La ruptura con Bisbal que narra Chenoa en su libro tiene un nombre: 'ghosting'

La cantante afirma que Bisbal cortó toda comunicación de forma repentina y sin dar explicaciones

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Bisbal y Chenoa en 'Operación Triunfo' / GTRES
Bisbal y Chenoa en 'Operación Triunfo' / GTRES

"Le llamé y una voz contestó que aquel número no correspondía a ningún usuario. Él teléfono no era de nadie. Volví a marcar. Nada”.

Así detalla Chenoa el fin de tres años de relación con David Bisbal en su libro Defectos perfectos. Ocurrió en 2005 y se trata de una experiencia cada vez más común desde que las relaciones se definen a través de los teléfonos móviles y las redes sociales. Esta práctica se denomina ghosting y hace referencia a la forma de evaporarse propia de un fantasma que inspira este neologismo en inglés.

Una pareja que se rompe de forma abrupta y unilateral. Sin explicación. Uno de los dos deja de contestar mensajes y llamadas hasta que desaparece del todo de la vida de la otra persona. Suele ocurrir tras un puñado de citas, aunque, tal y como asegura el testimonio de la cantante, también pasa en relaciones más estables, con un enorme impacto psicológico para quien lo sufre.

Ghosting fue una de las nuevas palabras del año 2015 para el diccionario británico Collins. Años antes, en 2007, el término ya había llegado a la web Urban Dictionary, en un artículo sobre las rupturas en la era de las redes sociales. Chenoa no está sola. Un 80% de los jóvenes solteros estadounidenses lo han sufrido alguna vez, apuntaba el año pasado la revista de negocios Fortune.

Sherry Turkle es profesora en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) especializada en relaciones sociales en entornos tecnológicos. Respondió sobre qué es el ghosting en un vídeo creado por la edición estadounidense de The Huffington Post. "Se trata de algo casi único del mundo online. Te envío un mensaje y sientes que no responder nada es una posibilidad. Si habláramos cara a cara, tendrías que responder algo. Nos hemos acostumbrado a deshacernos de la gente contestando simplemente nada", comenta.

La estadounidense advierte sobre lo peligroso que es que los adolescentes perciban como lógico este comportamiento, incluso cuando ocurre en relaciones de apenas un par de citas. "[Los jóvenes] se están habituando a la idea de contactar con alguien y no recibir respuesta, lo que tiene serias consecuencias. Empiezan a creer que es algo normal y que podemos tratarnos a nosotros mismos y a otros como si no debiéramos tener sentimientos en este contexto. Y entonces ves que hay un descenso de empatía", lamenta.

No dar explicaciones de una ruptura, incluso cuando se trata de una amistad, equivale a no dignificar esa relación y mina la autoestima de quien lo sufre.

"Solo cambian las formas"

Aunque el "efecto fantasma" es algo que ha ocurrido toda la vida, las nuevas tecnologías lo hacen más común: "No es más que el típico 'me voy a por tabaco' de siempre. Hay antecedentes para casi todos los comportamientos digitales, solo cambian las formas", explicaba en enero a Verne el sociólogo Javier de Rivera a través del teléfono. Lo achaca a "la fragilización de las relaciones sociales provocada por el desarrollo económico y el sistema social".

Lo que quiere decir De Rivera es que, en décadas anteriores, los trabajos eran fijos y, por tanto, nuestro lugar de residencia y nuestra red de contactos tendía a serlo también. "Con la precariedad actual, se degradan los vínculos entre personas y las relaciones se hacen más fluidas. Las redes sociales casan con ese paradigma porque lo profundizan, aunque no es cierto que lo provoquen". En profesiones como la de David Bisbal, un cantante en permanente gira por el mundo, se da más la posibilidad de romper con una pareja a miles de kilómetros de distancia, como relata Chenoa.

Ser individualista es una característica que, en teoría, ayuda a alcanzar la cima profesional y es también algo muy común en lugares como Facebook o Instagram. "En redes sociales, estamos muy conectados pero sin establecer vínculos sólidos ni generar una verdadera sensación de comunidad. Este modelo de conducta gusta especialmente al sujeto neoliberal, para el que el llamado irse a por tabaco no es una reacción extrema", comentaba el sociólogo.

En ocasiones, el ghosting no está mal visto y es incluso admisible, apunta De Rivera. Por ejemplo, es una buena medida cuando alguien se relaciona a compañías poco saludables o se enfrenta a una relación tóxica como el maltratador o el perverso narcisista.

El 'ghosting' en la consulta del psicólogo

El practicar o sufrir ghosting ya surge en las terapias psicológicas, aunque casi nunca es el motivo principal para acudir a consulta, aseguraba a Verne Anabel Gutiérrez, del gabinete psicológico de Oviedo VIVAT. "Hay quien busca el halago y sensación de ser querido en las redes sociales y se encuentra lo contrario, lo que provoca una frustración que se suma a la ansiedad, el insomnio o un cuadro depresivo que ya sufrían con anterioridad".

La psicóloga coincide con Javier de Rivera en que este comportamiento no es propio de una época concreto, ya que el patrón existía con anterioridad. A quien sufre el ghosting suele ocurrirle en más de una ocasión, al igual que quien lo hace. También aclara que el perfil del víctima y verdugo reincidentes son similares, ya que "ambos tienen pobre autoestima, dependencia emocional y necesidad de aprobación de los demás".

"Es más común que sea un hombre practicando el 'si te he visto, no me acuerdo', pero se están girando las tornas y cada vez es más fácil encontrar a mujeres siendo el verdugo cuando surgen este tipo de situaciones. En la actualidad no pertenece a un género concreto".

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