Muchos temen sentarse cerca de un niño en un vuelo o durante un viaje en tren: los niños (a veces) lloran, gritan y corren. El tema es además polémico, como se demuestra cuando se menciona en redes sociales: por un lado, unos se quejan de que los padres no controlen a sus retoños; por otro, muchos recuerdan que hay adultos se comportan peor que los menores.
Kesha Bernard, fotógrafa que vive en Seattle, explicó en Facebook una experiencia que tuvo durante un vuelo que se preveía complicado, pero que solucionó de una forma que no acostumbramos a ver: echando una mano. Este relato se ha compartido más de 100.000 veces en menos de cinco días.
Bernard, madre de dos hijos, subía sola a un avión cuando oyó el llanto de dos niños pequeños y de un bebé, que viajaban con su madre. “Ningún problema, tengo superpoderes de mamá y lo puedo ignorar…”, pero lo que no podía ignorar, explica, es lo que pasó a continuación.
Una señora se quejó a la madre de que una de las hijas estaba dando patadas al asiento y además agarró la pierna de la niña. Un señor mayor comentó que “obviamente su disciplina no funciona”. Otra mujer se tapó los oídos con las manos “y le puso las caras más horribles a la madre”. Los asistentes de vuelo ni se inmutaban. Así que Bernard se levantó de su asiento y fue hasta la madre. “Le pregunté si necesitaba ayuda (al parecer eso es muy difícil de hacer) y me dio a su bebé”, que voló en el regazo de Bernard, como se puede ver en la foto que compartió. En cuanto despegaron, relata, los tres niños dejaron de llorar y, de hecho, el bebé que ella llevaba se quedó dormido.
“¿Qué quiero decir con esto? -añade en su texto de Facebook-. Sed amables y considerados. Si alguien necesita ayuda, por el amor de Dios, ayudadle. Quejarse y murmurar no sirve para nada, excepto para que la persona que necesita una mano se sienta peor (las palabras duelen)”. Y apunta: “El vuelo entero debería estar avergonzado. ¿Me estáis diciendo que en un avión lleno yo era la única que quería ayudar? No entiendo cómo podemos ignorar a un ser humano que lo está pasando mal. Por favor, sed amables. Por favor, sed considerados. Ayudaos unos a otros… Lo hace todo más fácil. Os prometo que no os matará”.
En los comentarios, algunas madres explican experiencias similares en las que alguien les echó una mano durante un viaje, mientras que otras contaban sus temores frente a un próximo vuelo. “Me encanta esto -dice una comentarista-. He viajado mucho con niños. No es fácil”.
La queja sobre el comportamiento de los niños durante los viajes es recurrente, hasta el punto de que tres aerolíneas asiáticas han creado “zonas tranquilas” en sus aviones prohibidas a menores de 12 años, según recogía EL PAÍS. Hay más ejemplos: en el vagón en silencio del AVE no se permite la entrada a niños menores de 14 años. Se trata de decisiones que muchos juristas consideran una discriminación previa y, por tanto, serían ilegales. En todo caso y como apunta la protagonista de esta historia, a menudo criticamos a los niños cuando los adultos en ocasiones muestran una actitud más reprochable.
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