El contagio por coronavirus es más probable en lugares cerrados que en espacios al aire libre, por lo que muchos de nuestros encuentros sociales este año se están produciendo en exteriores, especialmente en las terrazas de los bares. Y ahora que ha empezado a apretar el frío, nos hemos planteado cómo responde nuestro cuerpo después de un rato con bajas temperaturas. ¿Por qué algunas personas las soportan mejor que otras? ¿Qué partes del cuerpo se enfrían antes? ¿Sirven las bebidas calientes o movernos de vez en cuando para protegernos? Desde Verne hemos hablado con varios expertos para responder a estas y muchas otras preguntas.
¿Cómo reacciona nuestro cuerpo cuando pasamos un rato sentados en una terraza con una temperatura cercana a los cero grados?
Independientemente de cuál sea la temperatura exterior, nuestros cuerpos luchan constantemente para mantener las condiciones internas prácticamente iguales. La sección de nuestro cerebro que se encarga de la termorregulación (que así se llama el proceso de nuestro cuerpo para mantener su temperatura interna central) es el hipotálamo. “Cuando detecta que la temperatura se vuelve demasiado baja, envía señales a los músculos y otros órganos que responden de diversas formas para ayudar a que vuelva a la normalidad”, cuenta Pablo Eguia, neurólogo y vocal de la Sociedad Española de Neurología.
Rodrigo Córdoba García, miembro de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), explica que el frío exige al cuerpo un esfuerzo para mantener su interior a una temperatura cercana a los 37,5 grados, “lo que provoca una constricción (estrechamiento) de los vasos sanguíneos para que la sangre se concentre y caliente la zona central del cuerpo donde se encuentran los órganos vitales”. También es posible que el cuerpo intente provocar calor con escalofríos, según indica Lorenzo Armenteros del Olmo, portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG): “Son contracciones involuntarias de una gran parte de masa muscular de nuestro cuerpo que buscan que se produzca energía y calor que compense el frío exterior”.
¿Qué partes del cuerpo se quedan frías antes?
Lo que calienta nuestro cuerpo es la temperatura que tiene nuestra sangre. Por lo tanto, las primeras partes del cuerpo en enfriarse son las manos y los pies, según Guadalupe Fontán, enfermera del Instituto de Investigación del Consejo General de Enfermería. Se debe precisamente a esos mecanismos que se ponen en marcha para mantener la temperatura del cuerpo humano y que limitan la llegada de sangre caliente a las extremidades. Córdoba señala que a algunas personas se le enfrían antes los pies que a otras: “Depende de su circulación y microcirculación periférica”. Por ejemplo, menciona que las personas fumadoras pueden percibir antes el frío en los pies porque su circulación es peor. “La nicotina y el monóxido de carbono aumenta la constricción de los vasos y la sensación del frío”, sostiene.
¿Por qué algunas personas soportan mejor el frío que otras?
Influyen muchos factores. Armenteros menciona por ejemplo la capa de grasa que tengamos cada uno. “Aquellas personas que tienen una masa muscular con muy poca capa de grasa están más expuestos a tener frío”, sostiene. También indica que determinadas personas tienen pequeñas alteraciones circulatorias que pueden hacer que con el frío sean más sensibles a una mayor vasoconstricción.
¿Los calvos se enfrían antes?
“El cabello protege del enfriamiento, no solo en la zona de la cabeza sino en todo el cuerpo”, contesta Córdoba. Por ello, según indica, los calvos perciben antes el frío. Eso sí, nada que no se solucione “con un gorro o un sombrero”. Armenteros indica que el pelo, aunque su principal función sea proteger del frío, también es útil cuando hace calor, ya que “permite que el aire circule entre él y produzca una sensación de enfriamiento”.
¿Las bebidas o la comida caliente sirven para protegernos del frío?
Fontán afirma que las bebidas y alimentos calientes como los caldos y las sopas ayudan a compensar estas pérdidas y a mantener la temperatura. “El hecho de introducir algo dentro de nuestro organismo con una temperatura mayor a la del exterior nos sirve para que incrementemos la temperatura corporal”, añade Armenteros. El portavoz de la SEMG también recomienda consumir comidas energéticas: “Los alimentos más grasos o con más hidratos de carbono nos van a producir un incremento de calor”.
¿Qué efectos puede tener el consumo de alcohol en la sensación de frío?
