La historia del joven madrileño que salvó una vida solo un mes después de registrarse como donante

"Descubrir que la persona a la que había donado estaba bien es la mejor noticia que me han dado en la vida”

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Apuntarse al registro de donantes de médula no es lo mismo que hacerse donante: la probabilidad que aparezca algún paciente compatible es baja, y puede tardar años en llegar o no producirse nunca. A Antonio Romero, de 26 años, lo llamaron solo 10 días después de registrarse. “Me sonó el móvil y me dijeron: soy de la Fundación Josep Carreras, imagino que sabrás por qué te llamamos. La verdad es que no me lo imaginaba, pensé que sería para responder una encuesta o algo parecido”, cuenta por teléfono a Verne. Ha contado la historia de su donación en un hilo de Twitter, que ha superado los 8.000 retuits en menos de 24 horas.

Romero ha aprovechado que se cumplía un año de su donación para contar cómo fue todo el proceso [puedes leer el hilo al completo abajo]. “Decidí contarlo porque creo que hay mucho desconocimiento, hay gente que no imagina que sea algo tan sencillo e indoloro y por eso no se animan a hacerse donantes”, cuenta.

La historia de Romero comienza con cómo se apuntó al registro de donantes de médula (puedes leer cómo se hace, paso a paso, aquí). Tras recibir diez días después la llamada de la Fundación Josep Carreras, le hicieron unos análisis para confirmar su compatibilidad con el paciente. Una vez confirmada, tenía tres semanas antes de comenzar la donación.

“Esas tres semanas me comí mucho la cabeza pensando cómo estaría esa persona que me necesitaba y si podría ayudarla”, cuenta Romero a Verne. “Además, me pilló de vacaciones, así que tenía todo el tiempo del mundo para darle vueltas”. Tal y como explica el madrileño en el hilo, existen dos métodos de extracción de médula: de sangre periférica (el más común, con extracciones de sangre) y de médula ósea, con una serie de punciones en la pelvis. A Romero le practicaron el primero.

El proceso, cuenta Romero en el hilo, consiste en una serie de inyecciones previas que permiten el paso de las células madre de la médula ósea a la sangre. Después, llega el día de la donación, en el que filtran la sangre del donante para extraer las células madre. Romero cuenta que pasó cuatro horas en la camilla y, después, para casa. “Cuando todo terminó, sentí cierto alivio tras tantas semanas de responsabilidad”, reconoce. “Estaba un poco cansado”.

El donante no conoce nunca al paciente que ha recibido la donación, pero existe la opción de llamar pasados 100 días para informarse de cómo ha ido todo. Romero, al principio, pensó en no hacerlo. “No sabía cómo iba a reaccionar si me enteraba que había salido mal”, cuenta a Verne. Este año, el joven conoció a algunos supervivientes de leucemía gracias al Centro de Transfusión de Sangre, y eso le animó a hacer la llamada. “Me di cuenta de que, con haberlo intentando y haber podido alargar algo más la vida de una persona, era suficiente”, explica.

No hizo falta ese consuelo: la Fundación Josep Carreras le anunció que el paciente al que había donado estaba en proceso de curarse y que todo había salido bien. “Es la mejor noticia que me han dado en la vida”, cuenta.

A continuación, puedes leer el hilo de Antonio Romero al completo. Si quieres más información sobre cómo hacerse donante, puedes leer este reportaje en el que lo contamos, paso a paso, en Instagram Stories. Y si quieres leer más experiencias de donantes, este es el testimonio de Juan Antonio Martín que, que donó por el método de médula ósea.

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