"Nada es comparable a devolver la alegría y la esperanza a quienes lo han perdido todo". Así describe la ONG española Proactiva Open Arms un vídeo colgado en su página de Facebook del momento en el que se acercan a una barcaza con unas 400 personas a bordo. Su destino estaba en manos de que alguien les pudiera rescatar, de lo contrario, sus vidas se quedarían allí.
Las imágenes capturan un momento que tuvo lugar este martes, en el Mediterráneo, frente a las costas de Libia. "La barcaza estaba a la deriva porque se les había roto el motor. Nuestro equipo los localizó, un compañero subió a la barca y lo reparó. El aplauso, la alegría y los cánticos son el momento en el que el motor vuelve a funcionar", explica por teléfono a Verne Laura Lanuza, responsable de comunicación de la ONG. "Escuchad y sentid la alegría inconmensurable de quienes han recuperado la vida y la esperanza después de haberla dado por perdida en medio del mar. Impresionante. Una nueva vida empezó ayer para ellos. Para nosotros es la mayor recompensa", dice su post en Facebook.
¿Qué ocurre después con esas cientos de personas? "Una vez que el motor vuelve a funcionar, nuestra embarcación los acompaña hasta el barco de los guardacostas italianos, para ponerlos a salvo. Cuando estos barcos están llenos, los llevan a algún punto de Sicilia. Pero desde ahí les perdemos la pista", cuenta Lanuza.
Proactiva Open Arms realizó esta asistencia en su primer día de trabajo en la zona, puesto que la ONG, que nació en Badalona el año pasado, antes operaba cerca de Lesbos y ahora han ampliado el radio de acción. "La urgencia se ha trasladado, y nosotros con ellos", dice Lanuza. En esa primera jornada, asistieron a más de mil personas gracias al equipo de 9 personas que se encuentra en estos momentos en el terreno. Su director, Oscar Camps, ha publicado este vídeo en el que hace balance de ese día.
Además de salvarles la vida, devolverles la dignidad es una de las labores de las personas que trabajan rescatando a migrantes en el mar, como contaba esta serie de reportajes de El País durante siete días a bordo de un buque de rescate.
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