Un ataque de risa que llegó a la televisión japonesa: el día en que el Parlamento de Andalucía no podía dejar de reír

Hablamos con los protagonistas de un episodio que vino precedido de un intenso debate parlamentario

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Dos escenas del vídeo del ataque de risa
Dos escenas del vídeo del ataque de risa

En 1994, España todavía tenía resaca de los Juegos Olímpicos y de la Expo de Sevilla. El Dream Team de Cruyff se pegó un batacazo frente al Milán en la final de la Copa de Europa, Jesulín de Ubrique toreó en solitario para 9.000 mujeres y Chiquito de la Calzada dio el salto a la televisión para hacerse eterno. Y una noche del mes de noviembre de ese año, quienes asistían al debate de los presupuestos en el Parlamento andaluz sufrieron un ataque de risa. Un momento de carcajadas que se hace periódicamente viral. La última vez fue con un tuit de la semana pasada, que se ha compartido 18.000 veces desde entonces.

En una escena que podría formar parte de cualquier película de los Monty Python, la Cámara vivió uno de sus episodios más divertidos tras una larga y tensa sesión donde Gobierno y oposición se jugaban su futuro. La chispa de ese ataque de risa nació de la entonces secretaria de la mesa del Parlamento Hortensia Gutiérrez del Álamo, para contagiarse por toda una sala en unos hechos que se hicieron virales antes incluso de la existencia de las redes sociales y con Internet en pañales. “Pasé un mal rato horroroso, no me podía contener”, recuerda ahora, con 76 años y 26 después de aquella noche, Gutiérrez del Álamo, a la que todos conocen con el apelativo de Chiqui.

El contexto nada tiene que ver con un festival del humor. Como recuerdan todos los implicados, era serio. El PSOE de Manuel Chaves gobernaba en minoría y la sesión se alargó en un intenso debate sobre los presupuestos de la comunidad. IU había presentado una enmienda a la totalidad que, en una jugada maestra, el popular Javier Arenas decidió apoyar. Si las cuentas no salían adelante, la situación podía derivar en un adelanto electoral apenas meses después de las últimas, celebradas en junio. El debate previo a la votación se alargó. Había tensión en el hemiciclo y en los pasillos, y la situación iba complicándose cada vez más. “Esa intensidad generó una olla a presión que terminó por estallar. Y lo hizo de una manera generosa: con risas y el buen carácter de los andaluces”, recuerda el onubense Diego Valderas (IU), que entonces presidía el Parlamento y ahora forma parte de la asamblea de su pueblo, Bollullos Par del Condado, mientras escribe su biografía.

Aunque hoy se dedica a leer, cocinar, cuidar de sus nietos y participar activamente en la asociación de mujeres Zonta, la socialista Chiqui Gutiérrez del Álamo ejercía en 1994 de primera secretaria de la Mesa. A la hora de la votación, desde el estrado, debía leer uno a uno el nombre de los 109 diputados y diputadas para que pudieran comunicar su voto. Cada cual debía levantarse y decir si apoyaba o no la enmienda a la totalidad presentada por IU. La sesión empezó a las cuatro de la tarde y el reloj ya marcaba la una y media de la madrugada.

“Las votaciones anteriores habían salido empate —relata la socialista—. Era la tercera vez que se iba a votar. Como era tarde, dijeron que había que ir rapidito. Yo veía cómo la gente se levantaba y se sentaba con mucha rapidez, y a mí la situación me pareció muy cómica desde arriba, desde el estrado. Empecé a reírme y ya no pude parar”. Su risa empezó a contagiarse.

Desde la bancada popular, Juan Ojeda empezaba a reírse junto a Javier Arenas. “Fue imposible de controlar”, dice el entonces secretario general del PP, hoy jubilado. El expolítico y periodista cree, eso sí, que eran sobre las once de la noche y que el motivo de la risa fue la equivocación al leer un nombre. Las periodistas de EL PAÍS Lourdes Lucio e Isabel Pedrote señalaban en su crónica de aquel día que fue la equivocación de una diputada al decir "sí" cuando debía decir "no" el origen de la explosión de hilaridad.

Con seriedad, Diego Valderas intentó poner orden. “Comprendo que a estas horas de la noche haya un cansancio después del amplio debate”, dijo. “La señora secretaria volverá a hacer el llamamiento para la tercera votación de la enmienda a la totalidad del grupo popular”, apuntó después con seriedad. No fue tan fácil como esperaba. Tras comenzar de nuevo a leer los nombres para la votación, volvieron las risas. De Javier Arenas a Juan Manuel Sánchez Gordillo, nadie podía parar, como si en vez de a una diputada estuvieran escuchando a Chiquito desde el estrado.

