Este primer plano del Ángel de la Independencia y esta imagen aérea de unos volcanes alcanzados por la ciudad comparten el autor y la técnica. Las dos fotos fueron hechas por el mexicano Santiago Arau gracias a un dron que se lleva su cámara a volar.
Arau se dedica a hacer imágenes fijas y en movimiento para anuncios publicitarios, un trabajo que muchas veces le exige moverse por distintos barrios de la Ciudad de México. Cuando tiene un rato de descanso, contó en entrevista con Verne, el fotógrafo envía a su dron a explorar la capital mexicana desde las alturas.
“Intento documentar la ciudad en el momento en el que vivimos: soy aficionado de las fotos antiguas y me gustaría dejar ese legado”, explicó Arau, quien comparte buena parte de sus tomas aéreas en sus cuentas de Facebook, Twitter e Instagram. A sus 37 años, este capitalino asegura que hay muchos barrios y zonas del área metropolitana que aún desconoce. “Es tan grande la ciudad que puedes dedicar toda tu vida a fotografiarla. Me gusta porque se puede seguir explorando: cada semana conozco un lugar nuevo”.
El dron, además, permite nuevas perspectivas que hasta hace algunos años solo podían lograrse a bordo de un avión o un helicóptero, lo cual resulta sumamente caro, contó Arau. Ver los trazos geométricos de la Alameda Central, un paso de cebra coloreado por los paraguas de los peatones o un close-up a la cúpula de Bellas Artes, hoy es posible por la accesibilidad y capacidades de esta tecnología.
La fotografía con drones evoluciona muy rápidamente, explicó Arau. Hace cinco años, cuando él comenzó, “la cámara se movía mucho, no podías ver desde abajo lo que estabas tomando, la pila duraba de cinco a ocho minutos y el monitoreo era muy defectuoso”. Actualmente, su equipo se ha alejado a una distancia de hasta ocho kilómetros y él aún podía ver la imagen en HD. La altura máxima que alcanza el aparato son 500 metros, pero esto se debe a una medida de seguridad aeronáutica.
El vuelo “es muy bueno” y la pila dura hasta 25 minutos. Si el dron llegara a perder señal, este regresa solo a su dueño gracias a su conexión con varios satélites. Cuando comenzaba a desarrollarse la tecnología, los drones tenían cámaras integradas o aguantaban el peso de una GoPro. Hoy es posible montar en ellos cámaras de cine de hasta 20 kilos, contó Arau.
Lo bueno y lo malo de la ciudad y sus alrededores
En 2010, según el último censo de población del INEGI, la mancha urbana de la Ciudad de México estaba habitada por más de 20 millones de personas. Iztapalapa es la delegación donde se registra la mayor densidad poblacional, con 16.455 habitantes por kilómetro cuadrado (en 2012). Las imágenes de Arau también ilustran la sobrepoblación y la pobreza.
Para el fotógrafo, las vistas aéreas de Iztapalapa y Tláhuac están entre las más impresionantes: “Hay volcanes, lagos, una mancha urbana muy impactante, lugares sin árboles y sin agua donde la gente está conglomerada". Una de sus zonas preferidas para fotografiar es la delegación Cuauhtémoc: “El paseo de la Reforma, el Zócalo, el Monumento a la Revolución: los símbolos de la Ciudad de México se concentran allí”.
Además de fotografiar la capital mexicana desde lo alto como parte de su proyecto personal, Arau disfruta hacer imágenes aéreas en sus excursiones fuera de la ciudad. El mexicano es un alpinista aficionado: “Me gusta salir a caminar y subo montañas relativamente sencillas”. Una de sus imágenes más espectaculares la obtuvo desde la cima del volcán Iztaccíhuatl. Para hacer esa toma, Arau voló el dron a ocho kilómetros de distancia, dejando ver la majestuosidad del volcán.
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