Seis de la tarde del Miércoles Santo en el barrio de Santiago de Jerez de la Frontera (Cádiz). A las puertas de la iglesia, el público aguardaba la salida de Nuestro Señor del Prendimiento, una cofradía a los que numerosos flamencos rinden honores con cantes y bailes. Mientras esperaban en la calle, en el interior el espectáculo había comenzado. “Cayetano ya iba vestido de monaguillo para salir en la procesión. Cuando llegamos a la Casa de Hermandad y los costaleros le vieron entrar, empezaron a cantar y saltó la magia”. Antonio Jesús Flores relata así el momento en el que su hijo, de apenas seis años, se arrancó a bailar por bulerías. Puedes ver el vídeo al principio del artículo.
La escena de este miércoles 28 de marzo está circulando por WhatsApp y ha captado la atención de varios medios de comunicación. En el vídeo se ve a Cayetano dar una pataíta (como se conoce en el argot flamenco) por bulerías, mientras varios adultos a su alrededor cantan y tocan las palmas. Un cofrade, Rafael Fernández, grabó el baile y lo subió a su muro de Facebook. En cuatro días desde el Míercoles Santo lleva más de 210.000 reproducciones y ha sido compartido más de 5.000 veces.
Esa es solo una de las grabaciones de la escena. Hay otras, como la que ha publicado el medio local lavozdelsur.es. “Él siguió bailando y lo hizo aún mejor si cabe”, dice Flores, en una conversación telefónica con Verne. El vídeo también ha llegado a Twitter.
La salida del Prendimiento origina momentos flamencos cargados de espontaneidad. Este es el caso de la reunión de costaleros previa a la salida que se celebra en la Casa de Hermandad y en la que el capataz da las últimas indicaciones para portar el paso. Es entonces cuando, en otras ocasiones, se han arrancado a bailar desde “costaleros al capataz”, rememora Flores, que carga uno de los pasos.
Cayetano, aficionado a las pataítas
Este año, el protagonista antes de la salida fue Cayetano, monaguillo de la hermandad desde que tenía seis meses, cuando participó en la procesión por primera vez en brazos de sus padres. Durante la pasada Cuaresma, fueron varios los costaleros compañeros de Flores los que descubrieron el arte de su hijo. “Entonces surgieron cantes y bailes. Él estaba jugando con otros niños, los escuchó, se acercó y se echó dos o tres pataítas. Le ficharon y le pidieron que el Miércoles Santo bailara, pero yo no le di más importancia”, relata el padre.
Sin embargo, este pasado miércoles, Flores decidió llevarse tanto a Cayetano como a Jimena (su hija mayor de nueve años) al encuentro de costaleros previo a la salida, para que los niños no se quedasen solos en la iglesia antes de la procesión. “Tal y como entró por la puerta, Manuel de la Mina se puso a cantar y el resto siguió con las palmas. Cayetano se arrancó porque él es muy espontáneo y solo baila cuando él quiere”, explica el padre.
Ese carácter desenvuelto del pequeño fue el que llevó a la familia a descubrir la afición que tenía por un arte que “le viene en el ADN; en unas Navidades en casa de mi madre -dedicada al flamenco-, cuando el niño tendría unos cuatro años, se puso a bailarle por bulerías. Nos pareció simpático, pero después de las fiestas él siguió bailando así que le preguntamos si quería ir a clase”. Cayetano accedió y, desde hace un año y medio, da clases con el bailaor Miguel Ángel Heredia. “Su profesor nos ha dicho que tiene algo especial”, añade el padre.
El monaguillo flamenco
Cayetano terminó su baile por bulerías entre el furor de los cofrades. Luego, participó de la procesión hasta su recogida, a las cuatro de la madrugada. “Durante la salida empezaron a llegarme al móvil muchos mensajes de personas conocidas que me decían haber visto a mi hijo bailar. En una de las veces, mi mujer Rocío me dijo que el niño la estaba liando”, reconoce Flores.
Pero no fue hasta el día siguiente cuando la familia Flores comprendió la repercusión del momento: “A Rocío, una amiga de Italia le comentó que había recibido el vídeo y le preguntaba que si era su hijo”. Ya el Viernes Santo, Flores vio cómo en una visita a la Semana Santa de Sevilla les paraban y les preguntaban si Cayetano era “el monaguillo flamenco”. “El capataz Joselito Vargas me habló del niño sin saber que era mi hijo, al que llevaba en brazos justo en ese momento. Cuando se lo dije, hasta se lo llevó de la mano a hacer una levantá”, explica Flores.
Los padres han preferido dejar a Cayetano al margen de tan “abrumadora” repercusión. “Hay quien le para por la calle y le dice que va a ser famoso y que le va a tener que firmar autógrafos y él me pregunta que qué es eso de ser famoso”, reconoce divertido el padre. Lo cierto es que el niño ya sueña con ser futbolista y bailaor, como Dieguito el de La Margara, jugador del Cádiz C.F. en los años 80. Sin embargo, aún es pronto y a Antonio Flores solo le preocupa una cosa. “Yo lo que quiero es que él sea feliz. Eso es lo más importante de todo, el resto da igual”, añade.
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