No sé si afortunada o desafortunadamente, los padres tendemos a hacer lecturas diferentes a las de la inocencia de los peques.
El padre torpe de Peppa Pig
Peppa Pig, esa serie cuyos protagonistas son una familia de cerditos formada por Peppa, de cinco años, su hermano pequeño, George, y sus padres, da pie a hacerse un par de preguntas. La primera de ellas es por qué Papá Pig, que nos representa simbólicamente al resto de padres, aparece como torpe, simplón, vago y despistado. El señor Pig no sabe interpretar los mapas, se pierde al conducir y su única afición es estar tirado en el sofá viendo la tele sin hacer nada. Además, su mujer y sus hijos se ríen continuamente de él llamándole tonto y diciéndole que tiene la barriga muy gorda. ¡Que levante la mano el que sea padre y sus hijos no se hayan reído de él después de ver Peppa Pig gritándole que tiene la barriga muy gorda! Y es algo que duele, sobre todo cuando es verdad.
La segunda pregunta a tener en cuenta en Peppa Pig es el pluriempleo de la señora Rabbit. Esta coneja ha aparecido en diferentes capítulos como vendedora de helados, bibliotecaria, piloto de helicóptero de rescate, operadora de grúa en un centro de reciclaje, preparadora de batidos, jefa del parque de bomberos, encargada de un puesto de alquiler de embarcaciones, dueña de una tienda de porcelanas, conductora de un autobús escolar, azafata de vuelo, cajera de supermercado, maquinista de tren, piloto de globo o submarinista en un acuario. Ante esto caben dos posibles lecturas: o la señora Rabbit es un claro ejemplo de que para poder sobrevivir hay que tener diversas fuentes de ingresos, o es una víctima directa de la reforma laboral de 2012, pues cada dos por tres es despedida y se tiene que buscar un nuevo y flexible trabajo.
La presunción de inocencia en Dora la Exploradora
Sobre Dora la Exploradora, esa niña cuya voz odiamos todos, sobre todo por repetitiva, hay que fijarse en el maltrato a que es sometido el pobre zorro Swiper, acusado de robo de forma preventiva una y otra vez. ¿Alguien ha visto robar a Swiper? Si al pobre, solo con mirar, ya le están gritando aquello de “¡Swiper, no robes!”. Inmediatamente te viene a la mente la película Minority Report, en la que Tom Cruise sabía quiénes eran potenciales asesinos mucho antes de que cometieran el crimen o siquiera pensaran en ello.
Las bombas nucleares y Bob Esponja
Bob Esponja, sin embargo, encarna la felicidad aristotélica, aquella que dicta que uno debe estar contento con lo que tiene, con realizar una actividad acorde a sus posibilidades y buscando la alegría en las cosas simples de la vida. Bob encarna el optimismo, la inocencia infantil, el estado de ánimo hipervitalista. Claro que recordemos que se trata de una esponja que vive en una piña debajo del mar, tiene de mascota a un caracol que aúlla como un gato y trabaja en el restaurante de un cangrejo.
Algún malpensado opinará que el creador de todo esto debió estimular su imaginación con sustancias variadas. Pero, pensándolo bien, su residencia submarina está en Bikini, cuyo nombre recuerda a un atolón real del mismo nombre donde el gobierno de Estados Unidos probó más de 20 bombas de hidrógeno y atómicas entre 1946 y 1958. ¿Cabe pensar que todo el universo de la serie animada Bob Esponja sea fruto de una bomba nuclear? ¿Qué son todos mutantes provocados por el efecto devastador que también arrasó Hiroshima y Nagasaki?
Los idiomas de La Patrulla Canina
En La Patrulla Canina, lo que más llama la atención es que todos los perros que forman parte del grupo hablen y el resto de animales sólo emitan los sonidos propios de su especie. Si le preguntas a tu hijo a tu hija te responderán con un sentido común apabullante: “Los demás animales no hablan porque no son de la patrulla canina. Y punto”. Pensándolo bien, casi mejor así: ¿a quién le importa lo que tenga que contar Chicaleta?
Y qué decir de Clarence, ese canto al optimismo de tres amigos, cuyo nexo de unión es un niño de 10 años, que tiende a verlo todo de color de rosa. Probablemente, si no existiera Clarence, sus otros dos colegas, Jeff y Sumo, no serían amigos entre sí. El pobre Jeff, obsesionado con la limpieza y el orden, quizá sufra un TOC (trastorno obsesivo compulsivo), aunque hay quién piensa que tiene dificultades para relacionarse. Aunque no se cuenta en la serie, ¿alguien más piensa que Jeff tiene dos mamás? No se habla nada del padre y, por el contrario, su madre siempre va acompañada de una amiga. Si Jeff es raro, Sumo, el tercer amigo, podría padecer Trastorno de Hiperactividad y Déficit de Atención (TDAH). No para un segundo y apenas puede dormir.
El rollo indie de Hora de Aventuras
Hora de Aventuras se ha convertido en serie de culto para modernos, indies y hipsters. Una serie que exalta la amistad de dos pobres personajes que están solos en el mundo, un niño y un perro. No tienen familia alguna y, desde luego, esto es algo triste. Sin embargo, estos dibujos animan al bailoteo y en ellos se puede sentir un profundo amor a los videojuegos. Todas ellas cualidades perfectamente identificables en su creador, Templeton Ward.
La lógica de esta serie es que es completamente ilógica, ya que te puedes encontrar con una lluvia de cuchillos que te obliga a quedarte en casa, con una rana que vomita un tigre, con que la materia de un personaje esté compuesta de chicle o con que el dios de las fiestas es una cabeza de lobo con gorra de lado. Todo esto forma parte de un mundo de fantasía surrealista diseñado con colores pasteles que bien podría ser del estilo de la portada de un disco de un grupo Indie. Y, hablando de indie, el colmo del modernismo para esta serie, es que una banda de la escena independiente española se ha hecho famoso convirtiendo en canciones la filosofía de Hora de aventuras y, atención, se llama Templeton, como el creador de la serie.
Queda claro que la mejor manera de ver las series de dibujos animados con tus hijos es buscándonos estas segundas lecturas, porque así se hace más llevaderas las repetitivas frases de Dora, los numerosos visionados de cada capítulo de La Patrulla Canina, la barriga gorda de Papá Pig o las pegadizas sintonías que suenan a todas horas en los salones de nuestras casas, en nuestros portátiles o en nuestros teléfonos.
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