Marilee Talkington, actriz y residente de Nueva York, es aficionada a la Física. Por esa razón, asistió a principios de junio a un panel sobre cosmología en el World Science Festival, uno de los eventos de ciencia más importantes en el mundo. El grupo de panelistas estaba conformado por cinco físicos y una física: Veronika Hubeny, investigadora en teoría de las cuerdas de la Universidad de California. El periodista y escritor de ciencia Jim Holt fue el moderador.
Talkington notó durante el debate que mientras Holt permitía hablar a los hombres largo y tendido, rara vez daba la palabra a Hubeny. Las pocas veces que lo hizo, el moderador la interrumpía constantemente.
“¡Déjala hablar!”, exclamó Talkington desde la segunda fila del auditorio. El grito recibió una ola de ovaciones y aplausos. “Era claro que el moderador no iba a dejar que ella hablara”, escribió la estadounidense en una publicación de Facebook que ha sido compartida más de 11.000 veces en cuatro días. “No podía soportarlo más. Todo mi cuerpo temblaba, me puse de pie y grité”. En el texto describe todo el episodio. Puedes leer una traducción al español al final del artículo.
Talkington cuenta, como también se aprecia en un video del panel, que Holt pide a Hubeny explicar un complicado concepto sobre la realidad y la teoría de las cuerdas. Cuando la física comienza su explicación, el moderador habla al mismo tiempo que ella. Hubeny calla y Holt continúa dando su interpretación del concepto del que la física es especialista. “Nunca me sorprendo cuando una mujer es interrumpida, pasa todo el tiempo”, comenta Talkington a Verne vía correo electrónico. “Lo que me sorprendió es que nadie interviniera en ese momento”.
Después de que la asistente al panel pidió al moderador dejar hablar a la científica, este se disculpó y obedeció la petición. Talkington asegura en su publicación que varias personas se acercaron a ella al final del panel para agradecerle. “Me di cuenta de que todos estábamos pensando lo mismo”, escribe en su texto.
En la sección de comentarios de publicación, la científica agradeció a la mujer por el gesto: “Aplaudo tu heroísmo por defender tus creencias. Tu comportamiento fue inspirador y me alegra que otras personas que se inspiraron por tus acciones te hayan agradecido”.
La física explicó que ella no se sintió discriminada durante la discusión. “Me pareció gracioso ver al moderador hacer una pregunta y luego intentar responderla. Nunca asumí que se tratara de una actitud sexista. Tal vez soy muy ingenua, pero le di el beneficio de la duda e interpreté su actitud como una muestra de emoción por tratar de entender una nueva teoría”.
Varios usuarios que han comentado en la publicación de Talkington, tanto en Twitter como en Facebook, describen el momento como un ejemplo de mansplaining, en el que un hombre interrumpe a una mujer para explicarle lo que ella sabe porque él cree que no entiende o no lo sabe explicar bien. Holt, sin embargo, dijo en una entrevista con la web Mic que esa nunca fue su intención. “Yo hablo mucho. El reproche de la audiencia fue bien merecido. Me disculpé con la Dra. Hubeny y la admiró por su estelar contribución a la discusión”.
Hubeny confirmó que Holt se disculpó con ella al final del panel por sus interrupciones.
“Desafiar las convenciones sociales nunca es fácil”, apunta Talkington en su correo electrónico. “Espero que con el tiempo se vuelva más fácil. Si realmente quiero que haya un cambio, tendré que enfrentarme a situaciones aterradoras como esta una y otra vez”.
¡Déjala hablar!
Marilee Talkington
Después de meditarlo anoche, he decidido compartir algo que pasó en el World Science Festival ayer por la tarde en Nueva York, algo que me cambió o más bien, me hizo entender quién soy de una manera más profunda.
Como algunos saben, estaba transmitiendo en vivo el comienzo de la discusión de un panel en Facebook. En él participaron algunas de las mentes más importantes y famosas del mundo en inflación cósmica, teoría de las cuerdas, cosmología y filosofía de la física. El grupo lo conformaban cinco hombres y una mujer. El moderador fue un escritor y periodista de ciencia para la revista New Yorker.
