Pintura que se resquebraja de las paredes, ventanas reventadas y muebles que cuentan la historia de sitios que alguna vez estuvieron habitados. Toparse con un edificio abandonado, abierto y que no haya sido destruido es el anhelo de los exploradores de lugares deshabitados, quienes únicamente quieren verlos y tomar la mejor foto o vídeo posibles. El pasatiempo de explorar edificaciones deshabitadas, documentarlo y luego compartirlo en redes sociales es conocido como Urbex. El término viene de la fusión de palabras en inglés urban y exploring, es decir, exploración urbana.
Fran Lens (quien pide que no se use su nombre real), de 31 años, es un fotógrafo madrileño que administra la cuenta de Instagram @abandonedspain. Lens lleva casi ocho años tomando fotos de lugares abandonados y tres dedicando su cuenta personal de Instagram (@franlens) a esta actividad. “Desde la cuenta Abandoned Spain comparto mi trabajo pero también el de otros”, explica Lens vía telefónica a Verne. El explorador Urbex dice que alrededor de 50 personas colaboran en la cuenta que administra con otros dos instagrammers y que tiene 14.000 seguidores.
Desde exploradores con más de tres millones de seguidores –como el canal de YouTube Exploring with Josh– hasta los aficionados con pocos seguidores, según Lens los que practican Urbex alrededor del mundo tienen una serie de normas: ir siempre acompañado, no entrar a lugares que estén cerrados “aunque baste una patada para abrir la puerta”, dejar el sitio como lo has encontrado y no revelar la ubicación a menos de que el lugar ya esté vandalizado. La última regla tiene otra excepción, ya que dentro de la misma comunidad sí se dice dónde hay lugares, pero solo a personas que se sabe que no van a destruir estos sitios. “Solo somos fotógrafos que hacemos esto por gusto y coleccionamos lugares. De hecho, yo no siempre comparto las fotografías o vídeos que hago”, dice el madrileño afincado en Valencia.
Un gimnasio abandonado en un polígono en las cercanías de Madrid es el escenario donde Álvaro, cuya cuenta de Instagram es @aglezurbex (632 seguidores), cuenta su experiencia y donde le hemos acompañado para hacer Urbex. Álvaro, que prefiere no dar su apellido, tiene 24 años, dos trabajos y estudia informática. Explica que nunca ha tenido problemas legales, pero a su novia “no le gusta nada” su afición. “Al final te terminas gastando mucho dinero en equipo [fotográfico] y gasolina, pero vale la pena cuando encuentras lugares abandonados que no han sido destruidos”, afirma.
El acceso al club deportivo y piscina es fácil: un hoyo en la valla y las puertas abiertas de par en par. El sitio ha sido saqueado, todos los cristales están rotos y no hay pared sin grafiti. Todos los muebles están volcados, incluyendo las taquillas que todavía contenían las posesiones de los exmiembros: sandalias, bañadores y desodorantes tapizan el suelo. “Cuando vinimos en 2016 estaban las bicicletas y los aparatos para hacer ejercicio”, cuenta Álvaro. Lo único que delata el sitio como una sala para ejercitarse son los espejos rotos y media docena de máquinas. “Probablemente son muy pesadas para robar”, dice Álvaro.
El silencio en el gimnasio se interrumpe a cada paso con el crujido de los vidrios que tapizan el suelo debajo de los pies. El explorador urbano apunta con su linterna a todo lo que le parece interesante, ya que para él los objetos cuentan la historia del lugar. Apunta a cosas como las boyas donde estaba la piscina, las llaves pegadas en las taquillas y los formatos para hacerse miembro del club deportivo, todo rodeado de un caos perpetrado por el vandalismo. Álvaro cuenta que poco después de visitar el gimnasio en 2015 y fotografiar el lugar, vio las bicicletas fijas que estaban en la sala en venta. ”Es por eso que no compartimos ni una ubicación, hay mucho saqueo”, dice el joven. Como medida extra de seguridad y para evitar que los que destruyen sepan las localizaciones, no se toman fotografías desde fuera.
Álvaro y Fran Lens coinciden en que el Urbex tuvo una explosión de popularidad a finales de 2017 cuando se viralizó el vídeo de los youtubers Marc Vilas y Portillo, explorando en barca los túneles inundados del metro de Valencia. La acción era ilegal, por lo que Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana ha denunciado sus acciones. Para evitar problemas (o solucionarlos si se presentan), Álvaro dice que mucha gente en la comunidad graba el momento en el que se entra a algún lugar.
“De ese vídeo, lo que me preocupa es que le haya dado una mala imagen a la gente sobre lo que hacemos los exploradores”, explica en una llamada telefónica el youtuber MumisPlace. El joven de 30 años, residente en Barcelona, prefiere que no se publique su nombre real. Todos los exploradores consultados para este reportaje coinciden en que, si se quiere hacer Urbex para tomar fotografías, se deben seguir las reglas y asegurarse de que el lugar se encuentre totalmente abandonado.
El youtuber, que abrió su canal hace seis años, tiene casi 54.000 seguidores y la mayor parte de su audiencia es latinoamericana. MumisPlace afirma que las ganancias que genera con los vídeos son justas para “pagar la gasolina y hacer las exploraciones”. Pero el cámara amateur añade que explorar lugares deshabitados para él va más allá de la creación de contenido: “Con cada lugar que encuentro voy conociendo más de la historia de mi país. Mucho más que si la estudiara de cualquier libro de historia”.
Aquí otros ejemplos de las fotografías tomadas por exploradores urbanos españoles:
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Para que el Urbex no sea un delito
El abogado penalista miembro del Colegio de Abogados de Madrid, Rubén de Pablos, subrayó por vía telefónica que, para no cometer los delitos de allanamiento o usurpación, no se debe forzar la entrada de ningún lugar. El letrado agregó que el sitio debe estar deshabitado además de abandonado y que no se debe destruir nada durante la visita. El Urbex implica un riesgo legal, ya que de ser reconocido el lugar por su dueño, este puede denunciar al explorador.
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