David Broncano, Ignatius Farray y Quequé se tuvieron que disculpar el 10 de abril en su programa La vida moderna (Cadena Ser) por unos chistes que comparaban el bádminton con el asperger y el squash con el autismo. “Pude derrapar en algún momento”, admitió Farray, antes de reivindicar el derecho de los humoristas a “tener cierto margen para meter la pata”. Concluyó asegurando que “no queremos que haya colectivo sin ofender. Queremos ser desagradables con todo el mundo por igual”.
Moderdonia apuesta por la commedia para tender puentes con Huelva y las familias con autismo. https://t.co/6TNP9jtta5 pic.twitter.com/B5ohIco0ER
— La Vida Moderna (@VidaModernaOML) 10 de abril de 2018
La cómica murciana Raquel Sastre se enteró de la existencia de esos chistes por la polémica que despertaron. Después de escucharlos, pensó que “no fue para tanto”, cuenta a Verne por teléfono, y tampoco cree que los humoristas tuvieran que disculparse. De hecho, lleva todo el fin de semana defendiendo en Twitter el derecho a reírnos de todo. Comenzó con un tuit en el que preveía lo que se avecinaba con un “que alguien venga a decirme que cómo puedo hacer un chiste con el autismo, que cómo se nota que no tengo hijos autistas”.
Porque ella tiene una hija de casi dos años con síndrome Phelan-McDermid. Como la mayor parte de las personas con este síndrome, Emma tiene autismo. En opinión de Sastre, los chistes no son un problema para las familias y los niños con TEA (trastorno del espectro autista). El verdadero problema es la falta de recursos para poder contar con atención temprana de calidad.
Respecto a los chistes sobre TEA en @VidaModernaOML: prohibir esos chistes o tener una disculpa NO va a mejorar la vida de los niños con TEA. Mejorará su vida una Atención Temprana de CALIDAD y presente EN TODAS LAS CC.AA. Que en Canarias ni hay. Fdo: la mamá de una niña con TEA.
— Raquel Sastre.Cómica (@raquelsastrecom) 12 de abril de 2018
De hecho, Sastre publicó este sábado un hilo en su cuenta sobre las necesidades de los niños con TEA, que arrancaba con un chiste sobre su propia hija. En el hilo cuenta que la atención temprana es imprescindible para niños con trastornos del desarrollo, pero que aun así hay comunidades como Canarias donde esta atención no existe y en casi todo el país la cobertura pública acaba a los 6 años, con independencia de cómo estén los niños. El primer tuit del hilo se ha compartido más de 2.300 veces en menos de dos días.
“Mi hija con TEA no me mira, no se comunica conmigo, chilla mucho, tiene rabietas... No sé cómo voy a diferenciar en unos años el TEA de la adolescencia😅😜”.
— Raquel Sastre.Cómica (@raquelsastrecom) 14 de abril de 2018
Ya que he captado vuestra atención, vamos a hablar de lo importante. SPOILER:No son los chistes, es la falta de recursos
“La verdadera indignación la provocan quienes de verdad se ríen de nosotros”
La humorista colabora con la Plataforma por la Atención temprana y los Derechos de la Infancia con Diversidad Funcional de Madrid (PATDI). Su portavoz, Óscar Hernández, comenta a Verne que es seguidor de La vida moderna, "así que me enteré de los chistes de primera mano”. Hernández apunta que "en la plataforma entendemos que el humor es algo muy personal” y “comprendemos que muchos se hayan indignado por estos chistes”, pero “la verdadera indignación la provocan quienes de verdad se ríen de nosotros”, en referencia a la ausencia de recursos públicos.
Hernández explica que, aunque no hay datos oficiales de diagnósticos, según las encuestas del INE hay unos 175.000 niños necesitados de este tipo de atención en toda España. Sin embargo, la cobertura varía según la comunidad autónoma: “En Canarias no hay nada, en Castilla-La Mancha solo hay cobertura hasta los 3 años, en otras comunidades hasta los 6...”. Además, la comunidad de Madrid tiene las mismas plazas que Murcia, unas 3.000, a pesar de tener cuatro veces más población. "O el agua de Madrid es buenísima o faltan plazas", apunta.
