El Brexit - la posible salida del Reino Unido de la Unión Europea - es un asunto que desata opiniones encontradas. Casi tanto como Donald Trump y Boris Johnson, protagonistas de un grafiti que ha aparecido en las calles de Bristol - y en Internet compartido por miles de usuarios en las redes sociales. Es obra de We are Europe, una organización que defiende la permanencia del país británico en Europa.
El candidato republicano a la Casa Blanca y el exalcalde de Londres aparecen besándose en la boca. Una asociación amorosa que llega después de que los dos políticos hayan mostrado en las últimas semanas su común respaldo al Brexit. Trump con unas declaraciones en la que aseguraba que a Reino Unido le iría mejor por libre y Johnson liderando una campaña a favor del sí en el referéndum. Ante la posibilidad de que triunfen los euroescépticos en la consulta que se celebrará el próximo 23 de junio, el grafiti lanza la siguiente reflexión: ¿No te gusta esto? ¡Regístrate ahora para votar en el referéndum de la UE!
La imagen -que ahora ha sido rebautizada como "el beso de la muerte"- está inspirada en otro beso mítico: el que se dieron en 1979 Erich Honecker, jefe de la República Democrática Alemana, y Leónidas Breznez, líder de la URSS. Es conocido como el "beso fraternal" socialista (o comunista) y con él ambos mandatarios quisieron evidenciar la buena sintonía con la que conmemoraban el 30 aniversario de la creación de la RDA.
Por raro que parezca, el beso en los labios estaba incluido en el protocolo del evento, pues era habitual que los líderes socialistas se saludasen con un abrazo y tres besos en las mejillas. Si la relación era muy estrecha podían concluirlo, como en este caso, con un beso en la boca. Un gesto que, entendían, simbolizaba la fraternidad entre países aliados. Honecker volvería a repetirlo -con menos efusividad- con otro líder soviético, Mijail Gorbachov, pocos días antes de la caída del Muro de Berlín.
Captado por el fotoperiodista Régis Bossu tuvo entonces una importante repercusión mediática -la revista Paris Match lo destacó en portada- y, durante años, ha sido una de las imágenes más emblemáticas del Muro de Berlín. Allí quedó reflejado en 1990, en la parte de la tapia que no llegó a derribarse, en un grafiti pintado por el artista Dmitri Vrubel. Lo tituló My God, Help Me to Survive This Deadly Love (Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor moribundo) y aún hoy inspira a miles de turistas que se fotografían frente a él imitando el beso de los protagonistas.
En 2011 la marca de ropa Benetton lanzó una controvertida campaña publicitaria -Unhate- en la que varios líderes mundiales aparecían besándose en la boca: Angela Merkel con Nicolas Sarkozy o Barack Obama con el expresidente chino Hu Jintao. En la serie de carteles también se incluyó un beso entre el Papa Benedicto XVI y el imán de El Cairo que la compañía retiró tras las críticas del Vaticano.
Más recientemente, en mayo de 2016, fue muy comentado otro mural con Donald Trump besando al líder ruso Vladimir Putin: Make everything great again, que ideó el diseñador gráfico Mindaugas Bonanu. La cita hace referencia al lema utilizado por Trump en su carrera hacia la Casa Blanca - Make America great again - y el beso, a los halagos que los dos políticos se han dedicado en actos públicos. La versión Putin-Trump, que ahora también puede comprarse en forma de lámina, se encuentra en la pared de un restaurante lituano.
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