En las prisiones de México hay poco más de 13.000 mujeres, según cálculos del Instituto Nacional de las Mujeres en 2016. Pero no solo son ellas. Un estimado de 800 niños menores de seis años tampoco conocen la libertad. Muchos de ellos nacieron en un reclusorio o llegaron siendo muy pequeños.
“Los llamamos los niños invisibles”, dice a Verne Jimena García, directora de niñez y maternidad en Reinserta, una organización que busca mejorar las condiciones de vida en los reclusorios del país. “Estos menores han normalizado la violencia, están alerta todo el tiempo y han tenido estímulos muy distintos a los niños en libertad”, indica.
Estas características también las notó Ana Fenoll, una joven de 19 años que impartió un curso de arte con los niños en el Centro Femenil de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla, en Ciudad de México. “Hace dos años tuvimos una plática con Reinserta y me interesó mucho su trabajo. Se me quedó muy grabada la idea de estos niños”, dice a Verne, vía telefónica. En ese momento ella cursaba el bachillerato. “Organizamos una sesión de clases entre 2017 y 2018 como parte de un taller de pintura opcional”, cuenta.
Un total de 19 niños participaron de modo intermitente en estas clases. “Al principio me impactó mucho que fueran niños tan agresivos a tan corta edad”, refiere Fenoll. Los menores con los que trabajó tenían entre tres y cuatro años. “Después de un tiempo de trabajar con ellos, te das cuenta que tienen la inquietud de cualquier niño, de imaginar y de conocer cosas”, indica.
De este taller surgieron trece dibujos y pinturas que posteriormente fueron intervenidos por artistas para ser expuestos en la galería Baga 06, al sur de Ciudad de México. “Lo que se recaude de entradas y de la venta de las pinturas serán donados a la organización”, dice Fenoll, quien es la organizadora de la exposición El arte detrás de las rejas. Los títulos de las obras pueden ser tan esperanzadores como Volar desde el corazón o Cuatro elefantes sin telaraña, mientras que otros reflejan miedos infantiles, como Monstruos o Integrando la sombra. También se incluye un mural que no será puesto a la venta pero que está inspirado en estos niños.
Según García, 70% de las mujeres en reclusorios no cuenta con ningún tipo de ayuda familiar o de otro tipo fuera de las prisiones, por lo que tienen que vivir con sus hijos hasta que cumplen su condena o hasta que cumplen tres años (anteriormente eran seis años). “Buscamos que puedan tener experiencias fuera de la prisión, como museos, espacios lúdicos y áreas donde puedan aprender”, comenta la directiva de Reinserta. De acuerdo con un estudio realizado por la organización indica que los niños y niñas que nacen y crecen en estos centros de reclusión interiorizan las formas de vida, incluyendo las carencias y las situaciones de violencia.
La pintura y el dibujo son algunas de las actividades que ayudan a los menores a canalizar sus sentimientos. “Una de las últimas actividades era pintar la mano de otro niño y pedirle perdón por algo que les hubieran hecho”, recuerda Fenoll. “Aunque les costó mucho, todos pidieron perdón por alguna cosa, un insulto, tomar alguna cosa que no fuera suya o por haber gritado”, detalla.
El reclusorio de Santa Martha Acatitla cuenta actualmente con un espacio llamado bebeteca para los niños más pequeños, así como un Centro de Desarrollo Infantil al que pueden acudir de modo opcional. Sin embargo, García indica que en las cárceles federales no existen este tipo de espacios, donde buscarán construirlos para beneficio de los menores.
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