Hace unos meses el expresidente de Estados Unidos Barack Obama ofreció un consejo dedicado a los que crecen en la era de las redes sociales: “Si tuvierais fotos de todo lo que hice en el instituto, probablemente no habría sido presidente de Estados Unidos”. Quizás algún futbolista retirado podría haber dicho algo así como “si hubiera tuiteado todas las tonterías que dije cuando tenía 15 años, probablemente no habría jugado en el Real Madrid”. Algo así le ha pasado a Dani Ceballos.
Ceballos es un centrocampista que cumplirá 21 años en agosto. Juega en el Betis y muchos lo ven ya en el Real Madrid. Hasta que unos cuantos se han dedicado a rescatar tuits antiguos, aunque muchos los escribió siendo menor de edad. El futbolista ya los había borrado, pero en estos casos siempre hay alguien que ha hecho pantallazos.
Hay para todos los gustos: en algunos simplemente elogia a Messi y al F.C. Barcelona, algo que parece imperdonable para un futbolista que podía jugar en el Real Madrid, pero también hay comentarios racistas y machistas, e insultos a Gerard Piqué y a los catalanes. Está mal, sin duda, pero nadie menciona las fechas en las que se escribieron estos mensajes: la mayoría son de 2012, cuando Ceballos tenía 16 años.
De todas formas, el futbolista no parece arrepentido. En una entrevista publicada en EL PAÍS, reconocía que "todo el mundo tiene una infancia, unos mejor y otros peor. Lo pasado, pasado está y no se puede volver atrás y cambiar las cosas". También admitía que se "metía en líos y en alguna pelea. Incluso entraba en cosas que hacían que lo realmente importante, que es jugar al fútbol, me pasase desapercibido". Pero añadía: "Creo que no he cometido ninguna falta de respeto hacia nadie y siempre he respetado a todos los compañeros".
No es la primera vez que se rescatan estos tuits de Ceballos: ya pasó en 2015, en 2016, al hilo de un partido del Betis contra el F.C. Barcelona y también en relación al Europeo sub 19. Un artículo de hace un año de la revista Don Balón cuenta que se le cerraron las puertas tanto del F.C. Barcelona como del Manchester City, donde entrena Pep Guardiola, por sus comentarios sobre Cataluña.
Google no olvida nada
Los adultos también tendemos a olvidar con frecuencia el rastro digital que dejamos con nuestras redes, pero el caso de los más jóvenes -y, especialmente, los menores-, es significativo. Muchos no parecen conscientes de su huella digital, tal vez por ser nativos digitales y haber crecido acostumbrados a compartir en internet opiniones y selfis.
Ese rastro digital que Ceballos dejó cuando era un chaval anónimo reaparece ahora, siendo juzgado por lo que dijo hace cinco años. No es algo que solo afecte a futbolistas: según Cinco Días, el 87% de las empresas españolas consulta lo que publican los candidatos en redes sociales antes de contratarlos. Lo que significa que el futuro laboral de muchos jóvenes se puede ver condicionado por lo que colgaron cuando aún eran menores.
Es decir, un tipo de 40 años juzgará a alguien de 20 por lo que escribió cuando tenía 15. A lo mejor lo había borrado, pero eso no sirve para nada porque otro tipo de 40 años que tiene una cuenta en Twitter con pseudónimo hizo pantallazo de todo.
Así, nos encontramos en un estado de vigilancia continua en el que no podemos cometer ningún error: Google lo recuerda todo y, si lo borramos, siempre puede haber alguien que haya guardado una copia. Lo normal es que el pantallazo del tuit se comparta mucho más que las disculpas, cuando las hay.
Algunos profesores se esfuerzan en mostrar esta realidad a sus alumnos. Lo hizo hace poco una madrileña viralizando un monigote (“Ayúdame a recorrer el mundo. Soy Nico”) para demostrar cómo se difunde información en internet y cómo se puede perder el control de lo que cuelgas en internet. Y también les podrían poner ejemplos reales: como la condena a Cassandra Vera (21 años) por tuitear en su perfil en abierto cuando aún era menor chistes sobre la muerte de Carrero Blanco o el caso de los estudiantes que ya no irán a Harvard por comentarios machistas y xenófobos en un grupo privado en Facebook.
En política se está convirtiendo en algo habitual, sobre todo desde el caso de Guillermo Zapata, de quien rescataron (descontextualizados) tuits antiguos. Muchos han optado por borrar mensajes en esta red social, como Ramón Espinar, pero siempre hay pantallazos que a menudo se recuperan en Twitter con expresiones como “se te ha borrado” o incluso “se te ha caído”.
Pero no solo depende de nosotros
A veces ni siquiera basta con tener cuidado con lo que publicamos: muchos van a colgar contenido por nosotros. Como le pasó a Edgar, el niño mexicano de 11 años cuyo primo le grabó cuando caía al agua desde un tronco en 2006 y que se convirtió en protagonista de uno de los primeros grandes virales de YouTube. Y eso por no hablar de las conversaciones de sexting que se acaban difundiendo a modo de venganza. Suelen ser ellas quienes pagan las consecuencias y ellos quienes difunden sin permiso.
También hay que recordar que los tuits permanecen, pero las sensibilidades cambian: Tip y Coll ya publicaron un chiste sobre Carrero Blanco en un libro de 1984 sin que a nadie le importara.
La huella digital ha traído consecuencias negativas para otros jóvenes futbolistas. Lo más habitual es que, justo antes de fichar por algún equipo, se rescaten tuits o mensajes en los que declaraba su apoyo al principal rival del club.
Así le sucedió al mejicano Raúl Jiménez, que apoyó en Twitter al Real Madrid antes de fichar por el Atlético. Aunque llegó a fichar por el equipo en 2014, ahora juega en el Benfica de Portugal. Otro caso similar es el de Éric Zárate: el Lleida Esportiu rescindió su contrato por sus “comentarios racistas, sexistas y contra Cataluña en las redes sociales”. Tenía 20 años y los había publicado cuando tenía 15. Fichó por el Santfeliuenc de Tercera División. Y el delantero Sergi Guardiola solo aguantó ocho horas en el Barça B: el equipo le despidió por sus tuits contra Cataluña y el equipo. Está en el Real Murcia.
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