Andrey Grajales nació hace 9 años con espina bífida, una malformación del sistema nervioso que, entre otras dolencias, provoca alteraciones en el aparato locomotor. Comenzó a jugar al baloncesto con 7 y, ahora, su sueño es llegar a ser jugador de la selección paralímpica. Había un obstáculo. El niño necesita una silla de ruedas especial que cuesta más de 3.000 euros, pero gracias a la solidaridad de sus vecinos de San Miguel de Basauri (Vizcaya), el joven podrá disfrutarla dentro de unas semanas.
Grajales comenzó a jugar al baloncesto hace dos años. "Empezó a través del colegio", explica su Madre, Ivana Olarte, por teléfono a Verne. "La directora de la escuela se dio cuenta de que, después del verano, Andrey había ganado peso, así que decidimos apuntarlo".
El joven comenzó a entrenar en las escuelas del equipo de baloncesto adaptado Bideaideak Bilbao BSR, aunque no fue sencillo. "Es el más joven y al principio fue un poco duro, aunque se ha adaptado muy bien", cuenta su madre. "Ha valido la pena: ahora es más sociable, se ríe más, es menos agresivo...".
Olarte cuenta que su hijo está muy orgulloso y que afirma que va a ir a los Juegos Olímpicos cuando crezca. Aunque tiene un problema: no cuenta con silla propia para jugar. "Entrena con algunas cedidas del equipo, pero siempre o le quedan grandes, o le hacen daño... Y hay otros niños que tampoco tienen, entonces los días que no hay sillas para todos se las reparten y a veces le toca mirar o hacer otras cosas".
Es ahí donde entra Mikelats, una asociación vecinal de San Miguel de Basauri. "Desde hace seis años donamos lo que recaudamos anualmente a una obra benéfica", explica Alfonso Atanes, responsable del área de deportes de la asociación. "Siempre lo hacemos a través del Colegio Público Sofía Taramona [al que acude Andrey], nos hablaron del niño y dijimos 'este año, para la silla".
La asociación no solo recaudó fondos a través de las diferentes actividades que realizan, sino que hicieron al niño protagonista. "Le hemos hecho partícipe de todo lo que organizamos", cuenta Atanes. "Corrió en la carrera infantil del cross que organizamos en mayo, subió por primera vez al monte en la marcha senderista, participó en la marcha cicloturista..."
Gracias al dinero de las inscripciones de estos eventos y sus patrocinadores, Mikelats consiguió lo necesario para la silla. Y algo más. "Nuestro objetivo era la silla, que cuesta casi 4.000 euros y la hemos comprado en Inglaterra", cuenta Atanes. "Pero recaudamos más, cerca de 6.000, así que lo que ha sobrado lo destinaremos a una asociación dedicada a apoyar a las personas afectadas de espina bífida, ASEBI". El diario El Correo fue el primero de hacerse eco de la noticia.
Mikelats dará la silla a Grajales y el cheque a la asociación en una fecha muy especial. "Lo entregaremos antes de Navidad, el 24 de diciembre", cuenta Alfonso. El pequeño la espera ilusionado y, mientras, sigue jugando con su silla prestada: este 10 de diciembre, ha jugado su primer partido, un amistoso. Su madre reconoce que ha estado bastante más nerviosa por el encuentro que el propio niño.
[ACTUALIZACIÓN] El 24 de diciembre, Mikelats entregó a Andrey Grajales su silla con un regalo adicional, un cojín ortopédico adaptable para diferentes sillas. Este es Grajales con su nueva silla:
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