¿Por qué cada vez sonreímos más cuando posamos para una fotografía?

Lo revela un estudio de la Universidad de Berkeley (California), que ha analizado más de un siglo de fotografías de anuarios de instituto

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Cada vez sonreímos más en los retratos fotográficos. Esta es una de las conclusiones que surgen del estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Berkeley (California), titulado A Century of Portraits: A Visual Historical Record of American High School Yearbooks (Un siglo de retratos: Un registro histórico visual de los anuarios de instituto estadounidenses)

Liderado por la académica Shiry Ginosar, el equipo ha incorporado la fotografía a la “minería de datos”, una disciplina destinada a encontrar patrones ocultos y conexiones inesperadas entre una gran cantidad de información. Esta fusión entre ambas herramientas es algo muy poco común hasta ahora, apunta un artículo de la publicación vinculada al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

La conclusión a la que llegaron desde la universidad californiana después de analizar toda la información recogida es que, en las primeras décadas del siglo XX, la gente solía sonreír menos ante la cámara. La razón es tan sencilla como que en esos años, cercanos al nacimiento de la fotografía, se debía permanecer quieto durante más tiempo ante el objetivo, como si estuvieran posando para un cuadro. De esta forma se evitaba que la imagen saliera movida.

“La etiqueta y los estándares de belleza marcaban que la boca quedara más cerrada. Por eso se estilaba decir prunes (ciruelas pasas) en vez de cheese (queso)”, explican las investigadores en su estudio, en referencia a la postura de la boca a la hora de pronunciar estas palabras en inglés. La publicidad también jugó un papel importante en este cambio. En especial desde que la compañía fotográfica Kodak comenzó a promover la idea de sonreír en las fotos para lograr recuerdos más felices, apunta el texto académico.

Anuncio de Kodak

Otro dato interesante que arroja el estudio: las mujeres sonríen más que los hombres. Resulta curioso que las limitaciones en la muestra de esta investigación sirvan también de recordatorio sociológico. A principios del siglo XX, menos del diez por ciento de los jóvenes de 18 años se graduaban del instituto, mientras que a finales de los 60 ya eran la mitad de ellos. Además, los afroamericanos no llegaron a los institutos hasta la segunda mitad del siglo.

Para este estudio, se emplearon 150.000 imágenes encontradas en anuarios de institutos estadounidenses de los últimos 110 años, de las cuales se desecharon aquellas que no eran retratos frontales. Quedaron entonces 38.000 fotografías restantes que engloban cerca de 800 anuarios procedentes de 26 estados diferentes del país norteamericano.

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