13 señales por las que se reconoce a un mexicano en el extranjero

"¡¿Pero cómo puedes echarle todo eso a la cerveza?!"

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La maleta con la que aterrizó Enrique Hernández en Buenos Aires, Argentina, llevaba más que ropa, fotografías y libros. Este estudiante mexicano se mudó con un pedacito de su país. Empacó dos botellas de salsa roja, una más con habanero, chile piquín, tortillas hechas a mano y una lata de frijoles refritos. “Me faltaron los nopales… ya era demasiado”, afirma. Este chilango come las empañadillas argentinas y la carne asada con picante.

No es el único. Gerardo Garduño lleva dos años viviendo en Boston (Massachusetts, Estados Unidos). El verano pasado, durante a su última visita a México, se aseguró de llevar tortillas, mezcal, tlacoyos de requesón y frijol, habas enchiladas, chiles y hasta unos cuantos chapulines tostados. “Para acompañar el trago”.

Más allá de la comida, los mexicanos que se mudan al extranjero se niegan a abandonar su vocabulario único y distintivo. “Hay palabras que nos identifican”, comenta Claudia Ocaranza, estudiante defeña residente en Madrid. “Es inevitable no decir órale. O bueno en lugar de hola cuando contestas el teléfono”. “Expresiones como no mames, wey las traemos en la piel”, explica Enrique desde Buenos Aires. Estas son algunas cosas que los mexicanos no dejan de hacer o decir en el extranjero y con las que los detectamos de inmediato.

1. No pierden la oportunidad para alburear en cualquier momento

Los mexicanos llevan el doble sentido a otro nivel. Jugar con las palabras en un sentido sexual forma parte de la picardía nacional. Cuando un mexicano entra en confianza en el extranjero, es mejor cuidarse.

2. Usan el verbo chingar cada tres palabras

Los mexicanos nunca dejarán de utilizar el verbo chingar en sus diversas connotaciones, aunque nadie les entienda. “Es una palabra que sirve para todo y nos sirve a todos. En México, al que no chinga, lo chingan”, dice en una de sus pintorescas películas (La pulquería III, 1984) el comediante Luis de Alba, alías el Pirruris.

3. En sus fiestas, especialmente a altas horas de la madrugada, suena El Mariachi loco

Alimentando los tópicos nunca falta el borracho que ponga una ranchera. Los más románticos, ya entrados en ambiente, siempre optan por las canciones de José Alfredo Jiménez. Y siempre existe algún mexicano que, al calor de la noche, escuche a Luis Miguel o Juan Gabriel.

4. No cantan el Cumpleaños feliz sino las Mañanitas

Después de entonar el famoso cántico, hay que soplar las velitas y darle una buena mordida al pastel para completar el ritual.

5. Su medida del tiempo es... relajada

Decir ahorita o al ratito no es sinónimo de que algo vaya a pasar pronto. Estas expresiones son de lo más socorrido y no sirven precisamente para acortar el tiempo, sino para alargarlo y postergar lo que se va a hacer.

6. Usan el limón como comodín

Uno de los remedios más recurrentes para los mexicanos es el limón, que sirve para blanquear las uñas, hidratar, ponerle sabor a la comida, curarse de la gripa, fijar el cabello y hasta como desodorante.

7. La cerveza les parece floja... si no es michelada

Un mexicano nunca dejará de preparar una buena michelada. Sal, limón, salsa inglesa, chile molido y otros ingredientes. Aunque siempre hay alguien que diga: "¿Pero cómo puedes echarle todo eso a la cerveza?".

8. Desayunan lo que en sus países de acogida podría ser el almuerzo

Los mexicanos desayunamos pesado. Nada de tostadas con tomate y un café. El desayuno mexicano deberá estar acompañado de unos buenos huevos revueltos con jamón, tortillas o pan, café, jugo y fruta para cerrar con broche de oro. para que sea completo debería tener unos chilaquiles con salsa verde, el champurrado y la torta de tamal.

9. Aplican la norma de los 15 minutos de cortesía

Cambiar de país no cura la impuntualidad. Frases como “ya estoy cerquita”, “aguántame tantito” y “ahorita te alcanzo” se han articulado en las mejores ciudades del mundo. Claro, siempre por un mexicano que llegaba tarde a su cita.

10. Padecen con frecuencia del mal del Jamaicón

Este es el mal de aquellos mexicanos que echan de menos a su país e, invadidos por la nostalgia, buscan regresar a la tierra que los vio nacer. El término se le atañe al futbolista del Guadalajara José Efrén Villegas Torres (alías el Jamaicón), que formó parte de la Selección Mexicana en los años sesenta. Tras la derrota frente a un equipo europeo, Villegas achacó el resultado a “que extrañaba a su mamacita, que llevaba días sin tomarse una birria y que la vida no era vida si no estaba en su tierra”.

11. Usan gel en exceso

Encontrar un buen gel, uno que mantenga firme el pelo y que no deje residuos, es vital para los chicos mexicanos. En caso de que no haya, se puede recurrir al punto 6, el limón, que funciona para todo.

12. Han tenido que dar clases de geografía a los demás: México no es Centroamérica

Los mexicanos siempre defenderán la ubicación geográfica de su país. “México es Norteamérica. No es Centroamérica ni Sudamérica”. Los extranjeros que se han atrevido a discutir esto a un mexicano, han terminado en un largo y acalorado debate. Adivinen quién gana siempre.

13. Han vivido ese momento en el que pides jitomate en la tienda (en vez de tomate) y te miran raro.

Los mexicanos nunca dejarán de llamar “jitomate” al tomate rojo. Y tiene toda una razón histórica. De acuerdo con la Revista de Estudios de Cultura Náhuatl, publicada por la UNAM, la palabra jitomate viene del náhuatl xitomatl, cuya etimología puede ser xiuitl (hierba) y tomatl (objeto gordo).

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