Zapatos chinos y el mar en una bola de cristal: siete tesoros de los museos desconocidos de la CDMX

La capital mexicana es una de las urbes con mayor actividad museística, pero gran parte de ella permanece en la sombra

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Ciudad de México es una de las urbes con más museos del mundo. Un total de 156, según datos del Gobierno de la capital. Algunos son colosos como el Museo Nacional de Antropología, casa del Calendario Azteca y parada obligada de los amantes de todo lo prehispánico, o el Palacio de Bellas Artes, el imponente edificio art déco que exhibe las obras de los maestros muralistas. Pero, al lado de las eminencias, también hay un gran número de instituciones pequeñas menos conocidas, perdidas entre las callejuelas del centro histórico. Verne ha visitado cinco de ellos y ha encontrado arte y objetos inesperados. Esta es una selección no exhaustiva.

1. Una ecosfera de agua y crustáceos cerrada desde hace dos décadas

Este ecosistema cerrado lleva sobreviviendo veinte años. J.M.C.

Una bola de cristal con agua y crustáceos que no ha sido abierta en 20 años. Parte de la colección del Museo de la Luz, este ecosistema cerrado funciona a base de energía. La luz hace que las algas produzcan oxígeno. Los crustáceos respiran ese oxígeno y se alimentan de las algas, que se nutren a su vez de los excrementos de los crustáceos. Un equilibrio perfecto. Nunca se le ha cambiado el agua ni se ha introducido comida; solo entra la luz. La ecosfera es una de las piezas emblemáticas de este museo, ubicado en el antiguo Colegio de San Ildefonso en el centro de la capital y hasta hace poco el único en el mundo dedicado al tema de la luz.

Dirección: Calle de San Ildefonso 43, Centro Histórico

2. Calzado chino para pies de mujer deformados

Zapatos Gian-Lien. J.M.C.

 El pequeño Museo del Calzado tiene una colección de zapatos chinos no aptos para todo tipo de pies. Fabricados a partir del siglo X, los Gian-Lien estaban pensados para mujeres con pies pequeños y puntiagudos que habían sido deformados intencionalmente. El pie pequeño era símbolo de estatus social alto y una señal erótica y se conseguía vendando los dedos doblados hacia atrás. Los Gian-Lien, hechos de seda bordada y de aspecto delicado, son las piezas más exóticas de este museo que ocupa la segunda planta de la histórica Zapatería Borceguí. Los propietarios de la zapatería abrieron el museo hace casi treinta años para alojar una colección compuesta de 2.000 piezas de calzado y otras 15.000 miniaturas.

Dirección: Calle de Bolívar 27, Centro Histórico

3. Una constitución de 1857 bilingüe en español y náhuatl

Constitución de 1857 escrita en español y náhuatl. J.M.C.

Un página dice ‘Ignacio Comonfort, Presidente’. La siguiente, ‘Ignacio Comonfort, Tepanicani’. La primera es en español y la segunda en náhuatl, el idioma de los antiguos aztecas que sigue teniendo más de un millón de hablantes en el centro del país. Es una traducción de 1888 de la Constitución de 1857, texto fundamental del liberalismo político que estableció la separación entre Iglesia y Estado. “Había un interés para que la nación indígena lo conociera; el problema es que la mayoría no sabían leer ni escribir”, explica la guía Araceli León. El libro reposa en una vitrina del Museo de las Constituciones, la antigua iglesia donde se firmó la primera carta magna del México independiente y que ahora está dedicado a explicar las distintas leyes fundamentales que ha tenido el país.

Dirección: Calle de San Ildefonso 58, Centro Histórico

4. Un boleto con derecho a revisión ocular

Visita al museo y al oculista de una sola vez. J.M.C.

El boleto del Museo de la Luz incluye un servicio inesperado: la posibilidad de hacerte una revisión ocular completa. La colección cuenta con un gabinete de optometría plenamente equipado para aprender sobre el proceso de visión. Se añadió hace unos cuatro años y lo atienden graduados de la licenciatura de optometría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que examinan desde la agudeza visual a los reflejos pupilares y practican retinoscopias. El paciente sale del museo con un informe general y, de ser necesario, es canalizado al hospital.

Dirección: Calle de San Ildefonso 43, Centro Histórico

5. Molinillos de chocolate de todos los tamaños

Molinillos tradicionales de cacao suspendidos en el Museo del Chocolate. J.M.C.

Al entrar, el visitante recibe una semilla de cacao de aperitivo. El sabor amargo le acompaña durante la visita al Museo del Chocolate, donde destaca la colección de molinillos de todos los tamaños que cuelga del techo. Tienen forma de bate de béisbol labrado y llegan a medir más de un metro. Estos utensilios de madera se utilizaban tradicionalmente como batidor de las semillas de cacao para preparar una bebida amarga y exclusiva de los reyes y nobles de la época prehispánica. El xocolatl de los aztecas, triturado con molinillo y precursor del chocolate actual, era valorado por su componente afrodisíaco, entre otras cualidades.

 Dirección: Calle de Milán 45, Juárez

6. Uno de los primeros ejemplos de muralismo mexicano

Mural principal en el Museo de las Constituciones. J.M.C.

En el presbítero de lo que fue en su día el Máximo Colegio de San Pedro y San Pablo, hoy sede del Museo de las Constituciones, hay un mural de varios metros de altura. Obra de Roberto Montenegro y conocido como El árbol de la ciencia, es uno de los precursores del movimiento muralista mexicano. Le fue encargado en 1922 como parte de la restauración de un edificio que fue el primer parlamento del país tras la independencia, además de establo, bodega y academia militar. El mural fue censurado por los desnudos que Montenegro pintó al pie del gran árbol que domina el mural, con jaguares y quetzales en las ramas.

 Dirección: Calle de San Ildefonso 58, Centro Histórico

7. Rivera y Rulfo, sometidos a la tinta de Rogelio Naranjo

Caricatura de Juan Rulfo, realizada por Rogelio Naranjo. J.M.C.

Pocos personajes ilustres escaparon a la tinta del caricaturista Rogelio Naranjo, colaborador de la revista Proceso y del diario El Universal. El Museo del Estanquillo, que agrupa la colección personal del escritor y coleccionista empedernido Carlos Monsiváis, incluye una serie de caricaturas de Naranjo. Una de ellas muestra a Diego Rivera, gordo y con una enorme cabeza, pintando a una vendedora de flores que es la escritora Elena Poniatowska. Otra muestra a Juan Rulfo volando como alma en pena sobre un pueblo ceniciento, como los personajes de su novela Pedro Páramo.

Dirección: Calle de Isabel la Católica 26, Centro Histórico

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