En la primera hora del debate se puede ver claramente que a Veronika Hubeny, la única mujer en el panel, apenas se le da la oportunidad de hablar y el moderador, Jim Holt, lo admite. En los últimos 20 o 30 minutos de una discusión de 90 minutos, Holt finalmente lleva la conversación al campo de la que Hubeny es experta: teoría de las cuerdas, y esto es lo que sucedió:
Holt le pidió describir los dos principios de la teoría de cuerdas que parecen contradecirse entre ellos. Luego, sin dejarla responder, procedió a describir sus teorías en detalle sin dejar que ella hablara. Podíamos ver claramente que Hubeny estaba tratando de hablar, pero Holt siguió hablando por ella y dominando el panel por varios minutos.
Debo decir que este panel ocurrió en un gran auditorio, pues era un gran evento, cuyas entradas se agotaron. El debate se transmitió en vivo en todo el mundo, y dicen que millones de personas pueden ver estos videos después de que se hacen públicos.
En este momento, después de que quedara claro que el moderador no la iba a dejar hablar y que solo iba a explicar sus propias ideas, me indigné. Mi cuerpo empezó a temblar. El sexismo era más que evidente. Estaba sucediendo en el escenario y nadie, ni un solo panelista, está haciendo algo al respecto. Podía oír a otros miembros de la audiencia alrededor de mí, tanto hombres como mujeres, cada vez más agitados por lo que estaba pasando. Incluso en un punto, Holt le hizo una pregunta a Hubeny y ella se rió porque él había estado respondiendo a sus propias preguntas.
Es en este punto que no pude soportarlo más. Con las manos temblorosas, me levanté de mi asiento en la segunda fila y grité tan fuerte como pude: “¡Déjala hablar, por favor!” El moderador guardó silencio. Todos guardaron silencio, el auditorio entero. Se podía oír un alfiler caer al piso. Y luego el público explotó con aplausos y gritos.
Holt se detuvo, pero no sin antes quejarse de la interrupción. La dejó hablar y por supuesto, su discurso fue brillante.
El panel terminó.
Mis manos aún estaban temblando. Todavía estaba molesta por la increíble muestra de sexismo que había atestiguado esta tarde. Pero también me doy cuenta de que acabo de hablar en un auditorio lleno de gente, escuchando a los que muchos consideran los dioses de la ciencia internacional. Me sentía abrumada.
Ya nos íbamos, cuando las personas comenzaron a acercarse a mí, tanto hombres como mujeres. Una mujer, que se había sentado justo detrás de mí, me abraza y dice: "¡Oh, Dios mío! Lo que dijiste fue lo más importante que se enunció en todo el día. Gracias".
Luego más gente se acercó:
“¿Fue usted la que habló? Muchas gracias”.
“¿Fue usted? Oh, Dios, lo que hizo el moderador fue horrible. Quería hacer algo al respecto, pero no sabía qué. Gracias”.
“¿Fue usted? Me hubiera gustado tener el valor para decir algo. Muchas gracias”.
“¿Fue usted? Dijo lo que nadie se atrevió a decir, pero que todo mundo estaba pensando. Incluso yo escribí la misma frase que gritó en mi libreta: Déjala hablar. Yo lo escribí, pero tú lo dijiste. Gracias”.
“ ¿Fue usted? ¡Gracias! Sentí mucha impotencia”.
Así que todos estábamos pensando lo mismo.
Salí del auditorio. Mi amigo que estaba sentado ocho filas detrás de mí, se acercó a mí con una enorme sonrisa.
“¿Fuiste tú? Por supuesto que fuiste tú, contaré esta anécdota por años”.
Durante todo ese periodo mis manos temblaban. Solo quería gritar en ese vestíbulo: “¿Por qué siguen pasando estas situaciones de sexismo? ¿Por qué yo, que no tengo importancia en este lugar, tengo que atreverme a gritar y por qué fue tan aterrador hacerlo?”
Y ahora pienso: “Dios, por favor, deja que esto sea una lección para todos los que estuvieron en ese panel y las miles de personas que vieron la transmisión en vivo y los cientos que verán el video del evento después. Debemos hablar sobre lo que está sucediendo. Por favor, no permitas que me dé miedo hacer lo que hice otra vez y otra vez y otra vez”.
Porque tuve mucho miedo.
Por favor, dame el valor para repetirlo.
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