A menudo, se habla de las consecuencias psicológicas a las que se enfrenta un hijo a causa de la ausencia de los padres, pero apenas se ha explorado la situación inversa, cuando los hijos desaparecen voluntariamente de las vidas de sus progenitores. El silencio es el enemigo principal en este tipo de situaciones.
Este abandono y el sentimiento de culpa que arrastra con él son dos de los grandes temas que abordaba la premio Nobel de Literatura Alice Munro en su trilogía de relatos cortos Destino, Pronto y Silencio, englobados en el libro Escapada. El cineasta Pedro Almodóvar se inspira, aunque solo de manera parcial, en estos textos para construir su nueva película, Julieta, personaje que encarnan Adriana Ugarte y Emma Suárez en la cinta que se estrena el 8 de abril. Son dos de los grandes autores que se cuestionan en sus trabajos este sentimiento sin nombre específico y sin manual de supervivencia.
El silencio al que hace referencia parte del relato de la escritora canadiense es el castigo que dedica una joven de 21 años, Penelope, a su madre Juliet, desapareciendo de su vida sin dar ninguna explicación. "Las reacciones comunes ante cualquier tipo de abandono suelen ser la soledad, la culpa, la rabia, pero la intrahistoria detrás de ese hecho es la que define las pautas a la hora de enfrentarse a él, en especial si se trata de un abandono progresivo o uno brusco", explica a Verne el psicólogo Alberto Soler.
El dolor no procesado del personaje principal de Munro se basa en la ausencia de una hija que sigue existiendo, solo que no lo hace en la vida de su madre. Esa relación perdida no sigue las fases de un duelo puro y duro, como el originado por una desaparición o un fallecimiento. Por eso, apunta Soler, no hay un patrón de sufrimiento establecido.
Relaciones tóxicas
Una de las causas más habituales que originan esta situación es la necesidad de romper con la relación tóxica que se ha establecido entre el padre o madre y el hijo. "La ruptura llega cuando al menos el hijo lo percibe de este modo", explica Soler, quien considera los ejemplos más habituales de este tipo de relaciones aquellos que se basan en el excesivo control paterno, en la falta de afecto o en la dependencia que desarrolla el progenitor con el hijo.
Entre los temas que el nuevo drama de Almodóvar hereda de Munro también figura el intercambio de roles entre madre e hija. "La falta de comunicación de Julieta es clave para entender por qué llega a la situación a la que llega. Durante una fase de su vida, no está capacitada para cuidar a nadie, se queda sin recursos para avanzar y se convierte en su hija", comenta a Verne Emma Suárez, sobre su papel en la cinta del director manchego.
"Cuando el padre o la madre se enfrenta a la ausencia de un hijo sin ser consciente de esa relación tóxica que ha provocado la distancia, reacciona con incredulidad o sorpresa. Eso revela una pobre gestión de las emociones de quien debería ser más adulto y una escasa capacidad de diálogo, lo que daña a la gente cercana", argumenta Soler.
"¿Va a durar este silencio para siempre?", pregunta una madre anónima al hijo que dejó de hablar con ella en una carta abierta que publicó el año pasado el diario británico The Guardian. El comentario a propósito de esta publicación más celebrado en el perfil de Facebook del periódico, con más de 250 "me gusta", se cuestiona si la madre debe reflexionar sobre su parte de responsabilidad en esa ruptura.
Si el progenitor reconoce haber construido una relación tóxica, debe enfrentarse a la situación "revisando sus propias creencias, desarrollando empatía con su hijo y siendo humilde", explica el psicólogo.
Y si se recupera la relación, ¿qué pautas se han de seguir? "Si el problema no ha sido muy grave, algo que afecte a las bases de la relación, lo más aconsejable es no hablar de este episodio en exceso. En el caso contrario, sí ha de establecerse una negociación que siente las bases para una nueva relación, todo ello basado en el diálogo, que es una de las cosas que ha fallado en el pasado", argumenta Soler.
En tono de humor y aplicando así la venda antes de la herida, una madre holandesa decidió enfrentar el abandono creando en punto de cruz una versión a tamaño natural de su hijo adolescente, que ya prefiere pasar tiempo con sus amigos que con su madre.
Woman who knitted a life-size version of her son for “cuddling” says you don’t get the joke https://t.co/hzFjahaYa2 pic.twitter.com/Cr7Qq87xhh
— Huffington Post (@HuffingtonPost) 15 de enero de 2016
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