Egoland: más de 70 'streamers' juegan a sobrevivir entre alianzas y traiciones

En este inicio de 2021, más de 76 streamers nacionales, algunos con tanto renombre como Auronplay, Rubius, Alexby, Ibai Llanos, Outconsumer y Grefg, se han puesto de acuerdo para iniciar una partida colectiva del videojuego de supervivencia Rust. Solo en la noche de su estreno, el pasado 3 de enero, más de un millón de espectadores siguieron la retransmisión, superando las cifras de audiencia de algunas televisiones nacionales, tal y como ya había ocurrido en Nochevieja con la retransmisión de las campanadas por Ibai Llanos en Twitch.

Esta partida multitudinaria empezó con la idea de aLexBY11, quien contó con la colaboración de Yisus y elRubius, otros dos streamers (personas que, profesionalmente o no, retransmiten un videojuego en directo), para construir Egoland, un servidor privado en el que los invitados pudieran jugar sus partidas privadas a Rust. El primer alistamiento por parte de elRubius se saldó con los 60 creadores de contenido iniciales, que en días siguientes se ha ido ampliado, y fue él mismo quien también anunció un día antes la sorpresa en Twitter, definiéndola como una lucha entre streamers “por su ego y supervivencia”.

El impacto de Egoland llegó pronto al creador del videojuego, Garry Newman, que exclamó un “wtf” al ver que Rust coronaba la lista de los directos más vistos de Twitch con un millón de espectadores. Unas horas más tarde, la cuenta oficial del título compartió el hito con gran alegría y agradeció este hecho a Egoland y a sus creadores. Las cifras son especialmente significativas para el estudio y la comunidad, ya que el juego se lanzó oficialmente en febrero de 2018, aunque podía jugarse en acceso anticipado desde 2013.

En Rust, de la desarrolladora Facepunch Studios, cada jugador empieza la partida desnudo, con una piedra y en un punto aleatorio de la isla. El objetivo es sobrevivir a otros jugadores, desbloquear recetas para crear utensilios y objetos esenciales, y avanzar solo o dentro de un clan. No obstante, el mayor peligro son los otros jugadores, que pueden matarte y asaltarte constantemente porque en Rust no hay pausas. Una vez que te desconectas, otros jugadores pueden robarte o asesinarte, lo que provoca que tengas que empezar de cero.

Para que la competición fuese un poco menos salvaje, los creadores de Egoland establecieron desde el principio unas normas oficiales exclusivas que no aparecen en el videojuego, como no jugar más de 8 horas en un día y solo asaltar dos casas cada 24 horas. A pesar de todo, los participantes también han tenido que recurrir a las alianzas y estrategias de todo tipo para intentar sobrevivir, como canibalizar a sus rivales, dando lugar a fanarts, apodos, memes y bromas.

Las partidas de Egoland se retransmiten en la plataforma Twitch en abierto, pero, ya que los jugadores pueden conectarse en cualquier momento, y no es necesario que lo hagan de manera simultánea, para verlas hay que estar pendiente de los canales de todos los streamers elegidos o de las cuentas de Twitter como EGOLAND, que comparten los mejores clips. En Twitter, el hashtag #EGOLAND está sirviendo para que muchos usuarios compartan sus comentarios, sus reflexiones y sus bromas.

“Me está encantando la experiencia de Rust, me parece superpolivalente”, explicaba el streamer Barbe en su perfil de Twitter, otro de los integrantes del servidor Egoland. Debido a la popularidad de las partidas de los streamers, el juego también es el más vendido en Steam de la última semana. Ante esta fama, uno de los usuarios de la plataforma lamentaba en una valoración que por culpa de los directos “se viene una oleada de niños al juego”.

Pero no todo ha sido diversión, ya que los insultos y las rivalidades han provocado que otros seguidores estén pidiendo alejar los malos rollos y la toxicidad en los hashtags del juego. “Al final nos ha juntado lo mismo y vamos vivir esta nueva aventura juntos. Que los recuerdos sean todos positivos”, alentaba el streamer Manu en Twitter después de reprender las actitudes negativas. “Como sigamos yendo a este ritmo en Egoland va a acabar más de la mitad de YouTube/Twitch España quedando en una plaza y pegándose de hostias pero de verdad”, bromeaba Ibai Llanos, uno de los selectos miembros.

Aun con todo, el fenómeno Rust sigue en pleno apogeo. Hay dos detalles que recuerdan al éxito reciente de Among Us. Por un lado, la temática principal de supervivencia. Y, por otro, la escalada astronómica de su popularidad gracias a los streamers. A las dinámicas que ya conocen los jugadores de Among Us, Rust también incluye reacciones imprevisibles en los directos, ya que los participantes pueden jugar como quieran respetando unas pocas normas, y tareas diarias propias de títulos queridos como Animal Crossing, haciendo de él una atractiva combinación para los jugadores y espectadores.

Este tipo de éxitos parecen estar fortaleciendo un formato audiovisual cercano a los reality show de los canales de televisión, donde se ven distintas perspectivas según el streamer que sigamos y se producen todo tipo de reacciones entre ellos. “Es que no sé qué me hace tanta gracia, pero no puedo parar”, mencionaba una usuaria sobre del recorte de una partida publicado en TikTok. Tal es lo imparable del fenómeno que ni siquiera un ataque al servidor por parte de algunos usuarios, y su consecuente cierre temporal en la primera retransmisión, pudo con Egoland, que sigue acumulando publicaciones y seguidores en los canales de este variopinto grupo de streamers.

O al menos así será hasta que decaiga el interés de los participantes a favor de un nuevo videojuego, como ya pasó con Fall Guys o Among Us. El poder de viralización de los streamers, quienes aprovechan estos títulos para interactuar entre sí y con el público, define una fórmula que parece beneficiar cada vez más a los creadores de contenido. En cambio, esto se traduce en ventas solo para los afortunados escogidos por ellos, definiendo con su elección los videojuegos de moda en cada momento.

* También puedes seguirnos en Instagram y Flipboard. ¡No te pierdas lo mejor de Verne!