Del "nos vimos tres o cuatro veces por toda la ciudad / una noche en el Bar del Oro me decidí a atacar" que cantaba Mecano en La fuerza del destino al "te miro las fotos, pero no le doy al corazón" que canta Amaia en El relámpago han pasado 30 años. Antes se ligaba en persona y la comunicación, al menos aparentemente, era más directa.
Ahora entran en juego variantes como la mencionada por Amaia: seguirse en redes sociales o deslizar un botón hacia la derecha o hacia la izquierda, como se hace en Tinder, para decir si te interesa alguien o no.
Los nativos digitales (los millennials más jóvenes y la generación Z) dominan estas nuevas formas de comunicación y cortejo. Pero hay otro grupo de usuarios: los que creyeron haber encontrado a su media naranja hace más de 15 años y que de pronto vuelven a estar solteros.
Ellos, que creían que nunca tendrían que usar Tinder ni nada similar, se sorprendieron abriéndose un perfil en una de estas aplicaciones.
Cambiar el chip
“Tuve que cambiar un poco mi mentalidad, entender cómo la gente se empezaba a relacionar ahora”, cuenta a Verne por teléfono Montse M., valenciana de 45 años. Después de 20 años casada, se separó en 2015. Con dos hijos adolescentes, uno de ellos con una discapacidad, pensó que no volvería a encontrar pareja. “Yo era muy feliz con mis hijos, así que tampoco me importaba”, dice.
Pero cuando llevaba un año separada, un compañero de trabajo la convenció para meterse en una web de contactos. Ella, pese a ser informática, tenía sus reservas porque le parecía todo “muy frío”. Pero al final accedió, un poco para quitarse “esa espinita de que has perdido, entre comillas, tu juventud”.
Empezó por Badoo, una de las plataformas pioneras. Fundada en 2006, la página y aplicación es conocida extraoficialmente por ser un lugar en el que no vas a encontrar algo estable, sino más bien esporádico. Tiene más de un millón de usuarios activos mensuales en España, pero Montse M. fue a dar justo con el que no quería ver: le dio un me gusta su exmarido. Se borró enseguida. Se pasó a Adoptauntio.es, portal de citas que llegó a España en 2013 y que se caracteriza por que son las mujeres las que dan el primer paso, y allí ya le fue todo mejor. “Se lo recomiendo a todo el mundo”, dice ahora.
No es obligatorio lanzarse al mundo de las apps de ligue, pero sí son una realidad difícil de ignorar. Según el estudio de la Universidad de Stanford Disintermediating your friends, en 2017 en Estados Unidos un 40% de las parejas heterosexuales se habían conocido online.
En el caso de España, las distintas plataformas nos proporcionan algunos datos. Desde Adoptauntío aseguran a Verne que las inscripciones a la web aumentaron un 24% entre julio de 2017 y julio de 2019. En Tinder no proporcionan datos concretos de usuarios, pero aseguran por correo electrónico que “España es uno de los mercados más grandes y de más rápido crecimiento de Tinder en Europa”.
“Desde consulta he recomendado en más de una ocasión el uso de este tipo de aplicaciones”, explica a Verne por correo electrónico la psicóloga Rosa María Luna Arroyo, directora del centro Psicóloga en Madrid. Para ella, son herramientas que ayudan a “conocer a gente y hacer nuevas amistades, practicar habilidades sociales o simplemente mantenerte activo”.
En el caso particular de las personas que acaban de salir de una relación larga, la experta recomienda esperar un poco y pasar el duelo. Pero, una vez gestionado y superado el dolor de la ruptura, sí anima a “disfrutar plenamente de estas aplicaciones”.
Aprender y reajustar expectativas
Cuando se superan el duelo, el miedo y las reticencias iniciales y se toma la decisión de abrirse un perfil en una de estas aplicaciones, llega el siguiente reto: aprender y entender los nuevos códigos y el significado de quedar con alguien. “Yo había estado hasta los 40 con la misma persona y me costó un poco entender que hay personas que de ti quieren lo que quieren y ya está”, admite Montse M., que añade que “que te hagan caso no significa que quieran algo serio”.
Cristina, de 37 años, cree que es cuestión de “ir aprendiendo”. Ella vivió la evolución y las diferencias de este tipo de plataformas. Cuando en 2014 lo dejó con su novio de toda la vida, pasó por eDarling y Meetic. En la primera, los usuarios deben rellenar un extenso test sobre sí mismos y lo que buscan, y la plataforma les presenta una serie de candidatos cada día. En la segunda, hay también un cuestionario, pero si los usuarios no ponen mucho filtro, tienen acceso a muchos perfiles (eso sí, el chat y la mensajería son de pago). En Meetic, Cristina tuvo suerte: conoció a un chico con el que estuvo cuatro o cinco años. “Cortamos hace unos seis meses y hace poco, como no tenía plan y me aburría, decidí meterme en Tinder para ver qué se lleva ahora”, cuenta entre risas.
