En el corazón de la selva de Tabasco, en el sureste mexicano, un mono parlante reta a los pobladores de la región a gritar más fuerte que él. Ninguno pasa la prueba, pero le dicen que un hombre podría estar a la altura del desafío. El mono encuentra a un sujeto misterioso sentado debajo de un árbol. Le hace la propuesta y el hombre acepta el reto, pero le pide que lo espere en la punta de un árbol. El mono obedece y espera toda la noche. De repente, el hombre aparece con una espada en la mano. Con ella, es capaz de capturar los rayos y truenos que caen del cielo y provocar un enorme estruendo. El mono pronto se da cuenta de que ha perdido la competencia.
El mono y el trueno es un relato antiguo que ha sido preservado de forma oral por generaciones en la comunidad de Jalpa de Méndez, a 29 kilómetros de Villahermosa, capital de Tabasco. Desde el 21 de mayo, el cuento también existe en YouTube en forma de animación y en su lengua original: ayapaneco. Esta es una de las 64 lenguas indígenas en alto riesgo de desaparecer (porque la hablan menos de 100 habitantes), según datos del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali).
El estudio de video y animación mexicano Blackout realizó el cortometraje a petición del Inali. “Tiene una doble función: es un material didáctico para la enseñanza y fomento de la lengua en esa región y es una forma de promocionar esta cultura entre los no hablantes, para que conozcan una forma diferente de ver el mundo”, explica a Verne Javier López, director del Inali, vía telefónica.
Armando Vázquez, director del cortometraje, dice a Verne que el video fue un proyecto colaborativo entre el equipo de Blackout y habitantes de Jalpa, quienes contribuyeron con ideas para adaptar el relato a su realidad. “Realizamos tres viajes a la comunidad para investigar y aprender de los aspectos de la cultura”, comenta vía Skype.
El realizador añade: “El proyecto lo hicimos con ellos para ellos. Claro que queremos que México se entere de la situación de esta lengua, que es muy grave, pero la intención principal es motivar a los niños de la comunidad a aprender de su propio legado que ha sido interrumpido por políticas de antaño”.
La lengua ayapaneca, aunque en peligro de extinción, no ha pasado desapercibida. En 2011, The Guardian publicó un artículo sobre Manuel Segovia e Ysidro Velázquez, a quienes presentó como los únicos dos hablantes de la lengua. Por no tener mucho en común, no hablaban mucho entre ellos, dijo al diario británico Daniel Suslak, un lingüista estadounidense que estudiaba ayapaneco en la zona.
Otros medios retomaron la historia pero interpretaron la poca comunicación entre Segovia y Velázquez como una enemistad. “Eso es una mentira, nunca ha existido tal problema entre ellos”, asegura a Verne Manuel Segovia, hijo, vía telefónica. Él, su padre y Velázquez, prestaron sus voces para los personajes del cortometraje.
Poco tiempo después de la publicación del artículo de The Guardian, un equipo del Inali viajó a Jalpa para estudiar la situación de la lengua. “Hicieron una encuesta y se dieron cuenta de que había 25 personas que la hablaban y no solo dos”, comenta Segovia. “Pero la mayoría eran ancianos que murieron a los pocos años y otros se avergonzaban de hablarla”.
Segovia comenzó a aprender la lengua a los 18 años, hace 16 aproximadamente. “Mi padre no me la enseñó cuando era niño porque no lo creyó necesario. Yo quise aprenderla cuando llegaron investigadores de Europa y Estados Unidos a aprender la lengua y la cultura. Entonces entendí su importancia”. Segovia ahora forma parte de los 16 hablantes de ayapaneco registrados por el Gobierno mexicano. “Yo sigo aprendiendo porque es una lengua difícil”, dice.
Entre 2010 y 2011, Inali creó un programa para incentivar el aprendizaje de la lengua. En 2012 ayudó a la fundación de una escuela de ayapaneco en la zona, a la que ahora atienden 40 personas. Segovia es uno de los maestros.
La preservación de los relatos en esta lengua, como El mono y el trueno, forma parte de este proyecto. “Mi padre me lo contaba de niño y a él se lo contaba su abuelo”, dice Segovia. “Es una lección sobre el poder de la naturaleza y sobre cómo nosotros los humanos no podemos controlarla. El hombre de la espada es Dios, la naturaleza, que puede controlarlo todo, el mono es el ser humano que debe aprender a no desafiar al trueno”.
Vázquez, del estudio Blackout, asegura que hay un interés por este tipo de historias en México, algo que comprobaron con otro de sus cortos animados, El diluvio, basado en un relato wixárika (huichol), comunidad que habita principalmente en Nayarit y Jalisco. “Recibimos comentarios de muchos niños que estaban fascinados con la historia”, comenta. “No entendemos por qué los grandes medios no crean este tipo de contenidos, son cuentos maravillosos que no le piden nada a historias de otros países”.
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