Para algunos, terraza y tapas probablemente sea sinónimo de cañas. O de copazas. Al contrario de lo que pueda parecer, es falso que el alcohol nos ayude a calentarnos. Córdoba diferencia dos fases de las bebidas alcohólicas en el organismo: “Una de vasodilatación (dilatación de los vasos sanguíneos) con sensación de calor y otra fase más tardía de enfriamiento por vasoconstricción”. Armenteros confirma que el alcohol, además de no ser buen consejero, tampoco casa demasiado bien con el frío. “Nos puede provocar una pérdida de la percepción de la temperatura que puede entrañar un riesgo. Es frecuente ver a gente muy bebida en manga corta en la calle que no percibe el frío, pero en realidad el frío le está afectando igual”, indica.
¿El frío puede hacer que nos cojamos un resfriado o un catarro?
Sonia Zúñiga, viróloga e investigadora del Centro Nacional de Biotecnología, explica que tanto la gripe como los catarros están causados por virus. “No es el frío directamente lo que los causa”, señala. Alfredo Corell, vocal de la Sociedad Española de Inmunología y catedrático de Inmunología de la Universidad de Valladolid, añade que hay algunas cuestiones asociadas al tiempo invernal que afectan al sistema inmunitario.
Por ejemplo, “algunos rinovirus de catarros comunes o el virus de la gripe se contagian con más efectividad en invierno porque el ambiente seco y frío les permite que se reproduzcan más”. Además, en invierno solemos optar por interiores en los que estamos más próximos entre nosotros, “lo que aumenta las probabilidades de transmisión de persona a persona”. En el caso del coronavirus, Corell recuerda que el verano no ayudó a que disminuyeran los contagios. A día de hoy no hay evidencias científicas de que tengamos menos probabilidades de coger el virus si nos mantenemos a una temperatura elevada y no pasamos frío.
¿Cómo afecta el frío a nuestra piel?
El frío también altera el manto hidrolipídico que protege nuestra piel, según afirma Cristina García-Millán, dermatóloga del Grupo Pedro Jaén. Se trata de una barrera cutánea que evita la deshidratación de la piel y que agentes externos penetren y puedan causar daños en su interior: “El desgaste de este escudo protector se nota en forma de tirantez, picor o rojeces que se agravan sobre todo en las personas con la piel más seca o sensible”. El aire seco también acelera el proceso de deshidratación de la piel y la hace más propensa aún a sufrir irritaciones, descamación y rojeces, según la experta. Para proteger la piel, aconseja evitar cambios bruscos de temperatura, mantenerla hidratada con cremas —sin olvidarse de los labios ni de las manos— y realizar la limpieza e higiene diaria con agua tibia. “El agua muy caliente reseca la piel”, señala.
¿Y al resto del cuerpo?
El servicio de Salud Pública de Inglaterra (PHE, por sus siglas en inglés) indica que cuando comenzamos a enfriarnos, nuestra sangre se vuelve más espesa, lo que puede causar problemas de coagulación. Según el organismo, esta es una de las razones por las que vemos más ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares en los días posteriores a climas más fríos. A ello se suma que las bajas temperaturas pueden reducir la capacidad de respuesta de las personas, según Fontán: “Se asocian a un mayor número de caídas y accidentes no solo por el aumento del riesgo ante superficies deslizantes, sino que también por la limitación de respuestas rápidas”. Además, menciona que el frío facilita la aparición y potencia los dolores articulares y osteomusculares, “sobre todo en personas con procesos degenerativos como la artrosis”.
¿Hasta qué punto es importante abrigarse?
Fontán indica que es muy importante: “Se recomiendan varias capas y a ser posible de algodón para evitar pérdidas de calor y mantener la temperatura”. Llevando varias capas, tal y como resalta Armenteros, uno podrá elegir si “ir sumando una prenda o ir eliminándola”. La clave está en “abrigarnos mucho, con prendas cómodas y que pesen poco”. Y no olvidar que lo más importante es proteger “las manos, los pies y la nariz, con una bufanda por encima de la mascarilla”.
¿Ayuda levantarse de vez en cuando?
Moverse de vez en cuando puede ayudar ya que mantiene la sangre fluyendo por el cuerpo, lo que sirve para prevenir la coagulación, según el PHE. “Si alguna vez se ha sentado quieto durante un período prolongado, sabrá que siente el frío de manera más aguda. Si no puede moverse, mueva los dedos de los pies y las manos. Puede que no parezca mucho, pero incluso pequeñas medidas como esta pueden ayudarle a mantenerse caliente y bien”, señala. Además levantarnos de vez en cuando, Córdoba insiste en la importancia de usar bufanda, gorro y guantes y tomar bebidas calientes.
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