Lo que hacen cuatro mexicanas cuando los hombres las interrumpen en el trabajo

Una política, una empresaria, una académica y una artista comparten sus experiencias lidiando con este problema

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En 'Club de Cuervos', Isabel Iglesias debe lidiar con constantes interrupciones de su hermano y otros directivos del equipo de fútbol
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Salma Ramírez, una joven estudiante de Jalisco, confrontó en la calle a los líderes de una agrupación que se opone, entre otras cosas, al matrimonio gay. Uno de ellos, Juan Dabdoub, silenció sus reclamos tapándole la boca con la mano. Aquel momento captado en video indignó a cientos de mexicanos, quienes lo consideraron un reflejo de la intolerancia y el machismo enraizados en la organización ultraconservadora.

La intención de silenciar fue evidente en este caso, pero tanto en México como en otros países, la interrupción a las voces femeninas usualmente se presenta de maneras más sutiles. “No es que el problema sea invisible, es que está normalizado”, dice Lorena Wolffer, artista y activista cultural. “Es una de las formas de violencia más normalizadas y naturalizadas.” Ella y otras tres mexicanas, líderes en su campo, comparten sus experiencias de ser interrumpidas al hablar y cómo han lidiado con esta situación.

Xóchitl Gálvez, política: “Yo me volví cabrona.”

Xóchitl Gálvez. Foto: Delegación Miguel Hidalgo

Cuando tenía 22 años, la ahora delegada de Miguel Hidalgo, cenaba con su novio y un grupo de políticos. “Llegó un momento en el que atrapé la conversación porque comencé a hablar de edificios inteligentes, robótica e inteligencia artificial”, cuenta la también ingeniera en computación. “Mi novio se súper encabronó y me dijo en ese momento que las mujeres no podíamos brillar más que los novios. Después de eso, lo dejé”.

Una de las razones por las que incursionó en la política, dice Gálvez, fue para corregir la situación que vivió cuando era niña en el Valle del Mezquital (Hidalgo). “En las asambleas de la comunidad, solos los hombres hablaban y las mujeres los miraban”, comenta. “No había necesidad de callarnos, no teníamos derecho a hablar”. Gálvez, de 54 años, dice que desde que se graduó de la universidad nunca ha permitido que la interrumpan. “Mi vida cambió absolutamente, ni he permitido que me callen y yo tampoco he callado. Yo me volví cabrona”.

Las interrupciones, los arranques y arrebatos en debates y discusiones han sido comunes a lo largo de su carrera. “No creo que me quieran callar porque soy mujer, lo hacen porque soy política”, afirma la funcionaria de la Ciudad de México. “Si te metes en la política, recibirás trancazos. Siempre estamos al tú por tú, seas hombre o mujer”. Eso no quiere decir que existe una situación de igualdad, apunta. “Son un poco más cabrones con las mujeres, pero no podemos victimizarnos. Hay que ser solidarias”.

Juana Ramírez, empresaria: “Interrumpir es un error estratégico, yo lo uso a mi favor”.

Juana Ramírez. Cortesía: Sohin

En el mundo del emprendimiento, las presentaciones (pitches) a inversionistas son parte crucial del trabajo. Ramírez ha pasado por este ritual varias veces como fundadora y directora de Sohin, una empresa mexicana que brinda asesoría médica, legal y administrativa a pacientes con enfermedades crónico-degenerativas. “En algunas ocasiones, en medio de la presentación, me retan y me dicen, a ver, espérate, ¿por qué hiciste esto o lo otro?

Para la empresaria, “interrumpir es un error estratégico en los negocios”. A la hora de negociar, dice, “debes escuchar al otro para detectar toda la información y las posibles oportunidades para lograr objetivos. La gente que interrumpe usualmente tiene personalidades dominantes y arrogantes, poco racionales. Un ejemplo es Trump en sus debates con Hillary”.

La mexicana de origen colombiano recomienda a otras mujeres no asumirlo como un problema sino como una oportunidad. “Yo lo que hago es escuchar todas sus interrupciones y después ordenar la conversación en función de lo que yo necesito”. También es una forma de demostrar seguridad. “Podemos escuchar la interrupción, pero después exigir el escuchar nuestro punto de vista y si no, levantarse de la mesa”, dice Ramírez. “Más que hacer reflexionar a los hombres sobre no interrumpir, llamaría a las mujeres a tomar acción. A mí me pueden interrumpir una vez, pero no una segunda”. 

Valeria Moy, economista: “Como sé que me van a cortar siempre procuro ir al grano”.

