemente de los amigos de la escuela, que prefieren citar a Alternativa por Alemania (AfD) -partido euroescéptico y conservador- y quejarse. En vez de enfrentarse a la crisis, es preferible llorar como si no hubiera un mañana. ¡Despertad de una vez!
Como si se pudieran parar los movimientos migratorios. Como si se tuviera alguna influencia sobre la guerra. Como si no tuviéramos todos responsabilidad del horror y el dolor que ocurre en el mundo.
Puede ser el que Islam no pertenezca a Alemania. También pude ser que el diablo esté en todas las religiones. Quizá tenga que seguir luchando los próximos diez años por mis derechos como homosexual. Puede ser también que, en algún momento, caiga en la cuenta de que también he cometido errores.
Todo es posible, nada es obligatorio. ¿Quién sabe lo que ocurrirá algún día? Lo que sí sé con certeza es que este verano y este otoño han cambiado nuestras vidas. Podéis estar ahí para otros. O simplemente podéis seguir teniendo miedo. En ese caso lo lamento. Siento pena por aquellos que viven instalados en el miedo.
Ante una más de esas noticias que reflejaban el drama tras la crisis de los refugiados, el alemán se preguntó: “Si me estuviera pasando algo así a mí, ¿qué esperaría que ocurriera?”, recuerda a Verne. Otro impulso es el que le hizo hacer pública su experiencia en Facebook, al sentir la necesidad de “compartir algo positivo entre todo el resentimiento y miedo indeterminado que se ha esparcido por algunos medios”.
Aunque la ironía no es algo que se entienda a la primera en las redes sociales, Voltz considera que ha sido precisamente cierta acidez a la hora de abordar el tema la que ha enganchado a los usuarios. “Al fin y al cabo la exageración es un recurso muy gráfico”, dice. En estos momentos, su pareja y él están tomándose un descanso como anfitriones, pero volverán a alojar a personas que lo necesiten a finales de mes. En este tiempo, el único gran problema al que se han enfrentado ha sido a la escasez de sal y azúcar en la despensa, dice en tono de broma en su texto original. También menciona amenazas en la calle y cartas desagradables en la puerta de casa por parte de personas que no entienden su forma de actuar, aunque nunca han considerado involucrar a la policía por estos hechos, nos comenta.
After only two month in Germany, Mjood speaks almost a perfect german ;-)
Posted by Dirk Voltz on viernes, 6 de noviembre de 2015
"Después de sólo dos meses en Alemania, Mjood casi habla alemán perfecto"
Desde que empezaron a acoger a refugiados, la pareja ha aprendido que “ayudar no es tan complicado” y ha podido comprobar que sus invitados, aunque lamentan haber dejado sus países, “están contentos de haber escapado del infierno y de que Alemania, o más bien los ciudadanos alemanes, les hayan hecho sentirse bienvenidos”.
El matiz que Voltz hace sobre los ciudadanos de su país es importante. La relación del Gobierno alemán y de su canciller Angela Merkel con todos los temas relacionados con la inmigración se puede definir como hipersensible; cualquier cosa que se diga o se haga al respecto es susceptible de causar polémica. Lo fue en 2010 su ya célebre “Multikulti ist tot” (la multiculturalidad está muerta), que poco después entonaron Nicolas Sarkozy en Francia y David Cameron en Reino Unido.
También lo fue la más reciente interacción este verano con una adolescente palestina, que terminó llorando cuando la líder germana le espetó en público que su sueño de quedarse a estudiar en Alemania era complicado, porque muchos refugiados iban a ser expulsados. La torpe caricia de Merkel originó un hashtag, #merkelstreichelt (Merkel acaricia), que se convirtió en trending topic. Horas después de la polémica, a la protagonista de esas imágenes virales, Reem Sahwil y a su familia se les permitió permanecer en Alemania.
Pero esa mala fama se extiende también a algunos ciudadanos. La reciente reacción del fotógrafo alemán Olli Waldhauer, quien reclama a Facebook ser más exigente con los comentarios xenófobos, también se ha convertido en viral. ¿Es esta oleada de solidaridad alemana una respuesta a la mala fama de su gobierno y de parte de su población en asuntos de inmigración?, preguntamos a Dirk Voltz. Él contesta con otra pregunta: “¿Por qué no vemos o por qué no es noticia la solidaridad con respecto a este tema de otros países europeos?. Quizá no sepamos de ello, pero estoy seguro de que hay manos amigas en todos los lados”, apunta.
El alemán ha vuelto a colgar un mensaje en Facebook, esta vez en inglés, para agradecer por las reacciones a su escrito. "Simplemente necesitaba transmitir un gran GRACIAS a todos. Siempre supimos que hay mucha gente muy preocupada por esta situación que estamos enfrentando en estos momentos. Me sigue dando escalofríos leer una respuesta tan positiva de todas las partes del mundo (qué loco). Sois una prueba de que hay humanidad. Así que hay esperanza", dice Voltz.
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