Ya es posible comercializar y comprar en España insectos como si fueran comida. Desde el 1 de enero de 2018, la regulación de la Unión Europea llamada Novel Foods (nuevos alimentos) se ha renovado y los insectos ya se incluyen en la lista de productos aprobados para su venta y consumo.
Ya lo contaba Mikel López Iturriaga en El Comidista en 2010, el futuro pasa por comer insectos. Pero, por aquel entonces, un puesto que los vendía en el mercado de La Boquería de Barcelona tuvo que retirarlos tras una advertencia de la Agencia de Salud Pública. Ese limbo legal que existía al respecto ha desaparecido.
Aunque en España sea una novedad, es sabido que no ocurre así lugares como México y Asia e incluso en otros países europeos que ya habían adoptado esta medida a través de sus regulaciones locales.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que los insectos se incluyen en la dieta tradicional de cerca de 2.000 millones de personas en todo el mundo. Muchos insectos son ricos en proteínas y grasas buenas y tienen un elevado contenido en calcio, hierro y zinc.
Más investigación
El doctor Miguel Ángel Martínez-González es uno de los responsables del ensayo Predimed, sobre los efectos de la dieta mediterránea, y destaca continuamente los beneficios para la salud de la proteína vegetal frente a la proteína animal. Consultado por Verne, sitúa a la proteína procedente de insectos "en un espacio intermedio" entre ambas: ni tan nociva como la animal ni tan beneficiosa como la vegetal.
El catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra alaba la investigación desarrollada por la FAO relacionada con la alimentación con insectos.
En ese estudio se destaca que criarlos para consumo humano es barato, además de nutritivo y sostenible, ya que consume menos recursos del medioambiente que los que utiliza producción masiva de alimentos animales. Por eso mismo, se presenta como una buena alternativa para combatir la pobreza y la contaminación en un planeta como el nuestro, cada vez más superpoblado.
Martínez-González desea que se financien más investigaciones como la de la FAO. "Así tendremos más claro si comer insectos garantiza totalmente la seguridad alimentaria o si existe algún problema potencial que no se ha investigado hasta ahora. Quizá acumulen demasiados pesticidas de las plantas de la que se alimentan o se amenace con la extinción de algunas especies en caso de que comer insectos se ponga de moda en Occidente", comenta a través del teléfono.
La dieta mediterránea siempre ha tenido un enemigo: el precio. Lo poco que cuesta comprar alimentos basura como la bollería industrial hace que sea difícil decantarse por el aceite de oliva y la fruta. Aunque los insectos también son una opción más barata que los productos considerados sanos, Martínez-González cree que es "muy complicado que superen las bondades de los alimentos propios de la dieta procedente del sur de Europa".
Escarabajos, los favoritos en el plato
Según una investigación de la FAO y la Universidad de Wageningen (Países Bajos), en la actualidad los seres humanos consumen en el mundo más de 1.900 especies de insectos. Los más comidos son los escarabajos (31 por ciento), orugas (18 por ciento), abejas, avispas y hormigas (14 por ciento) y saltamontes, langostas y grillos (13 por ciento).
La carne de vacuno tiene un contenido de hierro de 6 miligramos por cada 100 gramos de peso en seco, mientras que el contenido en hierro de las langostas varía entre 8 y 20 mg por cada 100 g de peso en seco, comenta la institución.
"Pero hay que tener en cuenta la ración, es decir, en un plato te puedes comer un filete de 150 gramos de carne o 200 gramos de pescado pero... ¿comerías 200 gramos de insectos? Son animales que pesan poco y abultan mucho", comenta la nutricionista barcelonesa Júlia Farré.
"Los insectos son una fuente barata de proteína y una opción más sostenible, pero no cambiaría por un filete por un plato de grillos", asegura a Verne Farré, especializada en dietas saludables. "Sí parece más oportuno como ingrediente de otros productos. Ya existen barritas nutricionales que llevan harina de grillo", destaca.
Esta nueva opción alimenticia en Europa tampoco gana en comparación con la cantidad de grasas saludables de alimentos como el aguacate, los frutos secos o el pescado azul, comenta Farré. "Desde el punto de vista de una dieta, no podemos decir que los insectos sean hipercalóricos ni hipocalóricos, aunque las larvas contienen más grasa que los insectos", puntualiza.
Productos con grillos
Insectfit es uno de esos nuevos productos que llegan a las tiendas con la nueva regulación europea. Tres alicantinos han creado esta empresa para vender barritas energéticas hecha con grillos.
Desde San Francisco (Estados Unidos), Bitty Foods vende patatas chips procedentes del insecto. En su página web incluyen recetas para hacer brownies, galletas y tortitas con su harina.
Experiencias El Comidista
Mikel López Iturriaga probó por vez primera insectos en un Cantina Machito, de Barcelona (en restaurantes está regulado desde hace años el uso de insectos como parte del menú). "Comí ahuautle y jumiles, que son chinches", recuerda.
Luego se atrevió con orugas secas en Burkina Faso y tacos con chapulines (parecidos a los saltamontes) en Oaxaca (México). "Los insectos dan más textura que sabor a los platos. Son crujientes y resultan agradables. Es verdad eso de que parece que estás comiendo pipas", comenta a Verne por teléfono.
"Casi todos los que he probado suelen saber a madera, como los vinos que pasan mucho tiempo en barrica, pero su maridaje perfecto sería una cerveza", cuenta.
A pesar de sus intentos, asegura no haber podido disfrutar mucho de esos platos: "Es una experiencia curiosa, pero no logro callar a mi cerebro diciéndome: ¡no comas eso, es asqueroso! El prejuicio cultural es muy fuerte y no apuesto a que vaya a ser un éxito en el mercado español".
López Iturriaga cree que, quizá, productos como Insectfit sí logren superar esos miedos, "al ser alimentos procesados que no muestran el bicho". O en propuestas que cuiden mucho el diseño, como Ento (bandejas que parecen de sushi).
El responsable de El Comidista recuerda que algo parecido les pasa a muchos comensales que vienen de América cuando se sientan en una mesa española. "Ven esos pescados que servimos enteros, con cabeza y todo, y se asustan".
"Pero es que el pescado es mucho más noble. Relacionamos a los insectos con los habitantes de nuestras tuberías; pura suciedad. Por muy abierta que tengas la mente, se hace difícil tragarse eso", comenta.
Aunque, por otro lado, ya comemos insectos sin saberlo. "Están triturados, en cantidades muy pequeñas, en cacao, café y harina. También aparecen cuando dejamos mucho tiempo almacenados determinados alimentos. Pueden llevar huevos de gorgojo, que nos comemos tranquilamente sin darnos cuenta a no ser que este insecto diminuto se desarrolle", dice.
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