México es independiente, pero tú no lo eres tanto si todavía haces estas cosas

No hay documento histórico que diga que la mamá de Hidalgo le prestó dinero para hacer su estandarte

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Escena de 'Efectos Secundarios' (2006), donde Mimí (Alejandra Gollás) pelea con su madre, Marina. Foto. YouTube.
Escena de 'Efectos Secundarios' (2006), donde Mimí (Alejandra Gollás) pelea con su madre, Marina. Foto. YouTube.

Nada como la temporada de festejos patrios para reflexionar sobre la libertad y la autonomía. A México le llevó once años lograr ser reconocido como una nación soberana y libre, por lo que no resulta extraño que al mexicano veinteañero (o treintañero) le cueste tanto independizarse de sus padres.

Puede que hayas sido muy heroico al declararte independiente: hiciste las maletas, juntaste tus pocas pertenencias y te fuiste a vivir solo o, para ahorrar un poco, te hayas mudado con dos, tres o más roomies. Pero la declaración de independencia puede que haya quedado en mero trámite ante tus padres si sigues manifestando este tipo de conductas:

1. Cocinas espagueti y te crees chef. Aunque la mayor parte del tiempo prefieres comer en la calle, cuando decides cocinar crees que eres todo un experto en la cocina porque te preparas cereal, preparas espagueti (con salsa comprada en el supermercado) o tienes la nevera llena de alimentos congelados que solo basta meter al microondas.

2. Pides “crédito” cuando los gastos se te salen de control. No es que vayas a pedirle precisamente al banco (por el pequeño inconveniente de tener que pagar intereses), sino que llamas a alguno de tus padres pretendiendo que vas a saludarlos y cuando te preguntan cómo has estado, aprovechas para hacer la petición de la manera más sutil posible, aunque sabes que terminarás con un regaño.  

3. Buscas constantemente la compañía de otros. Especialmente para quienes no tienen roomies, dejar la casa de los padres con todos sus ruidos, las voces y sobre todo, la compañía de uno o dos familiares puede ser como estar en una tumba. Es probable que lo que estés escuchando en tu cabeza sean tus pensamientos, por lo que corres rápidamente a tus amigos o pareja que te acompañen a todos lados o que te hagan una visita en casa.

"Quiéreme. Quiéreme".

4. Tu mundo se cae cuando no sirve el boiler. ¿Cómo podían vivir las personas en el siglo XIX sin él? Es una pregunta que seguro te haces cuando corres de un lado al otro de tu vivienda porque el calentador no enciende. No hay agua caliente y tienes 10 minutos para salir de tu casa hacia la chamba. Te acercas lentamente a aquel aparato que nunca has tocado en tu vida, como si fuera Hal, la compu maligna de 2001: Odisea del Espacio. Los ruidos que expulsa te dan tanto miedo que prefieres ir mugroso a la oficina que lidiar con el aparato.

"Tengo miedo".

5. Google es tu pastor, nada te falta. No puedes caminar o manejar hacia ningún lugar sin que la voz robótica de Google Maps te guíe paso a paso. Si necesitas saber cómo preparar una ensalada, buscas un tutorial e incluso aplicas la de “voy a tener suerte”. El buscador más famoso del mundo se ha vuelto tu guía espiritual, nutriólogo, lazarillo y meteorólogo. El día que se te agote la batería en medio de un trayecto o no haya señal en un lugar desconocido, no podemos imaginarnos qué harás.

6. Crees que con dinero todo se arreglará. Los más orgullosos creen que si las cosas se descomponen no hay problema, para eso hay profesionales en plomería, herrería y electricidad que pueden arreglar todo en un santiamén a cambio de honorarios. Pides Uber hasta para ir al Oxxo de la esquina y los de Rappi te conocen mejor que tu pareja. El problema con esta estrategia es que si tu presupuesto se descontrola solo un poco puede que no llegues a final de mes. (Léase el punto 2).

7. Ahorro y Afore son dos conceptos sacados de otro planeta. Siguiendo en temas financieros, uno de los síntomas claros de que aún no has logrado independizarte es que no puedes ahorrar ni para unas vacaciones el siguiente año. El concepto del tiempo se vuelve tan abstracto para los supuestamente independientes que dos meses es suficiente. Recuerda: ahorrar no es gastar tu quincena en Zara durante las rebajas.

8. El monstruoso ataque de los insectos. Jamás habías visto un monstruo tan aterrador en tu vida: una araña o una cucaracha pueden ser tus peores enemigos, incluso cuando ya hayas declarado tu independencia. Quizá necesites que tu papá atrape a un murciélago o que tu mamá te ayude a aplastar una cucaracha. "¡Mamaaaaaaá!"

9. Lavas la ropa en casa de tus padres. Cuando vas de visita quizá no solo aproveches para comer alguno de los platillos de tu mamá (y quizá hasta llevarte un poco en un tupper), sino que además, llevas tu ropa de la semana aprovechando que ellos son los dueños de tan útil aparato. Quizá cuando ahorres un poco, puedas pensar en comprarte una, pero no estamos tan seguros si sabrás usarla o la evitarás como el boiler.

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