La tapa, ¿queremos cantidad o calidad?

Seña de identidad, embajadora cultural: ir de tapas inspira para largas conversaciones

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En algunas ciudades y provincias españolas estamos tan mal acostumbrados que no volveríamos a un bar si no sirven la cerveza acompañada de una tapa. ¿Qué menos que unas patatas o unas aceitunas? Y aquellos en los que “comes gratis” o “sales comido con tres cañas” entran directos a nuestro listado de bares favoritos.

El tapeo o ir de tapas es seña de identidad en España, una costumbre tan arraigada que en 2018 el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte inició los trámites para que fuera declarada Patrimonio Cultural Inmaterial por la Unesco. La tapa “es una embajadora destacada de la gastronomía española y de la Marca España”, dice la Real Academia de Gastronomía.

Es tan conocida fuera de nuestras fronteras como la paella o las sevillanas. Corre el peligro de ser ultrajada por aquellos que se limitan a poner minirraciones que poco tienen que ver con una tapa. Y esto pasa en el extranjero y también en España.

En España somos tan aficionados a ir de tapas o de pintxos –depende del lugar tiene un nombre, pero el acto es parecido– que es lógico que sea un tema recurrente en nuestras conversaciones reales y virtuales. Nos gusta ir de tapas y nos gusta hablar de tapas. Así lo prueba Amstel Index, la herramienta que mide el reconocimiento en redes sociales y lo expresa en una escala de 0 a 100 se ha encontrado con un 71% de comentarios positivos sobre las tapas o el tapeo frente a un 29% de crítica.

Nos gusta hablar de tapas, pero de tapas buenas: celebramos los bares con tapas elaboradas y recomendamos los que no escatiman en cantidad. Según Amstel Index, los aspectos que más reconocemos en estos bocados, sean gratis o de pago, son la preparación, el sabor, la calidad y su capacidad para combinar con nuestra bebida, siendo la cerveza su compañera favorita a la vista de los datos: es el término más presente asociado al tapeo con un 60% de reconocimiento.

Tapas: el origen

Tiene sentido que casi siempre que hablemos de tapas hagamos referencia también a la bebida con la que se sirve, así nacieron las tapas. Tiene más de leyenda que de histórico y no hay acuerdo sobre su fecha exacta, hay teorías que rastrean el origen de la palabra tapa y del tapeo hasta los Reyes Católicos y las más aceptadas hablan de finales del siglo XIX o principios del XX, pero todas acaban contando más o menos lo mismo: se le llamó tapa a una loncha de queso, jamón o algún otro embutido que se ponía encima de la bebida, “tapando” para que no entraran moscas o polvo.

Lo que sí parece “probable”, como aseguraba el Director General de Bellas Artes y Patrimonio Cultural, Luis Lafuente Batanero, en el texto escrito para la Unesco, es que el origen de la tapa sea Andalucía. Ya fuera para tapar el vaso o para que los parroquianos comieran algo mientras bebían apostados en la barra, la costumbre de ofrecer un pincho o aperitivo con la cerveza empezó en el sur de España. Por eso no es casualidad que en esta comunidad estén algunas de las ciudades con más tradición de tapas gratis, como Almería, Granada o Jaén.

Andalucía es también, según ha observado Amstel Index, la segunda comunidad donde más se habla de tapeo. Precedida de Madrid y seguida de Cataluña y Castilla y León. Tampoco esto es casualidad. Son, precisamente, las regiones en las que más se practica este deporte nacional. Faltaría aquí el País Vasco, donde se dice “ir de pintxos”, aunque el concepto es el mismo.

“Tapear es un acto social que va más allá de lo que estás comiendo, es compartir con la gente que quieres”, ha dicho Paco Roncero, uno de tantos chefs de la alta cocina española con Estrellas Michelin que también ha incluido las tapas en sus menús y ha jugado con ellas.

La tapa es mucho más que un bocado perfecto, tapear es “la costumbre de juntarse grupos de personas que realizan, con una temporalidad periódica o no, la visita a bares y tabernas diferentes de una misma zona y situados muy próximos entre sí, con la finalidad de consumir bebidas”.

Así lo definieron en el Boletín Oficial del Estado para declararlo manifestación representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. Nos explica como sociedad, explica por qué seguimos siendo el país con más bares del mundo y por qué la mitad de los españoles prefiere comer en bares cuando come fuera de casa antes que en un restaurante o en un local de fast food.

Y sí, a veces buscamos cantidad, “salir comido con tres cañas”, pero como trasladan los datos recogidos por Amstel Index, cuando tapeamos, queremos, sobre todo, calidad. En las redes sociales se repiten mucho las preguntas sobre dónde ir de buen tapeo por las ciudades de España, preguntamos por buenos pintxos no por los pintxos más grandes.

La calidad tiene un 80% de menciones de reconocimiento en Twitter y la cantidad, un 43%. De hecho, la cantidad es el aspecto más criticado (un 57%) porque aunque no queramos siempre tapas rebosantes tampoco nos gusta ver dos cacahuetes perdidos en un gran plato.

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