Aún no lo sabes pero este año te vas a comprar prendas, tazas o cuadernos en tonos morados. Ultravioleta, en concreto. La empresa Pantone, creadora del sistema de identificación, comparación y comunicación del color para las artes gráficas, ha anunciado que ese será el color de 2018. El tono con el que se tiñó la casa del cantante Prince tras su muerte el pasado abril inundará la industria de la moda, el diseño, la decoración…
“Pero ¿el ultravioleta qué color es?”, pensaréis. Técnicamente la elección del nombre de este color es inapropiado: “En realidad el ultravioleta no existe, pero la acción anual que realiza Pantone con el color del año no deja de ser una campaña de marketing, por lo que el nombre forma parte del reclamo comercial”, explica Santiago Martínez Arias, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y experto en Tecnología y Diseño Gráfico. No existe porque el ultravioleta es una radiación cuyo rango empieza desde longitudes de onda más cortas de lo que los humanos identificamos como el color violeta. Dicha luz o longitud de onda es invisible al ojo humano.
Leatrice Eiseman, directora ejecutiva de la división de consultoría de Pantone, admitió a Quartzy que el prefijo ultra trata de dar importancia al nombre y reforzar la idea de que “es de otro mundo”. Según Laurie Pressman, vicepresidenta de la compañía, el ultravioleta representa a la perfección cómo hay que mirar el futuro: “Es un tono provocativo, que incita a pensar, comunica originalidad e ingenio”.
Ahora que ya sabemos que ultravioleta es una denominación puramente comercial, hablemos de los violetas, un conjunto de colores que los españoles categorizamos dentro del morado. La ciencia nos dice que una persona con visión normal puede llegar a diferenciar entre tres y 11 millones de colores, como recoge Juan Carlos Sanz en su libro Lenguaje del color, pero también nos dice que depende “de la capacidad de cada individuo para comparar colores”.
Julio Lillo Jover, catedrático de Ergonomía de la Universidad Complutense de Madrid y coautor de Percepción del color y daltonismo, indica que pese a que somos capaces de diferenciar una gran cantidad de colores, estos se agrupan en un número reducido de categorías cromáticas básicas que determinan en gran medida nuestra memoria del color. Por ejemplo, aunque podamos distinguir entre miles de verdes (algunos más claros, otros más oscuros, otros más vivos...), “lo que solemos recordar es haber visto un verde y no el verde concreto”, asegura Lillo.
¿Por qué Monet sí veía el ultravioleta?
El pintor impresionista sufrió una operación a los 82 años que transformó absolutamente su forma de ver el mundo. Y de pintar, según los expertos. Monet perdió uno de sus cristalinos tras una operación de cataratas, condición conocida como afaquia. Después, sus azules nunca volvieron a ser los mismos. Una de las funciones del cristalino humano es bloquear los rayos que estén por debajo de los 390 nanómetros (medida de la longitud de onda de la luz). Cuando no hay cristalino el ojo es más vulnerable a los rayos ultravioletas y el espectro cromático se amplia, tal y como indican los autores del libro Radiación ultravioleta y salud.
Las investigaciones del equipo del catedrático, publicadas en Color research and application, muestran que, al igual que sucede en muchos de los idiomas de los países desarrollados, la versión común del español incluye 11 categorías básicas, una de las cuales se identifica como violeta o morado, que serían términos casi sinónimos en el habla cotidiana. Este hecho contrasta, según Lillo, con lo indicado por la empresa Pantone, que presenta dos muestras distintas, una para el color de moda y otra más representativa de la categoría morado.
Para los españoles ambas muestras son ejemplos de morado, porque coexisten el azul y el rojo. Sin embargo, el catedrático reconoce que no sería difícil aprender a utilizar el término violeta sólo para los colores en los que domina el componente azul y reservar así el término morado para aquellos en los que domina el rojo. “Parece ser que algunos idiomas empiezan a incluir esta diferenciación categorial y, por tanto, en ellos sí tendría pleno sentido la afirmación de que el color pantone para el año 2018 no es el morado, sino el violeta”, asegura.
Después de conocer cómo las investigaciones dejan claro que los españoles hablamos por igual de morado y de violeta y que es cuestión de “entrenamiento”, según Martínez Arias, identificar los matices que dan lugar a otros colores, os retamos a que comprobéis cómo de entrenado tenéis el ojo ante la gama de los morados (siempre según los nombres que utiliza Pantone).
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