Adiós al mito de la generación Tinder: a los millennials no les interesa tanto el sexo

Un estudio muestra que los nacidos en los 80 y los 90 tienen menos relaciones sexuales que las generaciones anteriores

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Una escena de 'New Girl'. Son millennials ya mayorcitos, pero en fin
Una escena de 'New Girl'. Son millennials ya mayorcitos, pero en fin

Un estudio sobre cómo son y qué quieren los millennials ha dado con un dato que rompe algunos estereotipos: los jóvenes no practican tanto el sexo como generaciones anteriores.

Y eso a pesar de los artículos que han lamentado cómo las apps de citas han convertido a los jóvenes de hoy en día en gente que salta de amante en amante, sin ni siquiera comprar flores, lo que podría tener efectos psicológicos negativos. Una de las piezas más comentadas fue esta de Vanity Fair del año pasado, que se compartió casi 60.000 veces en Facebook, según la web SharedCount.

Resulta que el tópico no es cierto, según un estudio de Jean Twenge, de la Universidad de San Diego, Rine Sherman, de la Universidad de Florida Atlantic, y Brooke Wells, de la Universidad Widener. Este trabajo, publicado en la revista científica Archives of Sexual Behaviour, muestra que el 15% de los jóvenes de entre 20 y 25 años nacidos en los años 90 no ha tenido ninguna pareja sexual desde los 18 años. Cuando tenían la misma edad, para los nacidos en los años 60 la cifra se quedaba en el 6%. De hecho, los datos de los jóvenes actuales son comparables a los de los estadounidenses nacidos a principios del siglo XX. Esta abstinencia es más pronunciada en las mujeres que en los hombres y se da menos entre los universitarios y los afroamericanos.

Los resultados están basados en los datos de la General Social Survey, una encuesta sociológica que se publica casi cada año en Estados Unidos desde 1972 y que está a cargo de la Universidad de Chicago.

Además, están en línea con los datos de otro estudio anterior de Twenge y Sherman que ya mostraba que los jóvenes de hoy en día se acuestan con menos personas que generaciones anteriores. La media proyectada de parejas sexuales entre los milénicos se espera que quede en un total de 8, mientras que la generación X sumaba 10 y los baby boomers, 11.

En cuanto al tópico que mostraba a los veinteañeros enganchados a Tinder, Twenge no niega que “algunos adolescentes y jóvenes usan estas apps y son promiscuos, pero son la excepción”.

¿Y esto qué efectos tiene?

Todo esto no es necesariamente malo. Ni bueno. Depende, según explica Twenge en un comunicado: “Son buenas noticias para su salud sexual y emocional, en caso de que estén esperando a estar preparados. Pero si los jóvenes se olvidan del sexo por completo, podrían estar dejando pasar algunas de las ventajas de una relación romántica adulta”.

Esperar puede llevar a relaciones más sólidas a largo plazo, como recoge The Washington Post, citando a Stephanie Coontz, directora de investigación en el Consejo de Familias Contemporáneas. Coontz añade que los jóvenes aceptan cada vez más “todo tipo de relaciones sexuales consentidas” y rechazan cualquier tipo de presión en lo que respecta al sexo. Es decir, les parece muy bien que la gente haga lo que le dé la gana y eso incluye, también, no hacer nada.

Sin embargo, el diario estadounidense también cita los temores de otros expertos, que creen que esta caída refleja las dificultades de algunos jóvenes para formar conexiones románticas profundas.

¿Y por qué no quieren tener relaciones sexuales?

¿A qué se debe esta caída? ¿No son jóvenes? ¿No tienen nuevas y excitantes herramientas para el escarceo? Pues según explican Twenge en el comunicado antes citado y Sherman en Science of Us, hay varios motivos que podrían este cambio de actitud:

1. Si bien es cierto que hay apps que facilitan encontrar pareja, “la tecnología podría tener un efecto negativo si los jóvenes pasan tanto tiempo online que al final acaban interactuando menos en persona”. Twenge también menciona que la mayor cantidad de entretenimiento online de todo tipo (incluida la pornografía) podría influir en este cambio de hábitos sociales.

2. Los jóvenes también estarían más preocupados por la seguridad personal, sobre todo ante la mayor cobertura que reciben las agresiones y violaciones sexuales, especialmente las que ocurren en las universidades estadounidenses.

3. Y también estarían más concienciados acerca de los riesgos de las enfermedades de transmisión sexual, en especial, el sida.

Jeffrey Arnett, profesor en la Universidad de Clark, explicaba a Time que los jóvenes no solo tienen menos relaciones sexuales que los de generaciones anteriores, sino que “también beben menos, fuman menos, los índices de criminalidad [en Estados Unidos] están a la mitad que hace 20 años, el número de embarazos adolescentes se ha desplomado… Esto forma parte de un patrón de comportamiento menos arriesgado”. Según Arnett, los jóvenes han visto en sus padres los riesgos de no respetar las normas: divorcios, drogadicción, embarazos no deseados…, por lo que “muchos de ellos son más conservadores en lo que se refiere a su conducta social”.

4. Otra causa sería el mayor porcentaje de jóvenes que viven con sus padres. De hecho, para Twenge este factor es fundamental, según explicó a Science of Us: “La entrada en la edad adulta se está posponiendo en todos los ámbitos. La gente se casa, tiene hijos y define su carrera cada vez más tarde. En el caso de la Generación X, esto no afectaba a sus relaciones sexuales”, pero para los nacidos en los 80 y 90, el sexo está uniéndose a este grupo de actividades pospuestas.

Un camino más impreciso

Este último factor tendría mucho que ver con lo que explicaba a Verne Almudena Moreno, socióloga de la Universidad de Valladolid. En este artículo poníamos en duda que la etiqueta millennial fuera realmente útil: en realidad, los rasgos que tienen en común los jóvenes no son tantos como algunos estudios pueden hacernos pensar. Moreno mencionaba tres grandes características básicas:

- El uso de nuevas tecnologías.

- La diversidad y heterogeneidad.

- La ambigüedad respecto al futuro.

El camino “es más impreciso”, apuntaba la socióloga, y esto propicia el retraso en la entrada a hábitos y modos de vida adultos. Teniendo en cuenta que las inseguridades económicas tienen mucho que ver en esta dificultad para definir su trayectoria, no podemos descartar el hecho de que, al menos en parte, los jóvenes no puedan dedicar tanto tiempo al sexo como generaciones anteriores por la sencilla razón de que sus padres se lo han puesto difícil con su incompetencia.

 

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