Zendi Velázquez lleva la mitad de su vida viviendo con depresión y ansiedad, pero fue apenas este año cuando empezó su tratamiento, porque no había sido diagnosticada. Tiene 20 años de edad y vive en la comunidad de Honduras, en el municipio de Siltepec (Chiapas), un poblado de apenas 500 habitantes ubicado en la Sierra Madre de Chiapas.
“Llevo viviendo en Honduras toda mi vida y gracias a la fotografía y a las doctoras pude encontrar los síntomas de mi enfermedad”, dice a Verne vía telefónica desde una comunidad cercana a donde vive.
Velázquez forma parte del proyecto Miradas de la Sierra, una iniciativa para atender enfermedades mentales en comunidades rurales de Chiapas. Esta es organizada por la ONG Compañeros en Salud, la London School of Hygiene and Tropical Medicine y la fotógrafa documental Camila Jurado, quienes desde mediados de este año comenzaron el programa en dos comunidades de la sierra chiapaneca. “El objetivo fue atender los síntomas de ansiedad y depresión principalmente dándoles una cámara digital y que a ellos les sirviera para atender sus síntomas”, dice Jurado a Verne vía telefónica.
Diversos estudios señalan que el acto de tomar fotografías puede ser efectivo como terapia psicológica. Sin embargo, esta actividad es un complemento a la terapia que se otorga tradicionalmente a pacientes con trastornos como la ansiedad y la depresión. "Se exploran las principales habilidades involucradas en el proceso fotográfico, destacando las dificultades y beneficios particulares que pueden experimentar los diferentes pacientes", indica el documento.
Velázquez formó parte del segundo grupo que a mediados de este año recibió terapia psicológica y cuyo tratamiento se complementa con el taller de fotografía. Desde que tenía 10 años de edad, Velázquez comenzó a sufrir convulsiones no epilépticas asociadas a su padecimiento. La serie de imágenes titulada Mis Caídas muestran los lugares de su casa y comunidad donde padeció algún episodio convulsivo.
La chiapaneca relata que en un primer momento, la idea de tomar fotografías no le llamó la atención, pero cuando tuvo la cámara en las manos y las psicólogas de la ONG le explicaron los beneficios para su tratamiento, accedió a ser parte del taller. “Cuando tomé la cámara me sentí muy bien, llegué a saber que podría tomar una foto donde yo me sentía identificada con lo que estaba pasando conmigo”, cuenta.
Uno de los ejercicios consistió en dar recorridos por la comunidad hasta encontrar un paisaje u objeto que describiera la causa de sus malestares. La imagen de las manos de Velázquez detrás de un árbol de jacaranda es la favorita de la autora de entre una centena de capturas. “En esa foto pude ver un síntoma de mi enfermedad, cómo tiemblan mis manos como cuando pasa el aire entre las ramas se mueven las hojas, fue muy claro”, recuerda la chiapaneca.
En el grupo de Honduras participaron cinco mujeres y un hombre, una asistencia relativamente baja debido a los mitos que existen en torno a las enfermedades mentales en esa comunidad. Jurado destaca que muchos de los esposos de las mujeres a las que atiende Compañeros en Salud se negaron a que sus parejas asistieran. “Vimos que les cuesta mucho trabajo entender cómo un taller de fotografía puede ayudarlas”, destaca.
La depresión es un problema severo de salud en el país. La Organización Mundial de la Salud asegura que es un trastorno que afecta a 300 millones de personas a nivel global. En México, entre 12 y 20 por ciento de personas entre 18 y 65 años padecen síntomas de esta enfermedad según cifras de la Secretaría de Salud.
En las comunidades rurales, sin embargo, es mucho más difícil identificar y dar tratamiento a la depresión debido a los niveles de pobreza y el poco acceso que tienen sus habitantes a servicios de salud. Cifras de la última encuesta de Coneval en Chiapas indican que 77,1% de la población vive en algún grado de pobreza y menos del 10% de la población tiene acceso a servicios de salud pública.
Otra de las participantes de la comunidad de Honduras, de 52 años, manifestó en la imagen de una fila de botellas de alcohol una de las causas de su ansiedad: el alcoholismo de sus hijos. Según cifras oficiales, en Chiapas 9,5% de los hombres y 2% de las mujeres abusa del alcohol consuetudinariamente.
El programa ya ha sido replicado en los últimos meses en las comunidades de Capitán y Monterrey, también en el estado de Chiapas, pero las organizaciones y la fotógrafa dependen de la disponibilidad de voluntarios, ya que este proyecto no cuenta con fondeo público y vive de las donaciones de las personas. “Cualquiera que tenga un mes libre puede ayudar, pero es difícil hacerlo”, comenta Jurado.
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