Tu abuela tenía razón, un enamorado se puede reconocer a kilómetros de distancia. Los ojitos pizpiretos, las canciones melosas que escucha y la sonrisa tonta que no puede evitar cuando recibe un mensaje lo delatan. Se ve, se siente, esa persona es genuinamente feliz o al menos eso cree en ese momento. No queremos ser aguafiestas, pero esa fase es pasajera y lo sabes.
El amor se divide en etapas y dice (inserta aquí el nombre de tu amigo más enamoradizo) que si sabes reconocerlas puedes hacer más llevadera tu vida. En la Ciudad de México tenemos una forma muy peculiar de describir las etapas del amor y no nos ha servido de mucho. Sin embargo, nos divierte saber que existen y que inevitablemente volveremos a experimentar todas y cada una de ellas una y otra vez porque YOLO. Estas son las nueve etapas del amor chilango.
1. El crush o la etapa del ‘me late’. Es ese momento místico, mágico, sin igual en el que ves por primera vez al susodicho entrar a la habitación en la que te encuentras. Puede que no diga ni una sola palabra y que su mirada no se cruce ni de broma con la tuya, pero tú sabes que esa persona es la persona. No es lo mismo que el amor platónico que sentiste por Pablito el de la tiendita o Laurita la de la pape en tu infancia, esto es diferente. El primer amigo que te llame o se cruce en tu camino escuchará el legendario: ‘Hay una morra/morro que me late”.
2. La ondita. Es la fase en la que empieza la interacción y un ligero coqueteo. Como dicen por ahí: hay química y los dos lo saben. Ya ha habido pláticas breves que no tienen ningún sentido, sonrisitas nerviosas cuando se rozan las manos (¡Ay güey!) y los Me gusta en Facebook e Instagram están a tope. Es definitivo, aquí hay algo, hay ondita.
3. El primer aprouch. Esta etapa se da cuando coinciden en fiestas o salen con amigos. Digamos que el coqueteo pasa a otro nivel y hay un primer aprouch o acercamiento. Las pláticas son más intensas: ya le preguntaste si tiene novio y sabes cómo se llama su mamá. Van a comprar juntos una cerveza y ya se tomaron de la mano para ir a bailar. Ojo: si te sabes manejar en esta etapa, puedes llegar a la siguiente sin tener que pasar por varias citas. Tendrías que ser un experto, pero se puede.
4. El ya chingaste. Es la más emocionante porque es cuando los besos y los arrumacos tienen lugar. Es ese momento en el que ves consumados todos tus esfuerzos y en el que la frase “Ya chingué” es lo primero que viene a tu cabeza. La alegría es equivalente a ganar el mundial o la Super Bowl. Tus amigos también lo celebran. Eres la reina/el rey del mundo.
5. El intenseo también conocido como el atorón. Los mensajitos diarios, las llamadas de más de 30 minutos por las noches y las dedicatorias de canciones son el pan de cada día. La cosa se ha puesto intensa y es oficial: Estás atorado y todos (familia, amigos, colegas del trabajo y Juan el del pecero) todos lo saben.
6. Las mala copas. Llega el momento en el que la pasión se va al lado oscuro y se convierte en celos, mensajes pasivo-agresivos y silencios incómodos. La relación comienza a ser un poco desgastante, pero aún hay cosas que se pueden salvar. El make-up sex (sexo de reconciliación) es una de ellas.
7. La apertura. Sin duda alguna es el principio del fin, porque es en la que te empiezan a abrir como pistachito o lo que es lo mismo te empiezan a evitar. Ese Mejor nos vemos luego o el típico Creo que hoy prefiero estar solo son signos de que te encuentras en ese momento.
8. El ya valió ver**. No hay mejor manera de decir que ya se acabó, que te cortaron, que terminaron y que tu corazoncito está hecho pomada. Es la peor etapa porque empieza el estolqueo máximo por Instagram y Facebook.Tus amigos te odian porque no paras de mencionar al innombrable y empiezas a comerte tus sentimientos en la taquería. Cabe mencionar que Tony, el taquero, se convierte en tu psicólogo.
9. El garibaldazo. Es la última etapa y tiene el objetivo de ahogar tus penas en alcohol en la Plaza de Garibaldi mientras escuchas una y otra vez Hasta que te conocí de Juanga. Muchos pensarán que no tiene ningún sentido, pero para el chilango es un tipo de limpia inevitable que te permite seguir adelante. El tiempo de permanencia en esta etapa es variable, pero en algún punto te descubres cantando las estrofas de Así fue, también de Juanga y sabes que ya estás del otro lado. Toca curarse la cruda y empezar de nuevo.
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