Todo empezó con un panda oculto entre muñecos de nieve. A partir de ahí aparecieron más versiones de este pasatiempo que a su vez recordaba al clásico Dónde está Wally: otro panda oculto entre stormtroopers de Star Wars o entre músicos de black metal, además de una ilustración en la que había que encontrar el Oscar escondido entre los C3-PO.
Esta nueva propuesta que recoge el blog de divulgación IFL Science es en apariencia más sencilla. Solo hay que encontrar la T. Y además ya avisan de que no es roja.
La gracia de esta prueba es que forma parte de un estudio de la Universidad John Hopkins (Baltimore, Estados Unidos), cuyos resultados se publicaron este 25 de febrero. Se puso a los participantes a buscar una B o una T. A la mitad se le decía que la letra no era de un color determinado y al resto no se le daba ninguna pista. El test se puede hacer entero en este vídeo.
Tal y como era de esperar, los que no contaban con ninguna pista tardaban más en encontrar la letra. Además, cuantas más veces practicaban, menos tardaban en resolver la tarea.
Los resultados parecen obvios, pero lo que se quería mostrar en este estudio era cómo el cerebro puede suprimir ciertos estímulos de forma voluntaria. Es decir, cuando les decían que la T no es roja, los participantes podían eliminar de su atención todos los objetos de ese color. Este estudio podría servir para entrenar a personas cuyo trabajo implique hacer búsquedas visuales, como radiólogos o inspectores de equipajes en los aeropuertos.
De hecho, ya se sabía que podemos centrar nuestra atención en lo que es relevante para nosotros, ignorando lo que no corresponde a lo que estamos buscando. Un ejemplo clásico y bien conocido es el de este experimento elaborado por Daniel Simons y Christopher Chabris en 1999. Mira este vídeo y cuenta los pases que hace el equipo de blanco. Ojo con el párrafo siguiente, que está la solución allí.
Bien. ¿Cuántos pases han dado los chicos y chicas de blanco? ¿15? Estupendo. Muy bien contados. Otra cosa: ¿has visto al gorila? Una mujer disfrazada de gorila se pasea entre los jugadores durante nueve segundos con toda la calma, parándose para golpearse el pecho. El 50% de la gente que vio el vídeo durante el experimento original no se dio ni cuenta. (Y sé que es una mujer porque lo dice Time).
Si ya conocías el vídeo, prueba con esta nueva versión. Cuenta también los pases del equipo blanco.
¿Cuántos pases han dado? ¿Has visto al gorila? ¿Te has dado cuenta de que la cortina cambia de color? ¿Y has visto que uno de los miembros del equipo negro se ha ido a mitad del vídeo? Es decir, si cuentas pases, te pierdes al gorila. Pero si estás esperando a que salga el gorila, no te vas a fijar en las cortinas.
Como explica Michael Shermer en The Believing Brain, este experimento se ha repetido con aparatos que permiten detectar dónde fijamos la mirada y los participantes que no vieron al gorila, tenían la vista fija en él. Lo que ocurría era que “mucho de lo que pasa frente a nuestros ojos puede ser invisible para un cerebro centrado en alguna otra cosa”.
En el caso del gorila este filtro trae consecuencias negativas. Según recuerda Kathryn Schulz en En defensa del error, la ceguera por falta de atención podría causar muchos accidentes de automóvil. También la aprovechan los carteristas que actúan en pareja: uno de ellos desvía nuestra atención y no nos damos cuenta de que el otro se ha llevado el móvil que habíamos dejado sobre la mesa.
Pero por lo general esta forma en la que trabaja nuestra atención es muy útil: si nos dicen que la T no será roja, filtramos los estímulos de ese color y la encontramos antes. Si buscamos un panda entre muñecos de nieve, nos centraremos en uno o dos rasgos que diferencian a este animal de los muñecos. Usamos también este filtro cuando buscamos una bufanda o una cartera que no sabemos dónde hemos dejado o para prestar atención si oímos un determinado sonido. Por ejemplo, como hace un director de orquesta centrar su atención solo en uno de los instrumentos.
Sí, no vemos al gorila. Pero en realidad no queríamos verlo. Estábamos contando pases. Y los hemos contado de maravilla.
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