Me llamo Zack Gómez y soy un chico trans de 25 años. También soy actor. Hasta hace no mucho no utilizaba la etiqueta de trans para definirme, quizás porque no me sentía del todo cómodo, pero hoy no puedo sentirme más orgulloso de ella. Y de eso voy a hablar en este artículo, de cómo ha sido mi primer año fuera del armario, de la puerta que abrí yo para convertirme en una persona mucho más feliz y de las puertas que se me han abierto gracias a esa decisión.
Precisamente todo empezó hace casi un año con una entrevista que me hicieron en Verne. Aunque para ser un poco más precisos, comenzó unos días antes de aquella entrevista, cuando vi la convocatoria de un casting para personas trans y no binarias que organizaba la agencia LANE en Madrid. En ese momento, llevaba trabajando como actor desde los 16 años, siempre había hecho papeles de chico cisgénero y nunca había visto que buscaran un chico trans para ningún papel. Mi representante no sabía que yo era una persona trans. Tampoco mis compañeros de profesión, ni muchos amigos cercanos.
Una de las "ventajas" de ser un chico trans que se hormona es que rápidamente pasas desapercibido. Me operé el pecho, me empecé a hormonar, me creció un poquito la barba y me cambió la voz. Yo empecé con esta transición a la edad en la que empecé a trabajar como actor. El passing (como se le llama a pasar desapercibido) puede hacer que mucha gente no conozca a chicos trans, pero haberlos, los hay. También los hay que no quieren hormonarse o no quieren operarse y son tan chicos como yo o como cualquier otro. Durante el último año he conocido a maravillosos compañeros trans que eligen esa otra opción, pero de ellos hablaré más adelante.
Al ver el anuncio de LANE, algo se despertó en mí. Sentí unas ganas tremendas por mostrarme ante esta industria como realmente soy, aunque también me daba un poco de miedo que acabase afectando a mi carrera (por aquello de que ya no me llamasen para interpretar papeles cis). Me acompañó mi madre, quien siempre ha sido –junto a mi padre– mi "roca", mi apoyo incondicional. También fue con la que más discutí cuando les dije, con 13 años, que era un chico y que a partir de ese momento quería que me llamasen Zack y utilizasen conmigo pronombres masculinos. Yo por aquel entonces no sabía que era un chico trans, pero sí sabía que el mundo me estaba tratando con un género con el que yo no me identificaba.
Mi madre quería asegurarse de que no fuera una confusión de la adolescencia y fue ella la que encontró uno de los pocos centros de información sobre transexualidad que existían por aquel entonces. Y allí fuimos. Recuerdo llegar a ese semisótano oscuro del hospital Ramón y Cajal donde se encontraba la Unidad de Trastorno de Identidad de Género, hoy Unidad de Identidad de Género (menos mal que acabaron quitando esa terrible palabra; no, no tenemos ningún trastorno), y ver a otras personas trans esperando. Me dieron ganas de abrazarles porque eran las primeras personas como yo que veía. Hoy sé lo necesario que es que existan referentes trans para darte cuenta de que eso no solo te pasa a ti, de que no hay nada malo en ello, de que no estás solo.
Después de hablar conmigo, la psicóloga se reunió con mis padres. "Enhorabuena, tienen ustedes un hijo maravilloso y aquí le vamos a ayudar a que sea feliz tal y como es". Mis padres siempre han estado ahí, escuchándome y respetando cada una de mis decisiones. Por eso, cuando salí del casting y le dije a mi madre que una periodista de Verne quería entrevistarme, ella me preguntó: "¿Tú quieres?". Sí. "Pues adelante entonces".
Uno de los propósitos de la agencia LANE era sumar actores y actrices trans y no binarios a la industria. Y también modelos, porque, incluso en 2020, todavía faltan referentes en el cine, en la televisión, en la publicidad... que normalicen la realidad trans y no binaria. Supongo que esa visibilidad tan necesaria fue uno de los motivos que me empujó a presentarme al casting, aunque con el tiempo he comprendido que en realidad no lo hacía por otros, sino por mí mismo. Salir del armario de esa manera fue una reafirmación personal. De una vez quería vivir mi vida siendo totalmente libre, tal y como yo soy, como le dijo aquella psicóloga a mis padres. También quiero dejar claro que yo tomé esa decisión después de varios años y en un momento en el que me sentía fuerte y a gusto conmigo mismo. Cada persona es libre para decidir si quiere o no decir que es trans y cuándo decirlo.
El casting se quedó en algo anecdótico, nunca me llamaron para ningún trabajo. Pero al poco tiempo recibí una llamada del guionista y presentador de cine Miguel Parra. Había leído el artículo de Verne y quería que yo encarnase el papel de un chico trans que sería el protagonista de un corto escrito por él. Abrirse al mundo empezaba a dar su fruto. Tras mis conversaciones con Miguel Parra, vi una convocatoria del mismísimo Centro Dramático Nacional en la que buscaban actores trans para una obra de teatro. Me presenté a ese casting también. El personaje para el que hacía el casting se llamaba Marc, un chico trans operado y en hormonación, de mi edad, y que además tocaba la guitarra. Por aquel entonces, yo no conocía a Paloma Pedrero, la directora y dramaturga de esta obra llamada Transformación, pero el papel parecía perfecto para mí.
Al final me seleccionaron y en enero empezamos los ensayos. Así conocí a Alan y a Álex, dos de mis compañeros de reparto, que también son chicos trans. Como decía al principio de este artículo, conocerles ha sido una de las cosas más bonitas que me han ocurrido este año. No solo he hecho amigos trans (antes no tenía muchos, la verdad), sino que también he podido aprender que hay muchas formas de vivir la transexualidad. De eso es precisamente de lo que habla Transformación.