Y el shock que no tuvo en 2014 lo vivió en 2019, en Tinder. “Es superrápido”, asegura. “En la otra [Meetic] tenía la sensación de que la gente se paraba un poco a hablar. Aquí sabes que la persona con la que estás hablando está hablando con 20 personas más. Es un rollo más de comida rápida”, cuenta.
En este sentido, la psicóloga Rosa M. Luna Arroyo señala que ajustar las expectativas es “fundamental”. La aplicación es solo “un medio para conocer a gente que a su vez está conociendo a otras personas”, afirma la experta. Por ello, hay que dejar algo de lado “las grandes expectativas románticas”, tanto a la hora de “dar a los demás” como a la hora de “esperar en ellos”. Montse coincide: “Tuve que cambiar el chip y relajarme”.
Pasarlo bien… y quizás ligar
Aunque a mucha gente que nunca había ligado online le cuesta decidirse a abrirse su primer perfil, Cristina cuenta que a ella, desde el principio, lo de las plataformas y aplicaciones de citas le pareció muy divertido. “Me lo abrí para conocer gente y me reía viendo los perfiles de la gente, lo comentaba con amigas… Es muy cruel, pero hay perfiles con los que te mueres de risa”, admite.
Su actitud en Tinder es intentar pasarlo bien. “Intento tener conversaciones divertidas, que no empiecen con el currículum, que es muy aburrido”. Cuenta que le encanta preguntar a los chicos por experiencias raras que hayan tenido en citas. “Uno me contó que una vez una chica lo había usado simplemente para que le subiera la compra a casa”, dice. A ella nunca le ha pasado nada raro porque tiene “un filtro muy depurado” y siempre tantea bien a la otra persona antes de quedar con ella.
Dice también que es importante aprender “a pasar un poco, porque si no te crea ansiedad”. Es lo mismo que recomienda la directora del centro Psicóloga, que asegura que lo principal es “pasarlo bien y disfrutar”, pero siempre siendo “sincero con uno mismo y con la otra persona” y sabiendo bien qué es lo que se busca.
Miquel R., de 46 años, cree que él no era honesto del todo. “Aunque a todo el mundo le dices que no buscas nada serio, en realidad yo sí buscaba rehacer mi vida”, confiesa. Tras una separación “traumática” después de unos 15 años en pareja, se encontró con 40 años, padre de mellizos, una empresa en quiebra y soltero.
Sus primeros escarceos online fueron en una web de singles, que organizaban quedadas en grupo para conocerse. Tuvo una relación nacida ahí, pero poco después estaba de nuevo en la misma situación. Probó Tinder y Plenty of Fish, otra aplicación de los mismos propietarios: “No conseguí nada”, reconoce. Encontró su plataforma en Adoptauntio.es, donde admite que se sentía cómodo y ligó bastante.
Cambios que no cambian tanto
Aunque se pone mucho énfasis en el tema de las aplicaciones y las plataformas, en realidad el objetivo principal es siempre quedar cuanto antes. “Somos ya mayores”, se ríe Miquel R., que explica que él solía quedar ya para esa misma semana con quien conseguía hablar si veía que había algo de feeling.
Tuvo unas cinco citas. Cuando llevaba unos tres meses usando la aplicación de forma activa, pero sin conectar realmente con nadie, hizo un cambio de estrategia. “Puse el perfil en valenciano”, recuerda. La siguiente chica a la que conoció fue Montse M.. “Hubo mucha conexión ya por chat y enseguida nos pasamos al Whatsapp”.
Montse dice que lo primero que le llamó la atención de Miquel fue que, cuando ella le habló de su hijo, él usó la expresión “diversidad funcional”. “Eso no lo utilizaba aún nadie”, asegura.
Curiosamente, en este caso tardaron más en conocerse en persona, un par de semanas, pero fueron dos semanas de comunicación muy intensa. “Fue un noviazgo como de la adolescencia, de pasar horas hablando”, cuenta Miquel.
El esperado primer encuentro fue también distinto a las otras citas. “Yo estaba con un gripazo enorme y, aunque le dije que no era mi mejor momento, ella se plantó en mi casa”, recuerda Miquel. “Hablamos un par de horas y se fue”. La siguiente vez que quedaron, él tenía otra cita más ese mismo día después. "Llamé a la otra chica y le dije que no iba a ir, que había encontrado a mi media naranja”, dice. Lo siguiente que hizo fue borrarse de la aplicación. Tres años y medio después, Miquel y Montse continúan juntos y felices.
Todos los entrevistados y la experta coinciden en que sí, que estas herramientas ayudan a conocer gente nueva cuando a lo mejor en tu círculo ya todo el mundo está emparejado y tus relaciones sociales están limitadas a lo de siempre.
Además, como destaca Montse M., que llevaba solo un mes en la app cuando encontró a Miquel, “puedes filtrar muchísimo”. Pero también puntualizan que al final la parte importante es la misma de siempre, el cara a cara.
“La historia se irá definiendo en persona”, sentencia Rosa María Luna Arroyo. Y ahí ya no hay likes ni matches ni swipes (deslizar).
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