La revolución de los guapos

¿Habéis visto imágenes de las revueltas de Mayo del 68?

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Estudiantes y trabajadores en una manifestación del 29 de mayo de 1968
Estudiantes y trabajadores en una manifestación del 29 de mayo de 1968.

Esta semana se han cumplido 50 años del inicio de las revueltas de Mayo del 68. Mucho se ha escrito de la increíble influencia política, social y artística de las revueltas que agitaron no solo Francia, sino también Italia —a cuyos participantes Pasolini puso de vuelta y media por burgueses—, México, Japón —que de hecho serían los nipones los primeros en utilizar el llamado baile de la serpiente en las manifestaciones— o lo que en ese momento se conocía como Checoslovaquia. Y también España. Que no se diga. Ahí estaban los ácratas tirándole crucifijos a los furgones policiales.

Ya lo decían los Beastie Boys. Tienes que luchar por tu derecho a divertirte

Repasando los bancos de imágenes que están volviendo a ver la luz estos días, una se encuentra con que muchas de las fotografías más conocidas de aquel movimiento tienen como protagonista a personas extremadamente atractivas. Sirva como ejemplo la fotografía de Caroline de Bendern tomada el 13 de mayo del 68 durante una manifestación que se dirigía a la Bastilla. Caroline enarbola, bella e impertérrita como la Terpsícore de Antonio Cánova, una bandera de Vietnam. La imagen de la joven inglesa a hombros de Jean-Jacques Lebel —que ocupó el Teatro del Odeón y se acabó convirtiendo en un reputado artista plástico— apareció en la revista Life y fue portada de Paris-Match, lo cual provocó que Caroline fuera desheredada por su abuelo. Porque Caroline además de una modelo guapísima y delgadísima, era aristócrata. Quizá Pasolini sí que tuviera algún motivo para apretar los puñitos.

Caroline de Bendern dice que ni un paso atrás. Ni alante. Que mejor que la lleven

No es este, desde luego, el único ejemplo disponible. Aunque parecen ya casi olvidadas, recordemos que no hace tanto el colectivo ucraniano Femen solía ocupar muchas piezas en los telediarios con sus acciones por todo el mundo, mientras algunos cuestionaban el hecho de que la gran mayoría de las activistas fueran jóvenes, lozanas y bellísimas. En el campo masculino también hay numerosos ejemplos, aunque en ocasiones sean “del otro lado”. ¿Es la belleza entonces un requisito fundamental para ser la cara, o mejor dicho, para ser la exitosa cara de un movimiento? ¿Asociar belleza y revolución desvirtúa el mensaje o es una manera de apelar a la inherente sensibilidad humana?

Es complicado determinar hasta qué punto podemos (o incluso si debemos) obviar la forma para centrarnos en el fondo. Bien es cierto que en algunos casos, como en las entrevistas de trabajo o la presentación de currículos, muchos opinan que el aspecto no debería ser un factor a tener en cuenta y de hecho existen ya multitud de iniciativas destinadas a fomentar la implementación de los currículos anónimos. Para otros, no obstante, el verdadero cambio pasa más bien por hacer que los modelos de belleza sean más inclusivos.

Daniela Vega, una mujer fantástica en la gala de los Oscar. Frazer Harrison / Getty Images

Desde hace relativamente poco, existe un nuevo campo científico, la neuroestética, que se ocupa de estudiar las percepciones estéticas y los juicios que surgen de ellas. Pero esas consideraciones no son nuevas. Kant ya decía aquello de que la belleza es subjetiva y está en los ojos del que observa. Para el alemán, el verdadero conocimiento es resultado tanto de la sensibilidad que recibimos de los objetos como del entendimiento derivado de “pensar” esos objetos, es decir, son estímulos separados. En opinión de Schiller, sin embargo, la belleza puede ser una condición necesaria para la libertad, igual que para Walt Whitman, según el cual la belleza natural elevaba el espíritu. Para Rihanna, ya que nos ponemos, la belleza puede ser un arma revolucionaria siempre que no olvidemos que existe más de un modelo estético único y que, a veces, debemos educar el ojo.

Quizá todos seamos perfectos a nuestra manera pero la verdad es que Rihanna un poquito más

Quizá todos seamos perfectos a nuestra manera pero la verdad es que Rihanna un poquito más.

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