Valeria Moy. Foto: Daniel Villa

Como investigadora y experta en economía de México, Moy es una invitada frecuente a paneles o entrevistas en televisión sobre este tema y de política. “Es un mundo muy dominado por hombres, pero no es que me importe” comenta la directora de México ¿cómo vamos?, un colectivo de investigadores y plataforma de divulgación de temas de economía. “He notado que en las entrevistas uno a uno con un hombre, me dejan hablar, pero cuando estoy con otros invitados hombres, a mí me interrumpen infinitamente más que a ellos”.

La interrupción no es el único problema. “A veces repiten exactamente lo que acabo de decir, como si el argumento tuviera más validez porque lo dicen ellos”, apunta. El patrón se hizo más notorio durante una conversación con una colega de trabajo. “Después de dar una entrevista me dijo que había salido muy bien porque el entrevistador casi no me había interrumpido”, cuenta. “Me había dado cuenta de que me interrumpían algunos moderadores, pero lo empecé a ver en plan de mujer poco a poco, cuanto más sucedía”.

Moy, de 44 años, dice que esta situación la ha enseñado a ser más concisa. “Como sé que me van a cortar siempre procuro ir al grano”, comenta. Esto, sin embargo, no siempre es bien visto. “Cuando eres concisa entonces dicen que eres muy seria y por lo tanto, eres fría, pero si es un hombre, es un profesional”. Por estos prejuicios, agrega la economista, considera que hablar sobre las interrupciones no vale mucho la pena. “Me preocupa que ahora los hombres digan que no nos pueden tocar ni con el pétalo de una rosa”, opina. “Creo que es necesario un cambio generacional, hablar del tema no es suficiente”. 

Lorena Wolffer, artista y activista: “No hay que responder a la violencia con violencia”.

Lorena Wolffen. Cortesía: Lorena Wolffen

Wolffer no recuerda un momento en el que haya sido interrumpida. “Han sido miles”, dice la artista cuya obra se ha enfocado en el género y en la violencia y discriminación contra las mujeres. “No es una cosa extraordinaria que pueda recordar de un evento específico o que haya comenzado a partir de cierto momento”, comenta. “El primer frente en el cual se nos ataca es el de la voz, el de poder decir lo que queremos. Es una batalla cotidiana”.

La capitalina, de 45 años, asegura que la situación no es muy distinta en el mundo del arte que en el de los negocios o la política. “Es igual, más allá de las creencias de que existen sectores más iluminados que otros”. En su opinión, tampoco hay garantías si se obtiene reconocimiento público o una posición de liderazgo. “A veces sucede lo contrario, los intentos por callar se intensifican. Los espacios ganados no lo son permanentemente, se deben ganar día a día”.

En su meta de hacer escuchar la voz de otras mujeres y sus historias, Wolffer opta por un método pacífico. “Estos intentos de interrupción o mansplaining (cuando un hombre explica a una mujer algo de forma condescendiente) comúnmente vienen con una carga de enojo o agresividad”, dice. “No hay que responder a la violencia con violencia. Lo mejor es responder con firmeza, pero tranquilidad, cuando se puede. Esto es más positivo que responder con enojo o irritación. Aunque el enojo está justificado cuando se tiene que luchar constantemente para tomar la palabra”.

Más allá de las anécdotas

Una serie de estudios ha demostrado que existe un sesgo de género cuando hablar y dejar hablar se trata:

Un análisis de los discursos e intervenciones de miembros del Senado en Estados Unidos muestra que los senadores tienden a hablar más a medida que obtienen más poder, lo cual no es el caso con las senadoras. Esto, concluye el artículo, está relacionado con la preocupación de las mujeres de las consecuencias negativas que podrían enfrentar si hablan demasiado. La publicación es del Administrative Science Quarterly de 2012

En un estudio de 2014, publicado por el Journal of Language and Social Psychology, sobre conversaciones, se encontró una tendencia tanto de hombres como mujeres de interrumpir a las mujeres con más frecuencia.

El libro The Silent Sex: Gender, Deliberation, and Institutions (el sexo silencioso: género, deliberación e instituciones) de la Universidad de Princeton, presenta una investigación de las interacciones en consejos y organismos públicos en EE UU. Los autores descubrieron, según un artículo de The New York Times, que las mujeres hablan más cuando son mayoría en un organismo, pero los hombres hablan con la misma frecuencia, incluso si son minoría.

En una investigación sobre interrupciones en el sector de la tecnología, citada por Slate, se encontró que los hombres tienden a interrumpir tres veces más a las mujeres que a otros hombres. En el análisis también se detectó que las mujeres también se interrumpen entre ellas, pero que dejaban hablar a los hombres en la mayoría de los casos.

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