Valderas intentaba parar, sin mucho éxito, este momento de historia colectiva. Para evitar males mayores, preguntó si la secretaria se encontraba indispuesta y, si era así, que dejara el sitio a otro miembro de la Mesa. “Fue peor el remedio que la enfermedad, porque entonces ya las carcajadas se generalizaron”, rememora el político, que se recuerda agobiado porque no quería dar una imagen de ligereza política ante una votación tan seria para el futuro de los andaluces.

“Señorías, silencio por favor”, repetía una y otra vez Valderas, al que se le escapaba alguna risa y que tenía a ambos lados a Jesús Mancha y Manuel Fernández, que tampoco paraban de reír. Incapaz de seguir, Gutiérrez del Álamo se ganó una divertida ovación cuando dejó su sitio a Juan Santaella, secretario segundo. “En el camino nos cruzamos, nos miramos y le pegué la risa”, recuerda la socialista. Los miembros de aquella mesa mantenían una relación extraordinaria y una gran complicidad surgida tras muchas horas de trabajo y bastó esa mirada para el contagio. Santaella, fallecido en 2011, preguntó entonces por qué letra debía seguir, aguantando como podía. Valderas le dijo, con cierta ironía y a micrófono cerrado: “Ni tú eres abogado ni eres nada. Empieza por la A”. Santaella se lo tomó a guasa y tampoco pudo proseguir. Finalmente, el presidente de la Cámara se vio obligado a parar todo aquello. “Suspendemos la sesión por cinco minutos, por favor, señorías”, avisó, tras lo que sonaron algunos aplausos.

De la Cámara a las cámaras

En ese momento, Valderas fue directo a llamar a los responsables de la televisión que estaba grabando la sesión, Canal Sur, para pedir por favor que las imágenes de lo que acababa de suceder se explicaran con el contexto de lo que había sucedido durante la jornada. “No quería que nos tomaran a broma ni que pensaran que no dábamos trascendencia a un día tan importante”, subraya.

El vídeo se vuelve, de manera periódica, viral. En los últimos días lo ha sido como ejemplo de la importancia de rebajar la tensión política y, también, la necesidad de reír en estos tiempos donde la tristeza impera en el ambiente. Igual que ahora corre por las redes sociales lo hizo aquel noviembre de 1994 por cadenas de televisión y radios de todo el mundo. La noticia del ataque de risa fue emitida desde Radio Caracol en Colombia a la estadounidense ABC, pasando la cadena japonesa NHK. “No entendemos muy bien de qué se ríen, pero lo hacen a gusto y con una risa contagiosa”, comentó la presentadora nipona. “Nos llamaron radios de todo el mundo”, confirma Gutiérrez del Álamo.

Los protagonistas cuentan que, a pesar de la tensión política de aquellos años, donde la palabra más repetida en entrevistas, editoriales y crónicas era crispación, a nivel personal los diputados y diputadas solían mantener una buena relación personal. Un gran ejemplo es que el entonces secretario general del PP, Juan Ojeda, era muy amigo del que era vicepresidente de la Junta de Andalucía, Gaspar Zarrías. Ambos negociaban los presupuestos por mandato de sus jefes y comenzaron una gran amistad que aún hoy mantienen. “Creo que entonces había un alto concepto de la política y los debates eran de mucho nivel con personas como Chaves, Felipe Alcaraz, Luis Carlos Rejón, Javier Arenas, Julio Anguita… Eran años de construcción democrática. Años después empezaron los navajazos políticos y todo se convirtió en destruir al contrario”, señala Valderas.

Lo que cuentan los protagonistas, eso sí, es que aquel receso que ordenó el presidente del Parlamento de Andalucía sirvió para que todos los presentes se relajaran. Unos estirando las piernas, otros echándose un cigarro o charlando con la prensa que seguía presente como testigos de un capítulo único de la política andaluza. Luis Carlos Rejón terminó por retirar su enmienda a los presupuestos, que salieron adelante y Chaves no adelantó las elecciones, como sí haría un año después tras no llegar a un acuerdo con IU por la deuda histórica. Una jugada que le salió bien porque en las votaciones del 3 de marzo de 1996, coincidiendo con las generales, obtuvo mejores resultados y le bastó un pacto con el Partido Andalucista para gobernar. Las crónicas de la época cuentan que fue una legislatura extraordinaria en un momento único, exactamente igual que este ataque de risa que sigue contagiándose, ya por redes, casi tres décadas después.

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