Las 11 costumbres que separan a los ‘estudihambres’ de los estudiantes

Vivir de latas de atún y galletas Marías forja carácter

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Así se ve una típica hora de estudio-almuerzo de un 'estudihambre' mexicano
Así se ve una típica hora de estudio-almuerzo de un 'estudihambre' mexicano.

Todo es alegría y emoción durante tus primeros días como estudiante universitario. El espíritu del campus te contagia, te sientes capaz de lograr cualquier cosa, pero conforme avanza el semestre te das cuenta de que no todo es color de rosa. No solo vas mal en tu clase de estadística, sino que tu cartera va adelgazando y tú también. Falta más de la mitad del semestre, así que tendrás que buscar formas de ahorrar cada centavo.

Ya no eres un estudiante, eres un estudihambre. En algún punto de tu carrera harás por lo menos alguna de estas 12 cosas. No es que las recomendemos, este artículo es puramente informativo.

1. Coleccionar las muestras gratis: Al principio te dará pena pedirle al que reparte muestras de detergente que te dé unas dos más, pero es cuestión de tiempo. Te volverás experto en cazar y coleccionar pequeñas dosis de shampoo, crema de afeitar o café. Los más pros desayunan solo con muestras de yogurt, salchichas y queso que ofrecen en los supermercados. ¿Por qué comprar perfume si puedes frotar tu cuello con esas tiritas que te dan en Liverpool?

2. Hacer la dieta del atún: Las latas de atún son un elemento esencial de toda alacena mexicana, pero en la de un estudihambre es lo único que encontrarás. Desayuno, comida y cena con sabor a mar. En tus mejores épocas te darás el lujo del atún en aceite, pero después de invertir todo tu presupuesto en tu boleto del Corona, deberás recurrir a la versión en agua más bara. Algunas variaciones incluyen la dieta de la sopa Maruchan y del Lonchibón.

3. Tomar agua de la llave: No es coincidencia de que México sea uno de los principales consumidores de agua embotellada en el mundo. El agua de la llave no es de fiar. Como exestudihambres recomendamos nunca recurrir a esto, no importa cuánta sed tengas. Recuerda que siempre hay un garrafón ajeno cerca con el que puedas rellenar tu botella.

4. Cazar eventos donde se regala comida y/o alcohol: Asistes al quinto encuentro de actuarios queretanos en tu universidad, pero tú ni eres actuario, ni queretano. Tu principal (única) motivación es la mesa de canapés variados y el vino ilimitado. Sobresales del resto no solo porque eres el único desconocido, sino porque has hecho una montaña de hojaldradas de mole en tu plato y has llenado tus bolsillos de carnes frías.

5. Esconder las galletas debajo del colchón: Hasta las galletas María son un lujo en tu vida, ya ni mencionar las de chispas de chocolate o las danesas. Como sabes que tu roomy es tan estudihambre como tú, debes encontrar un buen escondite para este preciado manjar. Debajo del colchón, atrás del librero, en el cesto de la ropa sucia. El único límite es tu imaginación.

6. Volver tu refri un frigo-bar: Bien podrías comprar una bolsa de pan o un litro de leche, pero cada vez que vas a la tienda caminas automáticamente hacia la sección de las cervezas. De six en six, tu refri parece robado del Modelorama. Cuando las chelas han llegado hasta el cajón de las verduras, es momento de recapacitar sobre tus hábitos de compra.  

7. Fotocopiar todos los libros, todos: Tu lista de lectura es kilométrica y los libros de texto no son baratos, tampoco la edición especial del Quijote que te pide el profe de letras hispánicas. Tu opción: pedir a los de semestres más avanzados sus ejemplares y lanzarte a la pape para sacar copias, muchas copias. Ojo: a veces te sale más barato comprar el libro y es mucho más cómodo que esos enormes engargolados.  

8. Implementar el robo hormiga a tu roomy: Solo los estudihambres con instintos de espía, combinados con los de ninja, podrán lograr esto sin ser atrapados. Debes calcular las rebanadas de pan, los vasos de leche, las porciones de cereal con mucha meticulosidad para que tu compa nunca se dé cuenta de que estás consumiendo su alacena lentamente. Piensa dos veces antes de hacer esto, podría costarte una amistad de muchos años.

9. Visitar a tus padres solo para recibir tuppers: Los quieres mucho y los extrañas, pero esa no es razón suficiente para echarte un viaje hasta su casa. En cambio, por un rico arrocito o una tinga de pollo recién hecha serías capaz de escalar hasta la cima del Popo. Tu mamá o tu papá (quien sea que cocine) ya sabrá la intención de tu visita y tendrá listo un par de tuppers solo para ti. Pero recuerda regresar los recipientes cuando termines de usarlos, no hay pecado peor en un hogar mexicano que perder uno.

10. Vender tus servicios escolares: Si eres bueno en mates, inglés o tienes buena ortografía puedes asesorar a tus compañeros menos habilidosos, pero no de forma gratuita, claro. Es una buena manera de aumentar tus ingresos, si eres paciente y no estás ahogado en tarea. Procura no rebasar los límites de la ética, escribir ensayos o tesis para otras personas o pasar respuestas de un examen te puede meter en problemas. Recuerda aquel incidente en la Universidad de Guadalajara.

11. Colgarse del wifi ajeno: ¿Me pasa la clave del wifi? Será la primera pregunta que hagas cuando entras a una cafetería o un restaurante. Los meseros te verán feo cuando pases dos horas en el lugar y solo hayas ordenado café americano, pero como con todas las costumbres de estudihambre, con el tiempo perderás la pena. El único pero de colgarte del internet ajeno es que rara vez estás solo, siempre habrá alguien a tu alrededor que le puede echar un vistazo a tu pantalla y te cache viendo telenovelas coreanas o la última temporada de Mi Pequeño Pony. Ten cuidado.

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