¿Llegaríamos antes si no subiéramos las escaleras del metro andando?

El metro de Londres estudia formas para mejorar el tránsito en sus zonas más céntricas

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Cuando transitamos por grandes ciudades, tomamos a cada momento decisiones que de una manera u otra impactan en nuestro día a día. La forma en la que usamos las escaleras del metro puede ser una de las causas de los grandes colapsos que sufrimos en el transporte subterráneo en horas o fechas punta. Dejamos una vía de paso para aquellos que desean ir más rápido y nos creemos así el colmo de la urbanidad. Un estudio realizado en el metro de Londres demuestra que lo estamos haciendo mal, como tantas otras cosas.

El metro de Londres es el más antiguo y uno de los más grandes del mundo. Sus cifras son casi tan vertiginosas como sus inclinadas escaleras: 1.300 millones de usuarios transitan cada año a través de 403 kilómetros de pasadizos bajo tierra. Por eso, se buscan alternativas para que su uso sea lo más eficiente posible.

Existe un código de conducta no escrito en Reino Unido a la hora de usar unas escaleras mecánicas: aquellos usuarios que van a permanecer quietos a hacerlo en el lado derecho, para que aquellos que van con prisa puedan avanzar adelantando por la izquierda.

El problema llega si la mayoría de los usuarios deciden no caminar y dejarse llevar por la cadencia de la máquina. Crearán entonces una cola enorme en el lado derecho, mientras que la otra mitad quedará sin apenas uso, destinado para la minoría más activa de los pasajeros. Es una forma de malgastar recursos que se agrava cuanto más larga sea la escalera, que en el caso del metro de Londres puede llegar a cifras récord.

Por ejemplo, en la estación Angel se puede encontrar una de 60 metros de longitud y la estación de Waterloo cuenta con 23 tramos de escalera. A diferencia de otras redes de metro, la de Londres apenas cuenta con escaleras normales como alternativa a las mecánicas.

Se llegó a esta conclusión tras el periodo de prueba de tres semanas que inició el pasado mes de noviembre el consorcio de transportes de la capital británica. Durante ese tiempo, obligó a los pasajeros de la estación de Holborn a permanecer quietos en ambos extremos de las escaleras mecánicas durante las horas de mayor uso, explicaba la BBC. Es el acceso al metro más cercano a lugares como el British Museum y la zona comercial de Covent Garden.

De esta forma, además de mejorar la circulación en una de las zonas más visitadas de la ciudad, se deseaba evitar una imagen tan común en todo el mundo como la de pasajeros saliendo de forma apresurada del vagón para llegar los primeros a la escalera y así no tener que hacer cola.

Las vacaciones en Hong Kong de Len Lau, responsable del transporte público en la zona de Vauxhall, inspiraron este experimento. El metro de la ciudad china es todavía más complejo que el británico, porque sirve para descongestionar de peatones las calles de la ciudad. Los ciudadanos acceden directamente bajo tierra a los edificios de oficinas y centros comerciales, ya que en muchas de sus avenidas no hay aceras para los peatones. Cuando Lau observó que usar ambos lados de las escaleras garantizaba un tránsito más rápido y seguro, propuso implantar la medida en Londres.

La misma estación de Holborn fue el escenario de un estudio en el 2002. En ella se observó que al 40 por ciento de los pasajeros jamás se les ocurriría avanzar por su escalera de 23 metros de longitud y con una elevada inclinación vertical si no se les invitaba a ello, explica The Guardian. En la actualidad, se estudia si convertir esta nueva norma en algo permanente.

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