Los jóvenes no hablan igual que sus mayores, y esos mayores no hablaron, en su momento, igual que hablaban sus padres. El empleo de determinadas palabras puede revelar la fecha de nacimiento que hay en tu carné: en los setenta se decía “chachi”; en los ochenta, “guay”; antes de esa etapa se decía que algo era “muy pera” (por muy bueno). Si miramos al lenguaje juvenil actual, vemos que uno de los identificadores de los jóvenes actualmente es el uso de “en plan”.
Atención a esta frase: “Le digo a mi madre que salgo, en plan me voy a la calle en plan tranquilo. Meto en el bolso en plan todo lo que necesito para echar el día fuera y resulta que me dejo las gafas de sol nuevas que me costaron caras, en plan 60 euros o más”. No es real, pero podría serlo: “en plan” es el nuevo chicle, es flexible y está todo el día en la boca de nuestros hablantes más jóvenes.
Esta construcción (preposición “en” + sustantivo “plan”) no es nueva en el idioma y la usamos hablantes de todas las edades para una función concreta, la de “Venimos en plan de auditoría” o “Acudieron en plan de buscar pelea”, casos que se dan desde mediados del siglo XX y donde “plan” tiene el significado de intención, proyecto, modo. Pero en los últimos años esta estructura ha ido modificándose de dos maneras. Por una parte, su forma ha variado y se usa más sin “de” (“Héctor está ya haciendo maletas en plan vacaciones” y no “en plan de vacaciones”). Por otra parte, y esta es la historia verdaderamente novedosa, en el español de España ha asumido entre los hablantes jóvenes muchos otros significados nuevos.
Lorca usaba la expresión "en plan" así que ESTOY LIBRE DE PECADO pic.twitter.com/tlS1NaGWMb
— kalopsia. (@raquelwazowsky) 6 de junio de 2017
Si decimos la frase “Brenda no viene hoy a trabajar. En plan, se ha pedido el día”, vemos que “en plan” significa “o sea” y explica de otra forma o ejemplifica lo que se está diciendo.
Otro valor innovador se usa en frases del estilo “Jaime me escribió en plan te vamos a subir el sueldo”, donde “en plan” tiene un valor similar al de poner unas comillas en el discurso escrito. Cita las palabras de otro.
Puede servir para situar el foco sobre algo, poniendo de relieve justo lo que sigue a “en plan”: “Una cosa es tatuarse una palabra, pero Mari Luz se ha tatuado en plan toda la pierna”. Y se usa también para mitigar y paliar el efecto de lo que se dice: “Emi se acaba de sacar el carné de conducir, en plan que prefiero no ir en su coche”.
Que sea útil para quienes lo usan y que tenga unos valores definidos no quiere decir que no pueda resultar exasperante oírlo constantemente en cada frase de un adolescente español. De hecho, ha despertado quejas por parte de profesores, que dicen que sus alumnos abusan de esta expresión. E incluso los propios usuarios, que reconocen que “en plan” es un elemento definitorio de su forma de hablar, pueden llegar a parodiar ese empleo extremo. Así, el youtubero catalán Pol Gise la ridiculiza en este vídeo: “No tengo vocabulario ni quiero un diccionario y se quejan, se quejan, se quejan de mí”.
El lenguaje juvenil español tiene, como todos los lenguajes juveniles, sus marcas propias, cambiantes y muy poco duraderas. La forma de interacción que emplean entre ellos los jóvenes, oralmente y de forma coloquial, es históricamente una constante fuente de cambios lingüísticos, cambios efímeros que aguantan en vigor hasta que son reemplazados por una nueva generación. Una lee este artículo de 2015 sobre lenguaje juvenil y comprueba que alguna de las palabras que se señalaban como propias de los jóvenes españoles han quedado ya anticuadas (¡en solo tres años!). Y, si hacemos un viaje hacia atrás en el tiempo, vemos un fenómeno similar: en los finales de los setenta, el Manifiesto de lo Borde que publicaron los componentes del genial grupo de rock andaluz Smash dividía la humanidad entre los hombres de las praderas, de la montaña, de las cuevas lúgubres y de las cuevas suntuosas. Leerlo es leer las palabras del lenguaje juvenil de los setenta:
Los hombres de las praderas son los únicos que están en el rollo y que han salido del huevo. Los hombres de las cuevas lúgubres se enrollan por el palo del dogma y te suelen dar la vara chunga. Los hombres de las cuevas suntuosas se enrollan por el palo del dinero y del roneo”.
Algunas de esas expresiones se han mantenido, otras no. La grandeza de las lenguas es que suelen ser bastante democráticas en la génesis y el ocaso de estos cambios lingüísticos. Tal vez dentro de unos años seamos capaces de hablar del inicio y del fin de la moda del emplanismo. Por eso, no tiene sentido escribir en plan “alarma: los jóvenes hablan raro”, porque estas modas lingüísticas vienen y se van. No te pega tener más de 35 y decir “hasta nunqui”, al igual que a esa edad no es común ser un emplanista o adicto a “en plan”.
Han pasado casi cuarenta años de la canción de Radio Futura, pero con ellos ya aprendimos que lo que le toca a cada joven que empieza a hacerse con el mundo es caer enamorado de la moda juvenil, en plan lo que sea.
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