Canadá llamó la atención mundial el pasado 17 de octubre. No por unos calcetines fosforescentes del primer ministro Justin Trudeau o por una nueva escalada comercial con la Casa Blanca. La razón fue la legalización del cannabis recreativo, que entró en vigor en todo su territorio.
Eso sí, se trata de un marco que regula la producción, venta y consumo para uso lúdico (el terapéutico fue aprobado en 2001), no de una autorización para hacer ahora todo lo que uno quiera con la hierba. Tampoco puedes encontrarla en el supermercado de la esquina. Me dirijo a una de las tiendas en las que se puede comprar cannabis de manera legal en Montreal para ver cómo se vive días después de la entrada en vigor, cuando las cámaras de las televisiones internacionales se han ido.
Colas de varias horas
“El producto que yo quería comprar se agotó en internet. Por eso vengo a la tienda”, dice Karine, una montrealesa de 22 años que hace la fila mientras enciende cigarrillo tras cigarrillo. Karine fuma tabaco rubio, aunque alguna que otra persona en la fila tiene un porro encendido en la boca. No hay desorden ni rostros preocupados.
La tienda online de la SQDC, accesible solo desde Canadá, ofrece 68 productos, pero varios de ellos están agotados. Es mejor darse una vuelta por uno de los 12 establecimientos que abrieron sus puertas en la provincia; tres están situados en Montreal.
Esta sucursal está ubicada en el norte de Montreal, frente a un centro comercial muy concurrido. El día de la legalización hubo que esperar más de tres horas para ingresar a la tienda. Frédéric, de 25 años, viene de Sherbrooke (a unos 150 kilómetros de Montreal): “La verdad es que he fumado marihuana dos o tres veces en mi vida. Estoy aquí por curiosidad”.
Cultivada en Canadá
Una hora y diez minutos después, es momento de ingresar al establecimiento. Un agente de seguridad pide una identificación a los individuos que tienen cara de adolescente (en Quebec y Alberta hay que ser mayor de 18 años; en el resto del país, mayor de 19). Después, otro agente señala el camino para pasar a una segunda sala. Parece más una farmacia que una tienda de licores. La decoración es sobria y los productos descansan en anaqueles accesibles únicamente para los empleados. Hay pantallas donde se proyecta información sobre la variedad de la hierba (sativa, índica, híbrida), el precio, la compañía productora y los niveles de THC y CBD.
La ley permite la compra de hierba seca, cigarrillos liados, aceites, pastillas y atomizadores orales. El Gobierno federal estudia autorizar el próximo año la venta de comestibles y resinas. Según datos de la SQDC, se realizaron cerca de 30.000 transacciones web el primer día de la legalización.
Hay muchos estantes, pero varios de ellos están completamente vacíos. Las ventas han superado las expectativas, así que las empresas productoras trabajan sin cesar para distribuir la hierba en el menor tiempo posible. Isabelle Robillard, portavoz de Hexo, la firma de mayor presencia en los establecimientos de Quebec, declaró al diario La Presse: “La demanda fue tres veces más importante de lo previsto en los primeros días de la legalización”. Un cartel precisa que toda la marihuana que se vende legalmente ha sido cultivada en Canadá.
Una atención personalizada
Una mujer de unos 50 años pide en el mostrador un aceite cannábico. “Se agotó”, responde un empleado y precisa que sólo queda una marca de cigarrillos liados. ¿Qué conviene entonces comprar? El empleado hace preguntas para hacer recomendaciones, en función de la potencia buscada, los hábitos de consumo y el presupuesto. Es momento de escoger: 3,5 gramos de Helios Flower por 20 dólares canadienses (unos 13 euros). El producto -hierba seca- tiene 19% de THC (tetrahidrocannabinol, principal psicoactivo del cannabis) y 0,07% de CBD (cannabidiol, principal componente de la planta y no psicoactivo).
El empleado pregunta si el pago será en metálico o con tarjeta. La marihuana está en un frasco de plástico resguardado por una caja de cartón. Se entrega en una bolsa de papel, junto con la factura y un folleto con información general sobre el consumo de cannabis. El frasco tiene una etiqueta -similar a la que aparece en los paquetes de tabaco- donde se lee que consumir la hierba a edades tempranas aumenta el riesgo de dependencia. La factura indica que 1,74 dólares en impuestos serán para Quebec y 0,87 para la ciudad de Ottawa.
¿Dónde se puede fumar?
Seguramente alguien ya está pensando en lanzar una aplicación para dispositivos móviles que muestre dónde se puede consumir la planta. La razón es que cada Gobierno provincial y municipal decide en qué sitios se puede encender un porro. Muchos han calcado la reglamentación relativa al tabaco (autorizar en lugares públicos al aire libre, aunque lejos de escuelas y hospitales), pero otros han optado por políticas más restrictivas. Además, los arrendadores pueden decretar que sus inquilinos no enciendan pipa dentro de casas o apartamentos. “Era más fácil fumar hierba cuando era ilegal”, opina Assan, cliente de 42 años.
Justin Trudeau justificó la legalización principalmente por dos razones: proteger a los jóvenes de una sustancia que tiene riesgos y combatir el mercado negro. Algunos expertos critican que la información distribuida a la población ha sido poco considerable (por ejemplo, no todos los hogares recibieron trípticos por correo y los anuncios de sensibilización en radio y televisión son parcos).
Por su parte, el Gobierno federal señaló que el objetivo es quitarle al crimen organizado el 50% del mercado del cannabis el primer año. Suena ambiciosa como cifra, al constatar los problemas de aprovisionamiento en tiendas en línea y sucursales; también por los números citados por los analistas: la demanda anual oscila entre las 611 y las 773 toneladas.
No obstante, la opinión general es que hay que dejar que el tiempo transcurra antes de sacar estrictas conclusiones, dado el calado de la medida. Mientras tanto, la vida en Canadá (por lo menos en Montreal) no ha cambiado radicalmente tras la legalización. El ambiente es de celebración y dudas, pero no de terror. Huele a marihuana en algunos parques y calles; el mismo olor que se percibía hace meses o años.
¿Quién puede producir y vender cannabis?
La producción solo está permitida a firmas privadas que obtuvieron una licencia federal. Ottawa permite el cultivo máximo de 4 plantas por hogar (únicamente para autoconsumo), aunque las provincias de Manitoba y Quebec prohibieron esta disposición. La edad mínima de compra y consumo también refleja que los Gobiernos provinciales tienen margen de maniobra. Alberta y Quebec optaron por la que sugirieron las autoridades federales (18 años); en el resto de Canadá es de 19 años. La cantidad máxima de posesión es de 30 gramos. Las personas pueden viajar con la hierba por todo el territorio canadiense, pero sin cruzar frontera alguna; ni siquiera si la marihuana es legal en su destino final.
El sistema de venta ha sido también decisión de cada Gobierno provincial. Se puede adquirir a través de internet o en tiendas. Algunas provincias optaron por crear compañías de corte estatal, otras decidieron otorgar permisos a firmas privadas y también se han implantado modelos mixtos. En Quebec, lugar desde el que escribimos, la venta en línea y en tiendas está a cargo de la Sociedad Quebequesa del Cannabis (SQDC), empresa estatal similar a la que controla el alcohol en la provincia francófona.
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