De los pololos a las hombreras. Solemos creer que es la moda la que define cada generación. En realidad, "son nuestras palabras las que nos visten", explica a Verne Mar Abad, autora del libro De estraperlo a #postureo (VOX). Ha recopilado los términos más representativos de las últimas cuatro generaciones en España y, con ellos, también analiza los avances y retrocesos de nuestra sociedad.
En la generación silenciosa (aquellos nacidos en los años 20 y 30 del siglo pasado) se podían ganar unas "perras chicas" siendo "paragüero" o "afilador". Y las muchachas "peripuestas" vestían "pololos".
Los baby boomers, nacidos en las décadas de 1940 y 1950, iban en Vespa a los "guateques" luciendo sus mejores "niquis".
La generación X (nacidos en los 1960 y 1970) se llenó de "yuppies" sintiéndose "guay" porque hacían "footing". A otros les parecía "dabuten" darlo todo bailando a ritmo de "bakalao".
Los millennials (nacidos en los 80 y 90) se hacen "selfis" para olvidar que, con suerte, llegarán a ser "mileuristas".
Hay cosas que no cambian. De las revistas que enseñaban a las mujeres a estar siempre guapas -"peripuestas"-, hemos pasado a los tutoriales de belleza en YouTube. El qué dirán al que se enfrentaban nuestros abuelos se puede cuantificar ahora con las estadísticas que recogen nuestras redes sociales, comenta en un pasaje del libro Abad, cofundadora en 2009 de un proyecto pionero en el periodismo digital como es Yorokobu.
Viajar a través de las palabras nos permite confirmar que la sociedad también avanza de forma cíclica. El vocabulario de la generación silenciosa quedaba marcado por el hambre ("estraperlo", "puchero") y por la moral de la época ("pecaminoso", "descocarse"). Ahora se habla de "precariado" y "ninis" y las nuevas reglas morales también conquistan el lenguaje ("poliamor", "sexting"). Los términos que inventan sirven para referirse a los mismos temas. Mientras tanto, dos generaciones intermedias como los baby boomers y los X se han centrado en términos más relacionados con el consumo, el hedonismo y la apertura de las comunicaciones: "molar", "guay", "buga" y "emoticonos".
Así lo explica la teoría de The Fourth Turning, de los científicos sociales Neil Howe y Nigel Strauss. Comparan en ella la evolución humana con las estaciones de la naturaleza: primavera, verano, otoño, invierno y vuelta a empezar. Abad se basa en esta idea para explicar que, cada varias generaciones, caemos en lo mismo. El "estamos condenados a repetir la historia" es un hecho. "España funciona como un fuelle. Por ejemplo, somos un país de emigrantes que no aprendemos a retener nuestro talento", explica a través del teléfono.
De la censura franquista a lo políticamente correcto
Nuestro presente tiene un buen puñado de cosas en común con los jóvenes de los 40 y los 50. "Ellos se enfrentaban a la mordaza franquista y en la actualidad se impone la mordaza de lo políticamente correcto, que nos llega del extranjero. Cada vez que publicamos un tuit nos lo pensamos 50 veces por miedo a ofender a alguien", comenta Abad.
La periodista recuerda que, antes, la palabra "viejo" no era un insulto y defiende que censurar canciones de los años 80 porque sus letras nos parezcan machistas no es la clave para solucionar ese problema social: "Si no controlamos esa tendencia de lo correcto, la libertad de expresión volverá a caer en picado, como ocurrió en el pasado. Esta hipersensibilidad alimenta a una sociedad inmadura".
Al hacer un glosario para cada una de estas generaciones, la periodista se ha dado cuenta de que, curiosamente, son los jóvenes los que siempre definen el nuevo vocabulario. "[La adolescencia y primera juventud] es el momento en la vida en que buscamos independizarnos de nuestros padres. Tener nuestros propios códigos garantiza esa autonomía", explica.
Lo que es coloquial en una generación termina convirtiéndose más adelante en vocabulario habitual. "Solo que cada vez ocurre más rápido", dice. Antes de internet, "esa evolución era muy lenta y dependía del boca a boca y de los medios de comunicación". Con las redes sociales "se ha acelerado el proceso" y ya no hace falta esperar ni una sola generación.
Ahora el mundo es global y los términos en inglés nos llegan con las nuevas tecnologías. Pero también los españoles adoptan muchas palabras latinoamericanas que escuchan en los éxitos musicales creados al otro lado del Atlántico. Son melodías que se infiltran a través de plataformas como YouTube y Spotify.
Son malos tiempos para los puristas del idioma, quienes deberían tener en cuenta que nuestros abuelos también cambiaban el vocabulario a su antojo. De estraperlo a #postureo recuerda que las palabras complejas, como "hemiplejia" o "peritonitis", se obviaban para decir en su lugar "paralís", "baile de San Vito" o "cólico miserere", mucho más adaptadas a sus necesidades.
"Esta bien que la RAE regule ciertos usos del idioma, pero el lenguaje es una construcción colectiva a la que no debemos poner puertas", apunta Abad. Ella misma menciona que hasta el lenguaje de la programación informática está llegando a nuestras palabras: "Si algo como un emoji amplifica y matiza nuestro discurso, no hay razón para no usarlo. Al igual que no deberíamos tener complejos a la hora de emplear palabras que se consideran antiguas [como botarate]".
Z, la generación del futuro
Al final del libro, se avanzan algunas pautas de una quinta generación que renueva este ciclo planteado por la teoría de The Fourth Turning. La generación Z inicia una nueva primavera, aunque, esta vez, se enfrenta a un lenguaje mucho más hablado que escrito.
Dispositivos como WhatsApp y varias tecnologías de voz ya ofrecen la posibilidad de enviar mensajes sin tener que teclearlos. "Nunca se ha pasado tanto tiempo escribiendo como lo hacemos ahora. Es una anomalía histórica", destaca Abad. "Vivimos en una sociedad en la que los niños de tres a cinco años son capaces de buscar cosas en Google sin haber aprendido a leer y escribir. A saber qué serán capaces de hacer con 25 años. No hay que temer al futuro".
Con este test puedes comprobar si tu forma de hablar se corresponde con la de tu generación.
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