Un niño mexicano como de unos ocho años tiene un solo deseo para su cumpleaños: una piñata de Donald Trump. Su madre cree que la traicionan sus oídos. El hombre más odiado en México, el que ha llamado a sus habitantes violadores y narcos, será la pieza central del cumpleaños de su hijo. Para ella es inconcebible, pero lo último que quiere es romper las ilusiones de su pequeño.
Este es el inicio del corto La Madre Buena, realizado por la productora mexicana Madrefoca. La piñata de Trump, tanto en el corto como en la realidad, simboliza una parte esencial de la cultura mexicana, asegura Alejandro Saevich, productor del filme. “Romper la piñata es un acto barbárico, pero también es un juego de niños con un final feliz porque de ella salen caramelos”, comenta a Verne vía telefónica. “También se ha convertido en una forma de expresar la impotencia y frustración hacia una persona o lo que representa, pero de una forma divertida y humorística”. Jorge Aguilera, director de Madrefoca añade: “Trump es el sujeto ideal para representar esta tradición mexicana”.
Un Trump de cartón y papel crepé
La primera piñata del candidato republicano nació unos días después de que este anunciara su candidatura e hiciera su controversial declaración sobre los migrantes mexicanos, en junio de 2015. Dalton Ávalos Ramírez, el dueño de una piñatería en Reynosa (Tamaulipas) fue su creador. Su tienda en la zona fronteriza de Tamaulipas-Texas ya era famosa a nivel nacional por hacer piñatas basadas en celebridades y figuras públicas como El Chapo o Kim Kardashian. La fama de Trump fue lo que lo motivó a hacer la suya, según lo que le ha contado a numerosos medios internacionales.
Pero luego notó que la gente la compraba para desquitarse con él por sus comentarios, dice a Verne vía telefónica. “Casi siempre la gente compra piñatas de alguien que les gusta o admiran, pero a veces también las compran de personas que odian para darle de golpes y patadas” comenta. “Eso es lo divertido. Como en todos lados, hay buenos y hay malos”. El artesano dice que desde que creó la primera piñata ha vendido alrededor de 100 tanto a mexicanos como estadounidenses. “Tengo un amigo en Guadalajara que me dijo que ha vendido más de 1.000”, agrega.
La idea de Ramírez fue imitada por piñateros en otras partes de México. Según diversos medios locales, ha sido una de las más vendidas en Tijuana y Monterrey. También se encuentran a la venta en el mercado de la Colonia del Valle y en la piñatería Mena-Bambolinos en la colonia Cuauhtémoc en el centro de la Ciudad de México. La popularidad de la figura trascendió la frontera norte, principalmente en Texas y California. Tres piñateros en Estados Unidos le dijeron a Fox News en septiembre de 2015 que les resultaba difícil cumplir con la alta demanda del producto. “Es nuestra piñata más solicitada. Recibimos órdenes constantemente”, dijo Yaret Hernández dueño de una tienda en Live Oak en el norte de California.
La moda creció aún más cuando algunas celebridades presumían sus piñatas en redes sociales. La actriz Salma Hayek publicó una foto en Instagram de ella al lado de una piñata. Chelsea Handler rompió otra junto con un grupo de mexicanos para su show en Netflix. El expresidente Vicente Fox, quien ha expresado su repudio hacia el candidato en varias ocasiones, golpeó una un show de radio en Los Ángeles. En México también se ha utilizado en protestas contra el empresario como la de la organización civil estadounidense Avaaz realizó una en el Ángel de la Independencia en la Ciudad de México y otra organizada por el PRD también en la capital.
Alejandro Saevich, productor de La Madre Buena dice que el tema del cortometraje refleja de cierto modo la campaña de candidato republicano. “El filme trata de cómo se trasciende el odio a través del amor. El año pasado veíamos a Trump como una amenaza, ahora vemos que tiene muy pocas probabilidades de ganar. Si de algo ha servido su campaña es para que los mexicanos tanto aquí como en Estados Unidos sean más apreciados y valorados, y su imagen se dignifique”.
Romper lo malo para obtener lo bueno
El origen de la piñata mexicana aún es un misterio. Según un artículo de la Secretaría de Relaciones Exteriores hay varias teorías que lo explican. Una es que Marco Polo llevó de China a Europa un Buey de Primavera: una figura de barro rellena de granos. La gente rompe la figura con un palo multicolor para hacer salir el grano que simboliza la fertilidad de la tierra. Este ritual se realiza en la actualidad. Es posible que los colonizadores españoles hayan llevado un artefacto similar al continente americano.
También existen registros de que los frailes agustinos de Acolman de Nezahualcóyotl, (hoy Estado de México) crearon la piñata navideña en el siglo XVI como parte de la evangelización de los pueblos mesoamericanos. Esta se hace en figura de estrella de siete picos que simbolizan los siete pecados capitales. Romperla es un gesto de renuncia al mal y la recompensa es el cielo representado por la fruta que sale de ella, misma que los pueblos indígenas utilizaban para sus ofrendas para celebrar el solsticio de invierno.
Más tarde, la piñata también se volvió parte de las fiestas de cumpleaños y los artesanos, además de la tradicional forma de estrella, también optaron por crear figuras de personajes de caricaturas, historietas o videojuegos para adaptarse al gusto de los niños del siglo XX. “Es curioso que los niños pidan piñatas de sus personajes favoritos para luego destrozarlas”, comenta Jorge Aguilera, de Madrefoca. “Creo que este acto muestra mucho de la duplicidad de emociones en los seres humanos, a veces acaban destruyendo lo que más quieres”.
Sin embargo, la piñata también se ha utilizado para demostrar repudio a figuras públicas y Trump no ha sido el primero. Durante la crisis económica de los noventa en México, muchas protestas incluían romper una piñata con la forma del expresidente Carlos Salinas, quien consideraban el principal culpable del declive. Desde entonces se han hecho piñatas de cada presidente de México con el mismo propósito.
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