En un vídeo electoral de Ciudadanos, Inés Arrimadas habla con una vecina del Barrio de la Viña, en Cádiz, que cuenta que la despidieron estando de baja por una enfermedad grave. Pero lo que ha llamado la atención de muchos no es esta historia, sino el hecho de que Arrimadas, presidenta del grupo parlamentario de su partido en el Parlamento de Cataluña, hable con acento gaditano (a partir del minuto 0:55).
Arrimadas nació en Jérez de la Frontera, donde vivió hasta los 18 años, cuando se fue a Sevilla a estudiar Derecho. Lleva más de 10 años viviendo en Barcelona, donde ha desarrollado su actividad política hablando español sin acento andaluz y, muy a menudo, también catalán. El hecho de mostrar este acento ha sorprendido a muchos, llegando algunos a interpretarlo como algún tipo extraño de estrategia electoral.
Arrimadas esconde su acento andaluz cuando habla fuera de Andalucía porque se avergüenza de él?
— EL PUTU AMU! 🎗️ (@elputuamu) 27 de noviembre de 2018
O se fuerza a hablar con acento andaluz cudando va a Andalucia para engañar a los andaluces? https://t.co/prymvjEvk5
El acento andaluz de Arrimadas. pic.twitter.com/SZTJ2aWZmv
— skakeo fanzine (@skakeofanzine) 28 de noviembre de 2018
Lo del vaivén del acento de Inés Arrimadas sí que es apropiación cultural y no lo lo de Rosalía pic.twitter.com/RRzFuNsVYt
— Click de Famobil (@clickfamobil) 28 de noviembre de 2018
A pesar de esta sorpresa, no tiene nada de raro que a mucha gente se le peguen los acentos según dónde esté. En un artículo de 2017 ya apuntábamos en Verne que es habitual ir al pueblo de vacaciones, por ejemplo, y a los pocos días estar aspirando eses o adoptando ciertos dejes. Esto tiene mucho que ver con el acercamiento, la comprensión, la empatía y la aceptación.
“Más que una imitación, estamos ante un proceso de adaptación o acomodación al interlocutor”, nos explicaba entonces Victoria Marrero, profesora de Lingüística y Fonética en la UNED. La adopción de ciertos rasgos del interlocutor es, para esta lingüista una “tendencia natural” que nos permite “reducir las diferencias y facilitar la comunicación”.
En otro artículo sobre este tema, Javier Cuétara Priede, profesor de lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) nos explicaba que "el acento dialectal, sobre todo cuando es muy marcado, es muy fácil de adoptar de manera inconsciente”, al tratarse de una forma de intentar mejorar nuestra interacción con los demás.
Tenéis un problema tocho con la gente que habla con varios acentos porque lo relacionáis con una pose falsa y obviáis la posibilidad de que haya una empatía lingüística que se da con frencuencia en gente que tiene un oído muy desarrollado y ganas de conectar con el interlocutor.
— Nikki García (@nikkigarcia_es) 28 de noviembre de 2018
Lo del acento andaluz de Arrimadas es como cuando yo me iba al pueblo en verano y al volver parecía que me había criado en un cebadero amamantando directamente de una cerda.
— Mr.D © (@D_dedavid) 28 de noviembre de 2018
Sobre el acento andaluz de Arrimadas cuando está en Andalucía: a mí me pasa lo mismo cuando bajo (o cuando hablo por teléfono con mi familia). Es normal.
— Javi Maján ∴ (@Treintanyero) 27 de noviembre de 2018
También hay cuestiones de estatus a tener en cuenta. Puede ser que alguien vuelva a su lugar de origen y renuncie a este acento original. “Quien vuelve al pueblo y ya no se siente de ahí, por intentar darse lustre y demostrar que ha adquirido cierta formación, puede ser que use el nuevo acento de forma distintiva”, explicaba el antropólogo Andreu Cañadas. Sobre todo cuando quien vuelve a la que fue su tierra no adopta variantes locales tradicionalmente (y erróneamente) consideradas menos prestigiosas para los hablantes, cosa que ha ocurrido especialmente con el acento andaluz.
Por supuesto, estos cambios de acento no son exclusivos de España. Hace unos años, las burlas fueron para la cantante mexicana Paulina Rubio, criticada por modificar su acento desde que se mudó a España a mediados de los 2000. Madonna, que ha vivido muchos años en Reino Unido, también ha sido objeto de comentarios por su acento cambiante, que ahora suena más británico que estadounidense.
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