No se trata solo de niños con autismo, sino de pequeños que necesitan todo tipo de terapias: logopedas para aprender a masticar y a hablar, terapeutas ocupacionales para enseñar a los niños a relacionarse, fisioterapeuras para que puedan caminar… "Son actividades reconocidas como prestaciones sanitarias, no como apoyo", añade Hernández, que es importante que tengan lugar en los primeros años de desarrollo.
En opinión de Sastre, toda esta indignación por unos comentarios con intención humorística apartan el foco de lo verdaderamente importante: “Estamos hablando de unos chistes en lugar de sobre los recortes”. Hernández apunta a la necesidad de “concienciación” y explica que “esta polémica crea mucho ruido, pero hace que los temas de fondo pasen desapercibidos".
Sastre critica a los “ofendiditos profesionales”. Es decir, aquellos sin relación con el autismo, pero que aun así necesitan dejar claro que el humor tiene sus límites, con el único objetivo de “aparentar que son mejores que los demás solo porque ellos no se ríen de ciertos temas”.
Y añade: “A mí sí me están haciendo daño porque con su voz están apagando la nuestra. El respeto no va a hacer que mi hija aprenda a señalar. Mi hija ha aprendido a señalar porque la hemos llevado a terapia durante meses”.
Que no haya chistes sobre el TEA no va a hacer que aprendan a comunicarse: lo hace la terapia.
— Raquel Sastre.Cómica (@raquelsastrecom) 14 de abril de 2018
Que no haya chistes sobre el TEA no va a hacer que los colegios tengan profesorado de apoyo: lo hace la inversión de dinero.
El humor para enfrentarse al peor día de tu vida
A Sastre el humor la ha ayudado a enfrentarse a las dificultades. La humorista es consciente de que esto “depende de cada persona. Muchos padres muy sensatos decían que no les habían gustado los chistes de La vida moderna en absoluto”. Pero, en su caso, “si no fuera porque de vez en cuando decimos algo y nos echamos a reír estaríamos hundidísimos”.
Sastre recuerda un metaestudio publicado en 2014 según el cual las personas que trabajan en atención médica y usan el humor para enfrentarse a lo que ven cada día tienen más resiliencia que quienes no recurren a esta herramienta.
Este estudio está en línea con lo que escribe Scott Weems en su libro ¡Ja! La ciencia de cuándo nos reímos y por qué. Según Weems, el humor negro es una forma de gestionar conflictos emocionales complejos. Por ejemplo, cuando hacemos un chiste sobre alguien con discapacidad, no solo nos sentimos mal por ellos, sino que “también queremos reafirmar su valor y tratarlos como deberíamos: como a todo el mundo”.
Sastre recuerda su propia experiencia con su hija: “Cuando nos dieron el diagnóstico de Emma pasamos dos horas llorando. Además, mi marido es neonatólogo y cuando vi la cara que ponía cuando leía lo que le ocurría, pensé madre mía, esto es muy malo. Dos horas después le dije no pasa nada, cariño, la niña es guapa y probablemente no hable nunca. Tú tranquilo, que pronto la casaremos, será la pareja perfecta. No porque sea mujer -añade-, un hombre callado también sería mi pareja perfecta. Y nos dio a los dos por reírnos. Eso nos sirvió para dejar de llorar y poder seguir un poco con ese día, que fue terrible... El peor día de mi vida”.
Ahora, 23 meses después, “Emma está muy bien, hemos tenido mucha suerte. No tiene problemas de motricidad y de momento parece que no está afectada su capacidad cognitiva”. Pero eso es gracias, recuerda, a la terapia temprana, que está ayudando a su hija a comunicarse y, más adelante, la ayudará a estudiar. “Esto no puede depender del dinero de cada uno… Pero aquí estamos, hablando de chistes”.
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