Póngame un "no me lo ponga", la peculiar forma de pedir un café en Málaga

"Pedir el café como solo a ti te gusta y con una sola palabra, es una suerte"

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Café Central Málaga
Café Central Málaga

En Málaga es posible pedir una nube o una sombra y que aparezca un café. Incluso un 'no me lo ponga' y que, previsiblemente, no aparezca nada, salvo un vaso vacío y alguna sonrisa. Este tipo de expresiones forman parte de un popular decálogo para tomar café en los bares de la ciudad, repetido de boca en boca y hasta en azulejos desde hace décadas.

La carta de cafés más famosa en Málaga fue creada hace más de medio siglo en el Café Central, local en funcionamiento desde 1920. Pepe Prado Crespo era alto, con gafas de pasta, tocado con su sempiterno sombrero. Su familia lo recuerda como “un hombre muy buscavidas” y elegante al que “le pilló la guerra”, que fue también taxista y abrió varios establecimientos en su ciudad.

Café Central pasó a sus manos poco después de que acabara la Guerra Civil, cuando “el suministro de cafés era complicado”, señala su nieto Ignacio Prado, hoy gerente del negocio. A este local, ubicado en la Plaza de la Constitución, llegaban a diario clientes con todo tipo de gustos que le indicaban con los dedos la cantidad de café que querían. Así que a Pepe unas veces le tocaba añadir y otras quitar. “En una máquina hacías un expreso, si te pedían un poquito más, eso suponía hacer otro y el gasto era el doble... Otros, en cambio, que les quitara un poquito de café”, explica.

En 1954, en plena posguerra, lo último que quería Pepe era andar derramando café o añadiendo demasiado si podía lograr que cada uno le pidiera la proporción exacta que iba a tomar. Así se le ocurrió crear un cartel con varios tipos, cada uno con un nombre en función de la proporción de café y leche.

Buscaba exactamente 10 variedades, para crear un cartel de dos filas. Pero sólo se le ocurrían nueve. “Un día, un camarero, muy gracioso él, le dijo: ‘Oiga, don José, y por qué no le pone al décimo ‘no me lo pongas’”, recuerda el nieto de Pepe. Y así completó su carta: junto al solo y el largo, el semilargo (80% café), solocorto (60% café), mitad (50% café y 50% leche), entrecorto (40% café y 60% leche), corto (30% café y 70% leche), sombra (20% café y 80% leche), nube (10% café y 90% leche) y “no me lo ponga”.

Sesenta años después, un azulejo con estas 10 opciones preside el Café Central y es un reclamo turístico. “Si te digo que vienen cientos de personas a diario a hacerse una foto con el cartel, no exagero. No entran todos, porque además del azulejo hemos puesto otro fuera, pero aquí vienen todos los tours turísticos”, cuenta Ignacio Prado, que lleva 20 años a cargo del local y trabajó tanto con su padre como con su abuelo. “Mi abuelo siempre decía que se iba a jubilar, pero era mentira. Nunca lo hizo. Hasta el día de su muerte estuvo aquí por la mañana. Los camareros empezaron a notarlo raro, se lo dijeron a mi padre y murió subiendo a la casa. Tenía 92 o 93 años y dedicó toda su vida a esto”, afirma.

Los cafés de Pepe llegaron a ser tan famosos que una marca de café local pidió permiso a sus descendientes para utilizarlo en su publicidad, con lo que se extendió aún más la fama de este abanico cafetero en Málaga. “Pedir el café como solo a ti te gusta y con una sola palabra, es una suerte”, dice el gerente del Café Central.

Aunque el resto de bares malagueños no contenga este pedazo de historia a base de barro y esmalte -realizado por Amparo Ruiz de Luna, descendiente del famoso ceramista Ruiz de Luna de Talavera de la Reina-, en toda la ciudad el café se pide y se retrata hoy como ideó Pepe.

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