Mi personaje, Marc, que se considera abiertamente machista, me ha hecho replantearme muchas cosas como, por ejemplo, el tipo de hombre que quiero ser. No es que yo sea machista como Marc, pero sí me he dado cuenta de por qué quizás me comportaba de cierta forma antes, de todo lo que he tenido que deconstruir de las actitudes masculinas mal aprendidas.
Durante mi adolescencia sobre todo, renegaba de cualquier actitud femenina en mí simplemente porque los estereotipos masculinos a los que había estado expuesto durante mi vida así lo marcaban. Pero no, ser un hombre no pasa por ser un macho rudo, puedes ser un hombre y abrazar tu lado femenino, ese que todo el mundo tiene, y crear un tipo de masculinidad que no sea tóxica. En esto también ha tenido mucho que ver mi pareja actual, Zuria, con quien cuestiono y me pregunto constantemente cosas sobre identidad, sobre los roles, sobre el maravilloso mundo del feminismo. Todo este proceso me ha permitido empezar a reconciliarme con aquel Zack de pelo largo y rubio que todavía no sabía que era Zack y al que durante mucho tiempo traté de enterrar.
Meses después del casting de LANE y ya con el papel de Marc en mis manos, todavía no le había dicho a mi representante que era trans (no, él tampoco se había enterado por otro lado). Así que me armé de valor y le llamé. En realidad, ese miedo a su reacción, como otros tantos miedos, estaban solo en mi cabeza. "Ah, muy bien, pues ahora se llevan mucho los papeles trans", me dijo tan tranquilo. Y tiene razón, en los últimos tiempos la tolerancia hacia la diversidad está creciendo, también en la ficción, y hay que aprovecharlo. Otra fantástica noticia es que, tras haber dicho que era trans, también me llamaron para otros papeles cis que rodé justo antes de la pandemia, como el de Richard, de Amar es para siempre. El corto de Miguel Parra al final no salió por otros motivos, pero el simple hecho de que me contactase, conocerle y ver que ya había gente interesada y escribiendo estas historias significó mucho para mí.
Transformación tenía que haberse estrenado en abril, pero el coronavirus lo paralizó todo. Encerrarme en casa me sirvió para digerir todo lo que me estaba ocurriendo y reafirmarme aún más en quién era Zack. Continué junto a mi chica escribiendo el guion de una serie en el que el protagonista es un chico trans, pero donde la trama no gira en torno a su transexualidad; las personas trans también trabajamos, estudiamos, nos enamoramos, nos suceden cosas cotidianas... como a todo el mundo. Y en esas ganas por normalizar mi vida, subí unas fotos a Instagram con el torso desnudo, mostrando mis cicatrices del pecho y en el que me escribí la frase "trans is beautiful". Era la primera vez que hacía algo así. Algunos amigos cercanos que no habían leído el artículo de Verne, me escribieron sorprendidos. "Pero, Zach ¿de verdad eres trans?". Solo fue eso, una sorpresa, nuestra relación no cambió en nada. ¿Por qué iba a hacerlo?
Las cicatrices pueden ser preciosas, sobre todo si en su lugar antes había algo que te impedía mirarte al espejo y reconocerte. Por eso, los días posteriores a mi operación de pecho, con 16 años, cuando me quitaron la venda, miré hacia abajo y vi todo lleno de moratones, me eché a llorar de alegría. Al fin era yo mismo, completo. Solo aquellos que han pasado por algo así me pueden entender, como Alan y Álex. Un día, durante los ensayos de Transformación, nos enseñamos orgullosos nuestras cicatrices, no solo las físicas. Fue un momento muy emocionante que nos unió todavía más.
Terminado el confinamiento y con la nueva normalidad en marcha, nos comunicaron la nueva fecha de estreno de la obra. El 2 de octubre (estará en cartel hasta el 8 de noviembre en el teatro María Guerrero de Madrid). Así que unas semanas antes volvimos a los ensayos. Era la misma obra pero, meses después, yo ya no era el mismo, era más feliz y tenía todavía más claro por qué era tan importante contar una historia así. La noche antes del estreno estaba eufórico, sentía un vértigo que jamás había sentido antes con ningún papel. Sabía que estaba ante uno de los momentos más importantes de mi vida, por lo que significaba esta obra y por todo lo que había vivido hasta entonces.
Antes de comenzar, no pude evitar acordarme de mis padres, que estaban entre el público; sin su apoyo, y el de otra mucha gente, yo no sería quien soy hoy y no estaría subido sobre ese escenario. También me acordé del Zack del casting de LANE, el que se mostró públicamente por primera vez sin saber todo lo que vendría después. Y por supuesto, me acordé de ese pequeño Zack que empezó una nueva vida, mirando los videos de Youtube de chicos trans que nos abrían camino a otros, que nos decían "sí puedes hormonarte, sí puedes operarte el pecho, o no si así lo prefieres, y aun así seguirás siendo un chico".
Acabada la función, el público se puso en pie y yo me agarré muy fuerte a mis compañeros. Estábamos generando un cambio, por muy pequeño que fuese, estábamos reivindicando desde un escenario las vidas trans. Y me sentí muy orgulloso de ser actor, actor y trans. Hoy, soy yo el que recibe mensajes en redes de otros chicos trans que me dan las gracias porque mi caso les ha ayudado a reconocerse sin miedo o a contárselo a sus amigos y a su familia. Y eso me llena de energía para seguir por este camino que empecé hace ya mucho tiempo, pero del que soy plenamente consciente desde hace casi un año.
Este texto ha sido redactado por Marta Villena a partir de entrevistas con Zack Gómez.
* También puedes seguirnos en Instagram y Flipboard. ¡No te pierdas lo mejor de Verne!