Quien ha visitado un sitio de peregrinación en México seguramente se ha topado con los exvotos: ofrendas a Dios, a la Virgen o a los santos, pintadas en pequeños retablos de madera o de metal, donde se solicita la ayuda de la divinidad o se le agradece por los favores recibidos.
Pero también hay otro tipo de exvotos que no necesariamente buscan la intervención divina: retablos humorísticos, satíricos y transgresores que describen situaciones del México contemporáneo. Sus creadores se han apropiado de una tradición religiosa con varios siglos de antigüedad para hacer crónicas ilustradas de temas tan actuales como la migración, el matrimonio homosexual, las redes sociales, la prostitución, la lucha libre o Donald Trump.
En una imagen (la que se ve arriba), la petición está dirigida a la Virgen de Guadalupe: que proteja a todos los inmigrantes latinos en Estados Unidos de la "locas ideas" de su presidente. El autor es Alfredo Vilchis, uno de los retableros mexicanos con mayor exposición internacional. Su obra fue exhibida en el Museo Louvre de París, en 2011, durante el homenaje al escritor y premio Nobel de literatura francés, J.M.G. Le Clézio.
"El texto contiene los errores de ortografía y de sintaxis comunes en los exvotos de los siglos XIX y XX", cuando se volvió una práctica popular y ni el devoto ni el retablero dominaban la escritura, explica Caroline Perrée en su ensayo De la crónica social al cómic: retableros a prueba del mercado del arte. La académica del Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA) ha compartido con Verne parte de sus investigaciones sobre tres creadores dedicados al arte de pintar exvotos.
"El exvoto mexicano se caracteriza por sus colores expresivos, sus relatos prolijos y su estilo ingenuo", apunta la historiadora del arte. También explica que la tradición formal comenzó en la Europa del siglo XV, pero durante mucho tiempo estuvo reservada a las élites que podían mandar a hacer grandes pinturas dedicadas a los santos. La palabra exvoto viene de la fórmula en latín exvoto suscepto, que se puede traducir como "debido a un voto por el cual se comprometió".
En el siglo XIX, este tipo de ofrendas se democratizaron en México, y más tarde se convirtieron en una forma de arte popular.
Alfredo Vilchis nació en 1960 en la Ciudad de México y ejerció otros oficios, como el de albañil, antes de comenzar a vender sus exvotos en el mercado de antigüedades de La Lagunilla. Él mismo habla de su quehacer en un libro-catálogo que escribió en co-autoría con Pierre Schwartz: "Me propuse pintar lo que veo, siento o escucho. Hacer una crónica de los hechos, verdaderos o imaginarios, pedidos por alguien, que hablen de la historia y las costumbres de mi querido y bello México".
La homosexualidad ha sido uno de los temas predilectos de Vilchis, junto a las historias de amor y adulterio, la prostitución, la violencia urbana, la emigración, el deporte y los acontecimientos que marcaron el mundo a principios del milenio, explica Perrée. "El exvoto puede tomar una dimensión profundamente íntima, porque uno no reconoce fácil y abiertamente su homosexualidad en una sociedad como la mexicana", sostiene la investigadora.
En otro exvoto, el artista pide bendiciones para Las Patronas, las mujeres voluntarias que ayudan a los migrantes mexicanos y sudamericanos que viajan a bordo del tren conocido como La Bestia. Más abajo, el retablero da gracias a "San Juditas Tadeo" por encontrar en la lucha libre una inspiración para retratar a México.
David Mecalco (1963) vive en Iztapalapa (Ciudad de México) y también vende sus exvotos en La Lagunilla desde hace más de 20 años. Después de estudiar arte en la escuela de La Esmeralda, Mecalco comenzó a interesarse por esta forma de expresión a raíz de observar la devoción popular de los mexicanos, asegura Perrée. En su producción abundan los colores chillones y las historias de felicidades o desgracias de personajes de las clases populares.
Por ejemplo, esta prostituta y este luchador que agradecen a la Virgen de Guadalupe: una por haber ganado dinero para sus hijos y el otro por resultar campeón en la pelea.
Donovan (Ciudad de México, 1978) es el tercer artista cuya obra analiza en su ensayo la investigadora francesa. El también muralista urbano utiliza un lenguaje más contemporáneo en sus exvotos, al incorporar elementos del cómic y de algunas redes sociales como Facebook.
Las divinidades predilectas de Donovan, dice Perrée, se agrupan en lo que él llama la "Santa Trinidad Popular": la Virgen de Guadalupe, San Judas Tadeo y la Santa Muerte. Aunque esta última no está reconocida por la Iglesia, su culto está en plena expansión en todo el país y particularmente en la capital mexicana. En el siguiente exvoto, el señor Arnolfo Layo da gracias a la Santa Muerte porque fue capaz de dejar el alcohol.
En el imaginario de este artista suceden cosas extraordinarias. Una mujer agradece a la Guadalupana por "juntar los mil likes en Facebook" y tener, gracias a ello, muchos pretendientes. Otra le agradece por haber descubierto el amorío que tenía su marido con su mejor amiga, porque "ahora vive más feliz sin él".
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